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" Eres el deseo que a cualquier loco le consume."




- No piensas comer? - pestañeo un poco solo para verlo picar su filete y meterlo a su boca. Mi mirada recae en todo el restaurante vacío, en la primera planta había bastante gente pero en cuanto vieron a Alexander lo subieron a este lugar vacío. Miro al otro lado notando el cristal que dejaba ver todos los edificios de lo alto que estaba.



- Hace cuanto no te acuestas con Ágata? - preguntó, veo como deja de comer para mirarme a los ojos. Sigo mirando mi plato de comida lleno y aun esperando a que lo corte, yo solo subo mi vista  toparme con sus ojos.

- No recuerdo exactamente.- su comentario es dudoso, yo solo tomo mi copa dándole un sorbo.

- Desde que llegue, hace ya varias semanas casi un mes. No haz tocado a nadie más que a mí, hoy.- digo, su mandíbula se tensa mientras traga un poco.

- Qué quieres decir con esto, cariño? - una sensación viaja por todo mi cuerpo por su apodo, yo solo veo como pone sus manos en la mesa esperando respuesta. Yo solo miro mi copa, analizándola al igual que lo hago con Alexander.

Sonrió.

- Compras ropa para mi, me consientes, me tratas mejor que a los demás, me das lo que amo. No se si lo haces intencional o solo por "cariño a mi." pero de algo estoy segura y es que, cuando un hombre no tiene sexo por mucho tiempo, desarrolla sentimientos por quien le cumple su satisfacción. - silencio, uno muy tenso.

- Si tu plan es, que me gustes, bien. Lo lograste pero de algo estoy segura y es que, después de que nos acostemos, tu estarás igual. - digo, el sonríe para darle un sorbo a su copa.

En un suspiro de su parte deja de estar tenso, solo me mira relajado.

- Qué te hace creer que, tu no me gustas ya?- pregunta, yo solo puedo reír un poco hasta que noto que no se ríe, ahora soy yo la que traga nerviosa, veo como toma los cuchillos para cortar mi carne. Cuando termina, solo me queda empezar a comer callada.

- Duermes en mi cama, Ágata no entra nisiquiera en ella. Almuerzo contigo, nisiquiera lo hago en la mansión, casi lo hicimos en un lugar publico, no se la imagen que tienes de mi pero, tampoco lo hago con nadie más. Te doy regalos no para comparte si no por que se que te aburres y mereces todo lo que te doy, aun más importante, eres mi esposa y si no te quisiera,¿ crees que le hubiera seguido la corriente a mi madre?- ataca, bajo mi cabeza un poco.

Dejo los cubiertos sobre la mesa para apartar mi vista y solo mirar al cristal hasta que decide pagar la cuenta y irnos. En su auto hago lo mismo, puedo sentir como abre y cierra su boca para quitar el silencio pero yo solo sigo ahí, como estatua. Al llegar a la mansión quito mi cinturón para abrir la puerta y sentir el sol contra mi piel, antes de poder salir logro hablar.

- Lo siento...- murmuró para ahora si, salir y cerrar la puerta. Camino por el césped sin nieve cortando camino y logrando entrar a la mansión, subo corriendo las escaleras encontrando a Alisa planchando mi ropa mientras baila la música de sus auriculares. En cuanto me ve toca su pecho asustada, me da una sonrisa mientras que yo dejo mi bolso en su lugar para poder quitar mis accesorios menos el anillo de boda.

- Me daré una ducha.- digo quitando mi ropa para notar como ella asiente para guardar todo y retirarse. Cuando se va logro quitar toda mi ropa y dejarla en el cesto de ropa sucia viendo la de Alexander al lado.

Camino al baño dispuesta a poner la tina a coger agua tibia con algunos aromas. La cierro cuando esta bastante llena, entro a la ducha para quitar el sucio de mi cuerpo y luego poder entrar en ella.

El agua caliente me resive junto con la espuma, yo solo me undo en ella sintiendo la espuma tapar mi boca. Cierro mis ojos para acariciar mi vientre, clavo mis uñas un poco para detenerme cuando mi ira desaparece.

Suspiro hondo para poder sacar el agua una vez se enfría, limpio toda espuma de ella para salir y mirar mi cuerpo. Veo las marcas en ella causada por los castigos que me daba mi padre hasta sacar sangre, luego estaban las marcas de quemaduras de cigarros de los hombres anteriores que me compraron.

Alexander no era mi primer dueño

Pero, es el primero al que dejo de llamarlo dueño o captor y...

El primero al que admito, siento algo por él.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora