Escenarios con los personajes de Haiyuu que probablemente han pasado por tu imaginación.
Los personajes pertenecen a Haruichi Furudate.
Excepto algunos extra que agregare a las historias.
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Era bien sabido, que Suna Rintarō era una persona con un serio rostro bastante normal. Sin expresiones.
O bueno, eso era lo que sabían los que lo veían del club para fuera. Porque para su novia Suzuki ___, era todo lo contrario.
Sabía que el chico de ojos peculiares de un verde demasiado lindo, era como una pequeña masita que había de cuidar.
Aunque sí, como todos, el bloqueador tenía ciertas cosas que le llegan a molestar un poco a su chica. No era que le molestara del todo. Pero sabía que el chico podía dañar su vista si estaba pegado al celular mucho tiempo. Y lo decía por experiencia propia.
Como esta mañana, Rintarō se encontraba desayunando con Kita, y los gemelos Miya. Algo alejada de la cafetería.
— ¡Hola ___-chan!— el gemelo rubio saludó algo emocionado.
— Hola.— el peli gris solo movió la mano.
La fémina se acerco a la mesa, y tomó un asiento al lado de su novio. Saludando a Kita y a los demás.
— ¿Ya desayunaste algo Rin-chan? — preguntó su novia al notar que estaba pegado a las redes sociales en el celular.
— Um, no, aún no.— respondió sin verla con un semblante tranquilo.
— ¿Quieres, onigiris? — le habló amablemente tratando que dejara su celular un momento.
— No, gracias.— respondió tratando de no sonar grosero, estaba tan metido en su celular que ni siquiera había puesto atención.
— Yo sí ¡dame uno ___-chan!
— Yo también, ¡quiero onigiris!
Así los gemelos acabaron con la mayoría de onigiris que llevaba ___, no es que le molestase, al contrario, le parecía divertido. Si no es por Shinsuke probablemente se habrían terminado todos.
El equipo debía regresar a entrenar, todos se despidieron de ella, excepción de su novio. Que se fue sin mirarla y sin su típico adiós.
Algo de lo que ya estaba un poco, cansada, insegura y nerviosa.
Los simples pensamientos de que su novio ya no la quisiera, o le aburriera la carcomían por completo. O peor aún, que estuviera hablando con alguien más por celular. No es que fueran celos, era un tremenda inseguridad que le comenzaba a surgir esta semana.
Siempre fue algo insegura, aún cuando el bloqueador de Inarizaki se le había declarado. Al punto de llorar por no creerlo.
Después de clases fue a buscarlo al gimnasio, pues ese día no tenía club de fotografía.