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" Evite tantas cosas a lo largo de mi vida que ahora temo explorar el mundo."


- A donde vamos?- pregunto, veo como termina de poner su traje. Yo solo lo miró desde el otro lado ya vestida, el solo sonríe para tomar una caja de la mesita y venir hasta donde mi.

Lo veo arrodillarse y tomar mi pierna, sonrió al ver una liga. La sube hasta mi muslo solo para poner un USB y una navaja, lo miro confundida.

- Eres una reina, cariño. Pronto te enseñare a defender y a usar un arma. - dice, yo solo tomo la navaja para dejarla en su saco.

- No me gustan las armas, estoy bien con la defensa pero no usare ninguna arma.- digo para verlo asentir, veo como abre la caja sacando un antifaz negro y otro que hace juego con el que me entrega.

Acaricio su mejilla con cuidado viendo como sigue ante mi. Tomo mi máscara para poder mirarlo con una sonrisa.

- Luces lindo.- digo para poder levantarme y salir de la habitación cuando escucho su risa varonil. Bajo las escaleras viendo a Ágata la cual me ignora, Paso por su lado de forma extraña para poder ir a la cocina por un vaso de agua. En cuanto lo tomo y bebo lo limpio para poder ir notando como discute con Alexander.

El permanece tranquilo, yo solo me quedo en una esquina mirando al suelo esperando a que terminen hasta que me llaman. Alzo mi vista notando como Ágata me maldice, Alexander blanquea sus ojos para pasar de lado y tomar mi mano. Nos hace salir de la mansión mientras Ágata se encarga de insultarnos, el solo abre la puerta para dejarme entrar y luego sentarse a mi lado.

La forma en la que acaricia mi muslo y su mano se entrelaza con la mía me hace sentir relajada. Lo miro cuando como se concentra en acariciar la cicatriz de cigarro, su vista sigue perdida en el cristal por lo que suspiro hondo.

- Sucede algo, no? El USB, es importante para la reunión a la que iras? - pregunto, una sonrisa aparece por su rostro para asentir.


- Hay un hombre, trafica drogas que duermen y dejan en un sueño profundo al que la consume. Se repartieron por todos los clubes y ahora las usan para cosas que nosotros no aprobamos. Existen reglas, puestas por nosotros que prometimos jamás romper. - dice, yo lo miro atenta.

- Cuales reglas?- pregunto para ver como sigue acariciando pensativo.

- Tendría que matarte si te lo digo.- contesta, una sonrisa se instala en mi boca luego de escuchar sus palabras con gran afirmación, la mirada que me da de pena solo me hace asentir y cambiar de tema.

Los reyes cargan con grandes pesos.

Y saber que las reinas siempre serán atacadas por eso, los hace siempre guardar secretos.


- Señor, ya llegamos.- justo cuando el guardia dice eso es que noto lo mucho que platicamos. Alexander pone su máscara para hacerme dar la vuelta y ponerme la mía, alguien abre su puerta haciendo entrar el frío de Rusia por la puerta. Bajo detrás de él solo para ver como era una disco, vacía por cierto.

Habían guardias en la entrada, dos que cubrían la gran puerta que es abierta al Alexander entrar, seguido de eso hay una recepción en rojo que me hace silbar en mi mente de lo elegante que era. De igual forma, hay otra puerta marrón que es abierta para Alexander dejando ver un gran casino.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora