Escenarios con los personajes de Haiyuu que probablemente han pasado por tu imaginación.
Los personajes pertenecen a Haruichi Furudate.
Excepto algunos extra que agregare a las historias.
la continuación de Ties, habrán dos finales alternativos. Lamento tardar mucho en hacer segunda parte para este, la estuve pensando como dos meses. Perdón si ningún final les gusta.
¡muchas gracias por esperar! estoy trabajando en sus pedidos y tratar de actualizar más seguido no piensen que flojeó tanto :(.
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❝ 𝐒𝐚𝐭𝐮𝐫𝐧𝐨 ❞
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Las ciudad de Tokyo no podía estar más nublada, aquella suave llovizna que calaba al colarse como el frío en las mejillas, las aceras algo húmedas, y los parques donde suelen jugar los niños el lodo y los charquitos de agua no eran la excepción. Sobre todo por la época del año.
Un suave llanto llamó la atención de Suzuki, quien solo contemplaba a los niños jugar sobre una de las bancas, mientras esperaba informes de su trabajo. Se levantó rápidamente, y fue hacia la arena, donde los padres solían poner a sus hijos para que los niños jugaran con sus juguetes y conversaran con los demás.
— ¿te lastimaste? — preguntó bobamente, sabiendo que el pequeño no le respondería.
Vio los ojitos del pequeño azabache, llorosos y con un puchero notable, señalando su codo raspado, y con una manchita rojiza, sangrado interno, lo levantó de la arena con cuidado, cargándolo mientras caminaba de nuevo a la banca y se sentaba con él en sus piernas. El pequeño de mínimo dos años había dejado de llorar, mientras que con su manita tiraba un poco de los mechones de la fémina, y ésta lo curaba, mientras limpiaba la zona de su raspón y le colocaba cierta pomada que siempre solía traer por algún accidente.
— ¿Dónde está tu mamá? — vaciló mientras lo mecía en sus piernas.— Es un delito que te parezcas tanto a Tetsurou.
Ese pelo, tan rebelde se le asimilaba tanto a él, sus ojos pardos y su mirada, la forma en la que curveaba sus labios y su sonrisa después de curarlo.
Mientras tanto el alto peli negro, regresaba de comprar dos helados, y sonriente, caminando hacia donde se suponía que estaba su pequeño, pero su sorpresa y su frenético pulso aumentaron cuando no lo vio sentando donde lo dejó.
— ¡Yoshiro!— llamó mientras lo buscaba con la vista.
Hasta que lo vio, sentado en las piernas de alguna extraña, su corazón descanso un poco, y se fue acercando rápido a la banca, el pequeño le sonrió.
— ¡A-apa! — aplaudió feliz mientras lo veía.
— Lo siento el estaba llorando por el raspón de su brazo y, pensé que estaba solo.— la c/c se levanto de su lugar, y se inclinó un poco para luego levantarla mirada.
Y lo observó, se miraron, ahora portaba una camisa algo ajustada, su cabello se había ondulado un poco, y parecía todo un empresario. Ella, no había crecido mucho, llevaba un pantalón algo holgado y un blazer. Su pelo estaba ahora un poco más corto, y sus ojos, seguían portado aquel hipnotizante poder sobre él.
