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" No importa que tanto me vendan, nadie podrá comprar mi deseo de libertad."


Por última vez, me miro en el espejo viendo el vestido que tenía puesto. Jamas había prestado atención a mi cuerpo, no era algo que me interesara o que amara, solo lo cuidaba por que sabía que un buen cuerpo era un buen pase para mi padre.  Sin seguir prestando atención decido colocar los guantes que tapaban las marcas que aún no sanaban, por última vez me miro al espejo para poder abrir la puerta.

Ya había pasado más de una semana desde que había visto al hombre/chico de ojos azules. Desde ese momento el ambiente en la mansión era tenso, pesado básicamente.

Mi padre no paraba de venir y irse de la mansión, cada vez venía con más guardias y sacaba los viejos. Incluso mis antiguos guardias fueron cambiados, solo los de servicio se quedaron y eso que son vigilados, la idea de que había un espía ronda por mi mente.

¿Qué tiene mi padre que él quiere?

— Señorita, ya es hora. Debe bajar.— dice, respiro hondo para salir escuchando el trueno a mis espaldas. Me volteo viendo hacia la ventana escuchando la fuerte lluvia, el clima estaba demasiado fuerte para hacer una cena de negocios.

Salgo de mi habitación notando como las de servicio se quedan en él, lo dejo pasar para bajar las escaleras y poder ir hacia la cocina. Justo cuando estoy por entrar, la puerta es tocada. Al no ver a nadie en ella aprovecho para abrirla yo.

Permanezco tranquila en mi lugar, puedo ver al hombre de ojos azules enfrente de mi siendo tapado por una sombrilla que era sostenida por su guardia, me hago aun lado dejando que pasen para poder tomar sus abrigos y dejarlos aún lado secando.

— Mi padre aun no esta listo, si no es mucha molestia por favor siganme hasta la sala de estar.— pido, el asiente dejando que yo vaya al frente por lo que camino sin bajar la mirada.

Al llegar, la fogata estaba encendida por lo que el ambiente frío desaparece por uno cálido. El toma asiento enfrente de mi mientras que su guardia se aparta, me quedo viendo la leña en el fuego mientras muevo mi pie esperando por mi padre.

— No te preguntas por qué siempre nos estamos viendo?— pregunta rompiendo el silencio, alzo mi mirada notando el frío otra vez por sus ojos.

— No tengo porque preguntarme eso, es más que obvio que tienes negocios pendientes con mi padre y eso, es lo que importa.— respondo, el suelta una risa pequeña.

Puedo ver en sus ojos como odia el que responda de forma educada pero solo puedo encojerme suavemente de los hombros. Cuando mi padre aparece lo primero que hace es pedir disculpas por la tardanza, antes de poder llegar puedo ver como le entrega un sobre al guardia del ojos azules.

Ese sobre...

— Podemos pasar al comedor, ya todo esta preparado solo esperan por nosotros.— mi padre toma mi mano con delicadeza actuada, puedo sentir el agarre firme. Tomo un suspiro profundo para dar mi mejor sonrisa y ir detrás de todos, mis pasos son lentos pero no lo suficiente ya que el guardia del invitado estaba detrás de mi apresurandome.

En cuanto llego al comedor tomo asiento al lado de mi padre y enfrente de...

El sin nombre que le encanta el misterio.

La cena empieza siendo un desafío completo, ambos hombres tenían aires de control. Yo solo me quedo callada con la mirada baja hasta que siento a alguien patear mi pie, junto mis cejas viendo como es el de ojos azules. Su mirada es divertida pero la ignoro por seguir disfrutando de mi copa, el mismo golpe aparece en mi pie haciendo que ahora si, deje la copa para ver su mirada.  Mi padre nos observa por unos momentos para sonreír y carraspear.

— Creo que ya conoce a mi hija Morgan, es un amor lleno de talento. Sabe hacer muchas cosas para tener 20 años, estudia en casa un día a la semana, es una buena señora de casa y sin duda alguna y lo mejor, sabe cuando guardar silencio.— murmura, yo simplemente aparto mi mirada.

Hablaba como si solo fuese un objeto, cosa que me enfermaba de una forma inexplicable.

— Ya es hora del postre, si me disculpan iré a decir que lo traigan.— digo para levantarme con cuidado y poder desaparecer en la cocina, veo como todos van de lado en lado terminando los postres por lo que les digo que yo los llevaría.

Ellos me agradecen mientras que yo miro como los guardias están entretenidos en mirar lo que cocinan, yo aprovecho para pasar entre todos ellos y poder llegar hasta el despacho de mi padre.

La cámara estaba prendida pero justo ahora, mi miedo en la garganta era más poderoso que el castigo que posiblemente me lleve.

Abro la puerta con cuidado para cerrarla detrás de mi y ir rápido hacia la caja de mi padre, tardo unos segundos en poner su contraseña pero cuando lo logro, la abro sintiendo los latidos de mi corazón ir más rápidos.

— No, no no no...— el miedo en mi garganta baja a mi estomago haciéndome sentir asustada, mis manos tiemblan mientras que el sudor frío empieza a correr por mi espalda.

Cierro su caja con cuidado para ir a sus archivos, busco uno por uno ignorando el tiempo que me lleve, al punto en el que estoy las lágrimas se apoderan de mi rostro haciéndome sentir impotente.

Cierro el lugar de los archivos para poder buscar en otro lado, justo cuando doy la espalda la puerta se abre. Con miedo de dar la espalda me quedo en mi lugar esperando hasta que una voz divertida delata quien es.

— Creí que las mujeres con modales no espiaban.— dice, yo solo me volteo para mirarlo. Sus ojos azules brillan en la oscuridad haciéndome sentir como un animal apunto de ser cazado.


— Me interesa llevar una platica contigo pero ahora mismo, estoy ocupada buscando algo.— digo para doblarme y seguir buscando hasta que carraspea alzando algo.

— Esto es lo que buscas?— pregunta, miro los papeles en sus manos dejando ver el papel de dama en espera.

Me acerco a él para intentar tomarlos hasta que su mano se coloca en mi cintura y me hace dejar de intentarlo, sus labios se curvan en una sonrisa.

— No puedes quitarme algo que es mío.— dice, yo solo trago saliva sintiendo todas esas emociones explotar mientras el abre los papeles con interés.

Esto debe ser una broma... por favor, que lo sea.

— Bueno, aparentemente soy tu dueño— dice para darme una sonrisa, yo solo me alejo.

Sus ojos me miran con detenimiento pero yo solo me fijo en los papeles.

Maldito el momento en el que decidí confiar en esos ojos azules.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora