«¿Su exterior intimidante y fuerte
sería un reflejo de su interior?»—No puedo más. —digo en un susurro lastimero dejando salir su miembro de mi boca.
No puedo lamer, chupar o succionar más porque el dolor a causa del vacío entre mis muslos me está matando.Siempre que le doy sexo oral, mi propio sexo se pone muy sensible por dicha acción.
Duele.
Arde.Me encuentro de rodillas, desnuda y con el cabello castaño húmedo y pegado a mi espalda y pecho, en el suelo de la gran cabina de vidrio de la ducha.
Miro hacia arriba, el agua fluye sobre la cabeza rapada y espalda de Matteo. Mis brazos y manos están extendidas por los pectorales como roca y duros cuadraditos que tiene, mi prometido, por abdominales.
Su cuerpo es grande, el doble que el mío y sus músculos son de acero, su piel es clara y tan suave al tacto como la seda, suave y tersa.
Su rostro posee unos ángulos muy marcados y duros, con barba recortada que no hace mucho por ocultarlo.
Su belleza es ruda en todo sentido, no es para nada un hombre que podría calificarse como «lindo».
Matteo posee una belleza salvaje y peligrosa que haría que quisieras huir en sentido contrario debido a su imponente tamaño corporal y mirada penetrante si no fueras una mujer fuerte que podría hacerle frente a semejante espécimen.
O deseara hacerlo.
Recuerdo la primera vez que lo vi...
Acababa de salir de comprar unos dulces en una tienda, salí sin mirar, guardando poco a poco todo en mi bolso y aquello ocasionó que estampara mi frente contra un pecho duro como la roca.Grité del susto y del leve dolor, y al instante unas grandes manos se apoderaron de mis antebrazos con firmeza, evitando que caiga hacia atrás.
—Disculpe, señorita. —dijo el hombre que me sostenía.
Su voz grave provocó un cosquilleo por todo mi cuerpo, despertándolo de su letargo, dándole vida y haciendo que olvide el leve dolor en mi frente.
Sus manos eran grandes, mis antebrazos se perdieron en su firme y cálido agarre.
Subí la mirada poco a poco, buscando el rostro de quien me sostenía y había escuchado su varonil voz.
Encontré un rostro de facciones duras y marcadas. Labios ni gruesos ni finos, nariz ancha y ojos medianos de un gris extraño e intenso. Su cuerpo tenía un gran tamaño, más ancho y alto que mi metro sesenta de curvas suaves.
Con su gran tamaño podría abrazarme y quedaría oculta entre sus brazos.
—¿Se encuentra bien? —preguntó debido a que no le había dicho nada y me quedé mirándolo fijamente, perdida en su mirada penetrante.
Su expresión seria había cambiado y se veía preocupado.Sentí otra vez ese cosquilleo por todo mi cuerpo al escucharlo hablar.
Otra mujer en mi lugar habría murmurado una disculpa y huido lejos, porque él era realmente intimidante y fuerte en todo sentido.
Pero eso, a mí no me asustaba, al contrario. Matteo me atrajo desde el primer momento, y cuando lo vi por completo, no había retorno.
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Short Story(Contenido para adultos) Aquí encontrarás relatos cortos sobre parejas (o no) en un ambiente de puro erotismo y sensualidad, romanticismo y respeto. (Algunas historias contienen una breve descripción e inician) |No te vayas sin leer «Matrimonio arre...