" Dicen que el infierno es el peor castigo, yo no puedo opinar por que mi castigo es vivir."
— No puedo creer lo que hiciste... entraste a mi oficina, buscaste entre mis cosas y ahora, actúas como una loca. Debería golpearte hasta el cansancio.— me regaña, yo solo me quedo en la silla, mirando directamente al suelo mientras juego con los guantes en mis dedos.
Suelto una risa pequeña en cuanto el guardia dice que ya todas mis cosas están en la camioneta.
Paso una mano por la lagrima en mi mejilla para sentir todo el maquillaje correrse, paso mi lengua por mis labios para mirar directamente a los ojos llenos de curiosidad.
— Yo enserió... yo enserió creí que ibas a ser diferente— en cada palabra una risa se me escapa, tomo el adorno en mi cabello dejando que caiga al suelo y mi cabello se suelte.
— Morgan, ya no me hagas pasar más vergüenza y arréglate.— dice, yo solo me levanto para tomar mirar a mi padre con detenimiento.
— Arreglarme? Para qué? Para ayudarte con tus problemas de adición, con tus problemas de apuesta?— pregunto, el solo aprieta su mandíbula mientras que yo solo toco mi frente.
— Cada día, de mi maldita, odiosa y repugnante vida, creí que ibas a cambiar pero mira... eres el mismo maldito hijo de puta que vendió a su hija a unos hombres por dinero, el mismo hijo de puta que... POR CADA PROBLEMA ME VENDE A UN EXTRAÑO.— mi pecho sube y baja, puedo ver como todos nos miran mientras que mi padre solo sigue en su lugar.
— Sigo siendo tu padre, Morgan. Y quiero que te subas al auto a la cuenta de cinco.— el empieza a contar mientras que yo aprovecho para quitarme los guantes y tirarlos aún lado, las marcas en mi piel se hacen visibles mientras alzo el vestido para poder quedar a mi altura teniendo que subir mi cabeza.
— Mi padre un coño, de lo único que eres padre es de las mentiras, el engaño y sabes qué? — miro al chico en traje, sus ojos ahora son oscuros y puedo jurar, están con un poco de pena.
Tu pena me la paso por la raja.
— Todo el dinero que perdió, tu dinero. Jamás, jamas te lo dará por que el es así, es una rata que traiciona hasta su propia San...— mis palabras quedan en mi boca cuando un golpe llega a mi haciéndome callar, el sabor a sangre llega a mi boca mientras que yo alzo mi vista viendo como mi padre toca sus nudillos.
Los guardias del de traje intentan parar el otro golpe pero no lo logran, eso hasta que una mano lo para con bastante fuerza. Me escondo detrás de su pecho con asombro por su fuerza, ambos se dan un duelo de miradas que me eriza la piel.
— Ya no tienes ningún derecho sobre ella así que, yo tu pensaría muy bien si debería tocarla otra vez y perder tus dedos por ello.— la forma en la que dice eso, me hace sentir más sensible.
El se vira para tomarme de la cintura y cargarme fuera de ahí, yo solo pataleo notando como es envano puesto que es más fuerte que yo. La lluvia de afuera me hace dejar de pelear mientras siento como el vestido se pega a mí piel y mi cabello a mi rostro, mi cabeza se sube por sí sola disfrutando de la lluvia.
— Princesa, haz las cosas más fáciles.— su voz en mi oído me hace sentir más vulnerable por lo que dejo que me baje, justo cuando lo hace, le suelto un golpe en su entrepierna para salir corriendo, hago lo mejor que puedo aprovechando que el bosque estaba demasiado cerca, justo cuando estoy por llegar siento como alguien me carga encontra de mi voluntad para llevarme al suelo.
La forma en la que agarra mis muñecas me hace intentar soltarme, me muevo de todas formas hasta que escucho su grito.
— Detente, ahora.— lo miro con detenimiento para sonreir sintiendo mi labio romperse más, me levanta del suelo una vez me quedo sin energía para entrar a la camioneta notando como los sillones son de cuero, el entra después de mi y de cerrar la camioneta, el ruido de la lluvia chocar contra el coche me hace voltear mi cabeza y mirarlo, su rostro estaba tan cerca como el mío. Sus ojos me miran con suavidad mientras que sus dedos acarician mi labio
— Puedo curarlo en cuanto lleguemos al aeropuerto. — murmura, yo solo cierro mis ojos cansada
Me alejo de el para ponerme cerca de la ventana, mis ojos arden al igual que mi labio por lo que solo me concentro en como terminan de meter mis cosas y en arrancar.
— No volverás aquí, lo prometo.— murmura para volver a su lugar y callar.
Yo solo volteo a mirarlo por unos segundos para sonreír. Ya no quiero creerle a nadie.
Ya no mas.
Respiro cansada cerrando mis ojos y viendo como pasan todo el pueblo, cuando mis ojos no aguantan más simplemente los cierro ya rendida.
Espero que al menos, ese lugar sea mejor.
▪︎ ▪︎ ▪︎
- Debes comer.- mi vista se aleja de la ventana del avión para poder mirar al dueño de esa voz tan ronca, de igual forma.
Mi nuevo dueño.
- No tengo hambre.- murmuró, en cierto aspecto no tenia ni un poco de hambre, lo unico que deseaba ahora era poder controlar mis emociones las que solo provocaban un nudo en mi garganta.
- Se que todo esto puede ser difícil pero creeme, cuando te digo que no tengo ninguna mala intención respecto a ti. Tengo tus papeles, pero eso no significa que te vea solo como un objeto. - la forma tan formal en la que habla me hace volver a retirar mi vista de la ventana y volverlo a ver.
- Aún no pasa un año y ya todas las personas en las que confiaba me engañaron, mintieron e incliso, vendieron. Disculpame si a ti, un extraño que me acaba de comprar, le decido no creer. - todas mis palabras las expulso con un toque de odio y dolor para ver su sonrisa pequeña.
- Eres agradable, estas a una vuelta de la locura, pero eres agradable. - ambos nos quedamos callados por unos minutos, yo solo tomo unas uvas verdes para comerlas mientras pienso en sus palabras.
Ya no vivía con mi papá, ya no era su propiedad, no se si esto significa que puedo ser libre o, si esto solo me jodia más.
- Cuál es tu nombre?- pregunto, su mirada vuelve a mi con tranquilidad.
- Alexander, Alexander Ivanoov.- justo cuando dice eso, mis oídos pueden apreciar el acento ruso.
Alexander Ivanoov.
Una sonrisa sale de mis labios en cuanto su nombre llega a mi mente, ya entendia por que todos le tenían miedo.
Es parte de la alta mafia.
Un rey.
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Casada con el Diablo
RomanceDicen que el deseo de la libertad es mas fuerte que el amor, yo puedo hablar de ello por que no hay algo más que mi alma desee más que el poder ser libre. Otros dicen, que ni el amor, ni el deseo corrompen lo que es ser amada por el diablo. Tambié...