Cuando un Dios nace, un propósito se le asigna. Son parte de sus genes, algún Dios del más allá le ha dado un don especifico al momento de nacer y su deber es hacerse cargo de esos poderes magníficos. Sigyn como la Diosa de la lealtad y Loki como el...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
« Sigyn »
Ruinas.
Destrucción.
Peligro en Nueva York.
Esas son las palabras que puedo describir al ver esta ciudad. Luego de que Loki me dijera "este soy yo", debo admitir que me decepcionó demasiado. Ya sabía que casarme con el dios de las mentiras iba a ser difícil, pero jamás creí que a este nivel. Recuerdo que nos quedamos callados cuando me lo confesó, un silencio vacío, hasta que llegó Thor a la torre. Pelearon, pero Loki lo apuñaló en el estómago. Desapareció mi ilusión del muro y huyó con Éride para recibir a su ejercito de Chitauri. Y yo solo estaba agotada de todas las formas posibles.
—¿Te duele? —dije mientras curaba a Thor de su herida.
—No, no tanto —me sonrió— Estoy bien —se enderezó—, ya estoy acostumbrado a que Loki me apuñale desde niños.
—Es increíble —sonreí con debilidad. Ya nada me sorprendía.
—Sé que estás agotada, Sigyn. No has dormido estos días —puso su mano sobre mi hombro como acto de apoyo— Pero todo saldrá bien, ten fe en nosotros y en ti. Volveremos a Asgard lo más pronto posible.
—Lo sé —asentí— Midgard es bonito, bueno, sin la vista de este masacre —se rió cuando dije eso— Aquellos humanos son buenas personas. Me agradó conocer a esos vengadores, se preocupan en verdad por su mundo y sus habitantes.
—Me gusta este mundo también —suspiró, seguro extrañaba a Jane— Pero venga, no hay que perder tiempo —me extendió su mano y yo la tomé.
Llegamos con los demás, quienes ya estaban peleando con la tropa de Loki y Éride. Maté unos cuantos Chitauri cuando de pronto caigo al suelo. Al voltear, veo al capitán Steve Rogers protegerme con su escudo. Yo solo lo miré sorprendida.
—Casi te atacan por detrás —me ayudó a levantarme— ¿Está bien, señorita?
—Lo estoy, gracias —sonreí un poco.
—Espero no te haya tirado con fuerzas y haberte lastimado por eso —me devuelve la sonrisa— Aunque no creo que eso sea posible, eres fuerte, demasiado ágil peleando para ser joven.
—Oh, bueno, tengo más de mil años —reí y él abrió sus ojos por mi respuesta— Somos dioses en otro mundo, seres similares a los humanos pero distintos —comencé a pelear con los monstruos.
—Creo que me ganas de edad —soltó una leve risa— Pero te lo repito, peleas bien.
—Siempre me ha gustado pelear, para bien, claro. Gracias de nuevo, por su ayuda —le miré.
—Estoy para servirle —se inclina ante a mí y después sale de mi vista para atrapar a otros Chitauri en otra zona.
Logré visualizar a Éride peleando con Natasha. Corrí hacia ellas y me metí, atacando a la diosa de la discordia con mis movimientos de combate. Ella me miró y se soltó a reír como si esto fuese un gran chiste. Tomó mi brazo, deteniéndome.