«Déjate llevar por tus sentidos,
por tus deseos,
y así obtendrás el máximo placer»El pasillo frente a mi tenía una luz tenue de color rojo, y cada puerta era del mismo color al igual que las paredes.
Llegué a mi puerta roja, la número 11.
Di unos golpecitos y entré a la habitación.
Era la primera en llegar.
Allí la luz también era roja. Había una cama muy grande en el centro y al costado una puerta abierta te dirigía al baño con jacuzzi, duchas y bañera. Ese espacio era grande y tenía la mitad superior de la pared vidriada para que la persona que esté dentro o fuera del baño, vea todo de un lado o del otro.
Ingenioso.
La puerta se abrió a mi espalda, erizándome la piel.
No me di vuelta, no debía y tampoco hacía falta, sabía quién era y a lo que habíamos ido allí.Este lugar rodeado de rojo era el escenario perfecto para las personas como yo y mi acompañante, un lugar que frecuentamos para llevar a cabo nuestras más íntimas fantasías.
Miguel me abrazó por la espalda, recorrió la curva de mi cuello y hombro con la nariz. Su calor recorrió mi espalda, y su aroma corporal acompañado de su perfume personal, invadió mis fosas nasales. Siempre olía delicioso.
Me soltó despacio, y otro cuerpo ocupó su lugar. Dicho cuerpo era menos musculoso, pero sí fibroso y su aroma masculino me agradó. Me soltó luego de dejar un beso en mi hombro izquierdo.
Otro cuerpo me abrazó por la espalda, se sentía más grande que Miguel, sus brazos y pecho me engullían con facilidad.Tragué saliva.
Al parecer, Miguel había traído dos hombres que nos serían de utilidad para nuestra fantasía en aquel lugar swinger.
Hacía dos meses que habíamos descubierto Placere y pasábamos varias noches a la semana en el bar y sus habitaciones. El bar era para beber algo, observar y luego ibas a las habitaciones con la persona que así lo deseara. Allí no había límites ni prejuicios, solo placer seguro y consensuado sin medida para personas que querían experimentar todo tipo de sexo.
Miguel apareció ante mí.
Llevaba unas Converse negras, jeans que marcaban un poco de sus piernas musculosas y una camisa azul que cubría un duro y abultado pecho. Se veía muy atractivo, pero su rostro siempre se llevaba toda la atención. Mandíbula cuadrada, labios finos pero rellenos, nariz recta. Su cabello castaño claro estaba en todas direcciones, sus ojos pardo me observaron con intensidad.
Siempre lograba que se me acelerara el pulso y secara la boca al verlo, y ese momento no fue la excepción.
Acercó sus masculinas manos al borde de mi vestido suelto y lo sacó por mi cabeza. Quedé ante él y los dos hombres a mi espalda con solo una fina tanga negra. Miguel buscó algo en su bolsillo trasero y con eso me cubrió los ojos.
Era algo que habíamos hablado antes. Yo estaría con otros dos hombres aparte de él, mientras me dejara vendar los ojos. Quería que la experiencia fuera plena para mí al privarme de uno de mis sentidos. Podría escuchar, oler, tocar o lamer, pero no vería nada hasta que Miguel quiera que lo haga.
Escuché movimientos a mi espalda y luego delante de mí. Miguel me quitó los zapatos que traía puestos y me instruyó para que me sentara en la cara de uno de los hombres.
Quedé arrodillada ante ese hombre mientras me sostuvo por las caderas y me lamió profundo y sin descanso mientras hice mi tanga a un lado. No podía moverme mucho por su fuerte agarre, pero sí gemí y grité de gusto con cada golpe de su lengua en mi clítoris.
Unas manos me tocaban las nalgas por detrás, y mi corazón se aceleró hasta el punto de creer que explotaría en mi pecho.
Sentí que las abría y tocaba la abundante humedad en la entrada de mi vagina. Buscó su pene y lo introdujo dentro de mí hasta el fondo, con una dureza que me hizo gritar de gusto mientras me sostenía por los hombros.
La lengua que aún jugaba con toda mi vulva no me había dado descanso, y chupó mi clítoris con fuerza cuando fui penetrada.
El pene en mi vagina se retiró casi por completo y volvió a invadir mi interior sin clemencia una y otra vez. Apreté los ojos ante el orgasmo que se avecinaba. Grité, gemí, y me retorcía de placer ante tal exquisita tortura acompañada por esa lengua sedienta.
El hombre a mi espalda sacó el pene de mi interior y con algo frío lubricó la entrada de mi ano para luego ser penetrado.
El pene en mi vagina, pasó a ocupar mi ano mientras una lengua seguía degustándome por delante.
El hombre a mi espalda me follo más suave que por la vagina y yo suspiré de placer.
Me encantaba el sexo anal, pero nada se compara a estar llena a reventar por la vagina.
Sentí un aliento en mi rostro.
Miguel.
Besó mis labios, y luego lo sentí ponerse derecho y acercarse a mí cuerpo arqueado.
Sus largas piernas entraron en contacto con mis duros y erectos pezones.
Los froté como pude en su ropa, buscando esa estimulación extra.Una de las manos en mis caderas, las del hombre que en ningún momento dejó de lamerme, se perdió entre mis piernas y metió dos dedos en mi vagina.
Un gemido largo escapó de mi garganta.
Miguel estimulaba mis pezones con el roce de sus jeans, el hombre entre mis piernas me lamió, chupó y mordisqueó con entusiasmo mientras me masturbaba profundo con sus dedos en mi vagina más que dilatada, y el pene del hombre a mi espalda estaba tomando más impulso con cada penetración.
La doble penetración da tanto placer que no quieres que acabe nunca.
Un orgasmo inesperadamente largo me sacudió por completo, y un gemido detrás de otro era liberado entre mis labios abiertos.
Respiré con dificultad hasta volver en mí.
La venda fue quitada de mis ojos, y como aún estaba arqueada con la cabeza hacia atrás y los pechos apoyados en las piernas de Miguel, tenía toda la vista de él por delante.
—¿Hay algo más que desees? —preguntó con su habitual voz rasposa.
—A ti. —dije sin aliento.
Liberó su erección de los jeans, no llevaba ropa interior, y acercó su largo y grueso pene venoso a mi boca.
Lamí su punta mojada y su sabor salado invadió mi boca. Chupé su punta y metí más de su pene, hasta obtener su semen bajando por mi garganta experimentada.
Y así, con un hombre entre las piernas que me había devorado por completo el coño, y con otro hombre que me había penetrado vaginal y analmente, obtuve el máximo placer al tener el semen de Miguel calentando mi estómago.
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Relatos Cortos © [Completa] ✔
Short Story(Contenido para adultos) Aquí encontrarás relatos cortos sobre parejas (o no) en un ambiente de puro erotismo y sensualidad, romanticismo y respeto. (Algunas historias contienen una breve descripción e inician) |No te vayas sin leer «Matrimonio arre...