¿Ángel o demonio?

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«El rostro más dulce puede esconder
los secretos más amargamente oscuros»

Ella es una chica de cabello rubio pálido que parece contener todo el brillo de la blanca luna en ellos, de rosados labios regordetes y jugosos, con espesas pestañas que rodean una mirada tan oscura como la noche. Con un cuerpo angelical de curvas suaves que a simple vista no parece contener demonios en el interior de su mente.
Pero, ¿los tendrá?

Esa es mi presa y me propongo descifrarla.

Durante algunas semanas me dediqué a observarla en su ambiente.
Ver la inocencia que destilaba me hacía querer encerrarla en mi apartamento y mostrarle lo que pasa cuando la deja atrás. Cuando te rindes al placer, cuando descubres la crueldad del mundo y sus perversiones.

Al principio, creí que buscaba atención mediante la inocencia que mostraba, no había manera de que los hombres que se encontraban cerca le quitaran los ojos de encima o sus manos, pero día a día la mantenía en cada noche que salía a bailar y se despedía en la puerta del bar del chico con el que bailó y si el bastardo tuvo suerte, besó.

La vi dejar a muchos chicos guapos con los que creí que se iría, ya que no se veían ni vestían nada mal, pero ella los despedía con un beso en la mejilla y tomaba un taxi sola.

Despertó mi curiosidad, y sabiendo que iba a aquel bar, mi bar, cada viernes, empecé a estar más tiempo fuera de la oficina y tomando algo en la barra para observarla. Así es como supe su nombre, uno que creí inventado porque es justo lo que pensé que era cuando la vi por primera vez; un ángel, y lo demás fue fácil de averiguar.

Ángel Wells es una chica de 23 años que está en el último año de Arquitectura en la Universidad.
Hermosa e inteligente. Admirable.

Esta noche Ángel está nuevamente en mi bar, caminando sobre unos tacones negros de suela roja y envuelta en un hermoso vestido negro de satén, con tirantes, que se adhiere a su cuerpo como una segunda piel, le llega a la mitad del muslo y tiene una pequeña abertura en un costado.
Está hermosa, resplandeciente.

Es un vestido hecho para robar miradas tanto masculinas como femeninas. Y la mía es una que no la abandonará en toda la noche.

Quiero ver qué hace cuando note mi mirada, cuando sienta que es observada con insistencia.
¿Vendrá a mí?
¿Pedirá algo para beber o un idiota le dará una bebida antes de que ella llegue a la barra luego de bailar un poco?

Creo que me adelantaré.
Es momento de tener su atención después de tantos viernes observándola y analizándola.

Miro a Pablo, el barman castaño viste camisa azul, jeans y zapatillas blancas, le pido la bebida que sé que le gusta a Ángel y espero paciente a que ella se acerque.

No tardará mucho.

Baila con los ojos cerrados, destila elegancia y sensualidad, todos a su alrededor hacen lo posible para no estropear la belleza de sus movimientos, y dejarla mover a su antojo para el deleite de todos.

Ángel está convirtiendo este lugar en el infierno, y cada uno de los hombres que la rodea, es un demonio con ganas de corromperla.

Su mirada inocente hace acto de presencia luego de su sensual baile, acaba de pasar de audaz y atrevida, a tímida e inocente.

¿Es todo una mentira? ¿Es una máscara? Estoy a punto de averiguarlo.

Ángel camina hacia la barra en la que estoy, el lugar es amplio, con tres barras en total y ella siempre elige la misma, la que está a la derecha de la puerta de entrada, para pedir algo que nunca paga porque siempre hay alguien que lo hace por ella.

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