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" No hay necesidad de una venganza, ya no te pertenezco y ese es tu mayor castigo. "

- Ron Israel-

- Bien, quiero las flores justo cuando vaya a pasar. No quiero a guardias en el medio, estarán en las esquinas.- suspiro.

La madre de Alexander se mueve de lado a lado, su voz se vuelve irritante en mis oídos mientras que yo siento a Alisa apretar un poco el corsé. Me miró al espejo justo cuando la mujer del maquillaje prepara mi rostro.

- No quiero que sea cargado, por favor.- digo, la madre de Alexander me mira justo cuando rechazo el labial rojo, ella intenta decir algo pero yo solo alzo mi cabeza.

- No deseo ese color ni ese tipo de maquillaje, si puede poner un tono más suave entonces haga ese, no voy a ser un payaso en mi boda.- ella asiente mientras que la señora Ivanoov sonríe.

Los nervios se pueden notar a simple vista, más cuando me ponen los tacones. Alisa pone con cuidado el velo blanco mientras que yo solo pido no hacer el ridículo o caerme.

En cuanto llego al primer salón, puedo ver a todos caminar de lado a lado en la mansión de la señora Ivanoov, mi estómago se retuerce al ver a tantas personas en el jardín de la madre de Alexander, en cuanto la música empieza, mis manos se aferran de las flores con un miedo gigante, el miedo se vuelve gigante en cuanto veo a alguien de espaldas a mi.

El hombre en traje se voltea revelando el rostro de mi padre, mi corazón late con bastante fuerza mientras que la señora Ivanoov aplaude.

- Te traje esta pequeña sorpresa, espero no te molestara.- por su sonrisa, se que no conoce a mi padre. Yo solo sigo mi camino sintiendo como mi padre toma mi mano, su risa es de pura felicidad.

Yo solo siento mis piernas temblar, intento respirar hondo sintiendo mis pulmones quemar. Todo había pasado rápido, nisiquiera llevaba un mes en la mansión de Alexander y se suponía que en cuanto mi padre pagara la deuda, yo iba a salir de ese infierno.

— Estas bien? — la voz de Alexander era baja mientras que el padre empezaba la ceremonia, cierro mis ojos sintiendo la necesidad de quitar el corsé por no respirar.

Debía ser fuerte pero, ¿como puedo ser fuerte si todo lo que se avecina a mi parece ser más gigante que yo y mi deseo de paz?


— Puede besar a la novia.— me volteo hacia Alexander, sus manos alzan el velo provocando gran curiosidad entre la cantidad de hombres. Miro a Alexander con un rostro neutro mientras que el solo me mira a los ojos buscando algún rastro de tristeza o daño, con una sonrisa coloco mi mano en su pecho para poder chocar mis labios con los suyos, los demás aplauden mientras que yo siento una lagrima resbalar por mi mejilla mientras que apretó el labio de Alexander con toda mi ira reprimida.

Creí que podíamos ser amigos.

Incluso con el tiempo, más que amigos pero algo me quedo claro hoy

Y es que...

Jamás puedes ser amigo de quien te quito tu libertad y te hizo su objeto más valioso, incluso jamás puedes ser amiga de quien se autonomina.

Tu dueño.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora