Cuando un Dios nace, un propósito se le asigna. Son parte de sus genes, algún Dios del más allá le ha dado un don especifico al momento de nacer y su deber es hacerse cargo de esos poderes magníficos. Sigyn como la Diosa de la lealtad y Loki como el...
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« Sigyn »
Loki.
Había algo en él que me daba escalofríos. No porque fuera el dios del engaño y que pudiera fácilmente mentirme para mal. A lo que me refería, era que esa pequeña sonrisa malvada no me convenció. Había oído hablar de él, por supuesto que sí, ¡es el gran príncipe de Asgard! Lo que había escuchado por los asgardianos es que era muy serio pero juguetón, ya que es parte de su ser. No se sabía tanto sobre su actitud real, pero todos esos comentarios hacia su ser me daban mucho de que dudar.
—Loki, lleva a Sigyn a dar un vistazo por el palacio, para que lo conozca y se adapte con facilidad —exigió Odín.
—Será un honor, padre —dijo aquel dios sin dejar de mirarme— ¿Me acompaña? —con su mano me mostró el camino hacia un pasillo solitario. Yo nerviosa, asentí.
Caminé detrás de él. Miré a mi alrededor y vi todos esos hermosos detalles tan profundos que me dejaban con la boca semiabierta. Pronto, Loki se giró hacia mí cuando estábamos en un pasillo los dos solos. Yo tragué saliva al verlo.
—Así que, ¿usted será mi fiel esposa? —murmuró, noté un poco de maldad en su tono.
—Al parecer el destino lo dice —alcé mi vista, era más alto que yo.
Mi respuesta hizo que mirara con detalle mi rostro. Sin embargo, sigo asustada con todo este hecho. No puedo creer que me casaré con él, de verdad que dentro de mí no quería.
—Tranquila, yo tampoco quiero —se dio la vuelta.
Yo quedé perpleja ante eso. ¿Acaso leyó mi mente? Sé que es un dios, pero todos tenemos diferentes habilidades. Yo no podía leer mentes, pero al parecer, él sí.
—¿Estabas en mi mente? —caminé detrás de él— Eso es una falta de respeto —hablé cuando no respondió a mi pregunta.
El príncipe Loki desapareció, ahora no cabe duda que también hace magia. Yo asustada miré por todos lados, hasta que lo sentí aparecer detrás de mí en un destello verde. Me giré a verlo asustada, ¿estaba jugando conmigo? Primera charla y ya estaba haciendo sus travesuras.
—Advertencia número uno: sabré qué piensas. Así que ahora en adelante ten más cuidado, y más si se trata sobre mí —sonrió con egocentrismo. Yo alcé una ceja por todo esto.
—Tenemos un destino que cumplir —suspiré— Somos jóvenes, pero es lo que nos toca. Sé que no quieres esto tanto como yo —me acerqué a él, aún con mis piernas temblando—. Pero por favor, no hagamos esto más difícil.
—Qué aburrida eres, ¿esto será así entre nosotros? —susurró y siguió caminando.
No respondí, aún me sentía extraña con todo lo que estaba pasando. Llegamos a una hermosa terraza en donde se veía con claridad el mundo de Asgard. Yo lo miré con asombro, era tan asombrosa esta vista desde el palacio de Odín.
