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" Las amenazas son fuertes, pero no tan fuertes para bajar la cabeza."

El camino al hogar de Alexander es largo, dan varias vueltas que supongo es solo para confundirme y no poder salir, si supieran que leí todos los letreros antes de poder llegar a la mansión.

Mansión que a simple vista me da miedo.

La nieve cubre todo el jardín haciendo imposible ver si tienen flores o tan siquiera podan el pasto. La mansión tiene una pinta de ser vieja, bastante vieja. Lo se por la forma en la que esta construida, cualquiera diría que parecía un

Castillo.


Puedo sentir a alguien a mi lado dejarme un abrigo en mis hombros, no me había dado cuenta como mi piel temblaba y se quemaba hasta que veo al guardia dejar el abrigo, alzo mi vista sintiendo algunos copos de nieve caer en mi rostro, mis pies descalzos se queman por la nieve pero solo juego con ella hasta que sin poder evitarlo una sonrisa gigante esta en mi rostro ignorando cualquier rastro de tristeza o miedo.

Con que esto era sentirse libre.

Que sentimiento tan encantador y jodidamente hermoso.

— Si ya terminaste, puedes entrar.— miro a Alexander entrar a la mansión al igual que los guardias con mis maletas, yo solo subo las escaleras para poder adentrarme a la mansión, el calor de ella me hace quitar abrigo hasta que puedo jurar una oleada de frío me invade haciéndome quedarme otra vez con el abrigo.

Veo a Alexander rodeado de dos chicas, cada una besa su mejilla y esta a su lado. Yo solo los ignoro para poder observar el lugar hasta que una de ellas me mira de arriba a bajo, sonríe con arrogancia para preguntar por mi.

— Es un nuevo regalo, se las dejaré a cargo mientras termino unos negocios. No hagan ninguna travesura, entendieron?— pregunta, ellas asienten con una sonrisa inocente mientras que Alexander desaparece sin mirarme, sus guardias lo siguen dejando mis maletas por lo que las cargo sin queja alguna quedando con las dos mujeres que me miran como si tuviera otra cabeza pegada a mi cuello.

Dios, en que me metí ahora?

— Cuál es tu nombre? — pregunta una, extiendo mi mano con cortesia mientras digo mi nombre, ambas me miran con burla para ignorar y darme la espalda haciéndome seguirlas.

Subo las escaleras arrastrando mis maletas como puedo, ellas solo hablan de que hay reglas y entre ellas esta no meterse con ellas ni con Alexander. Yo solo puedo pensar en, qué tan loca debo estar para querer meterme con alguien tan egoísta como él?

Justo cuando ellas me dejan en un cuarto, solo me queda ver como esta todo sucio y regado, enciendo la luz notando que no tiene corriente y la ventana está rota, les doy una mirada para ver como ellas corren riendo de lo que acaban de hacer, sonrió.

Vengo de un lugar peor, esto no es nada.

Tomo una liga de mi bolso para poder amarrar mi cabello por completo, me aseguro de quitar todas las sábanas blancas que tapan los sillones, espejos y cama. Cuando están todas las junto para encontrar a alguien de servicio y preguntar por el lugar de lavado, en cuanto me dice donde esta voy por el para poder poner a lavar esas sábanas, las dejo lavar para ir a mi cuarto sintiendo mis piernas temblar por tantas escaleras.

— Señorita Morgan? — alguien me llama, miro a mi lado notando a una chica y a un hombre vernos, ella me da una sonrisa

— El señor Ivanoov nos mandó, cada mujer en la mansión tiene una sirvienta y un guardia, el nos eligio para usted.— menciona, yo solo toco mi cabeza un poco confundida, creí que por sus amenazas el me odiaba.

Miro al guardia que nos dice estará con los demás hasta que lo necesite, yo asiento para ver como ella se queda conmigo mirándome con una sonrisa que me hace derretir el corazón.

— Estoy limpiando, si no te molesta puedes ayudarme.— digo para ver como asiente rápido para empezar a limpiar como si ya estuviera acostumbrada, yo solo abro la ventana para dejar que el polvo salga, abro el armario vacío para dejar mi ropa notando como no se llena ni en la mitad, guardo mi ropa del hogar junto mi ropa interior, pongo mis guantes de igual forma para cerrar todo eso.

Abro mi otra maleta de tacones para dejarlo en su lugar, pongo también mis zapatillas y mis tenis. Luego con mis cosas del aseo las dejo en el baño el cual sorprendentemente esta limpio, cuando terminó guardo mis cremas, perfumes, maquillaje y adornos.

— Cuál es tu nombre?— pregunto, ella me mira dejando de pasar el mapo en el suelo, me mira tímida pero le doy una sonrisa de seguridad.

— Alisa.— dice, yo asiento para ver como terminamos, miro sus manos rojas por tanto tallar.

— Ire a darme una ducha, puedes ir a bajo a descansar. En cuanto termine bajaré.— digo, ella asiente para dejarme sola. Le pongo seguro a la puerta para poder quitarme el vestido el cual se que deberé tirar por lo roto y sucio que esta pero aun así lo dejo en el cesto de lavado para ver si después podía arreglarlo.

Voy al baño dejando que el agua caliente hasta que noto que el agua no calienta, chasqueo mi lengua.

Creo que no soy bien recibida aquí.

Sin más que hacer, suelto la liga dejando mi cabello libre para poder entrar al agua y darme una ducha, el agua fría quema mi piel pero lo ignoro mientras siento mis dientes chocar por el frío, limpio mi cuerpo y mi cabello para poder secarme y vestirme.

Me pongo un pantalón largo junto con una camisa que hace juego con el pantalón, ya al final pongo unos tacones negros que no eran tan largos solo que me hacían ver elegante aún cuando estuviera vestida así. Me pongo unos anillos junto con unos aretes y un collar, miro la hora en mi teléfono notando como aun es temprano por lo que solo me queda colocarme perfume y poder salir.

Bajo a la cocina ignorando a las personas en la sala, podía escuchar la voz de una mujer y la voz de Alexander pero yo solo miro como las de servicio van de lado en lado. Alguien choca conmigo tirando un plato que por milagro no cae sobre mi, la veo tirar al suelo a recoger con miedo, sus manos tiemblan pero me doblo para ayudarla a recoger notando como corta su dedo, sus lágrimas no tardan en aparecer pero tomo su dedo para sacar el vidrio.

— No es profundo, solo necesitas lavarlo y vendarlo. Intenta usar la escoba la próxima vez y no tus manos.— digo para terminar de recogerlo todo y tirarlo a la basura, limpio mis manos para ver como todos están mirando al suelo, justo cuando me volteo veo a una señora de ojos azules, Alexander me mira con detenimiento para mirar a su madre y a mi.

— Madre, ella es Morgan. Morgan ella es mi madre, la señora Ivanoov.— dice, yo solo limpio mis manos para poder ofrecerla, ella la toma con la misma delicadeza con la que yo la doy haciéndome sonreír.

Señora, usted y yo nos llevaremos muy bien.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora