Escenarios con los personajes de Haiyuu que probablemente han pasado por tu imaginación.
Los personajes pertenecen a Haruichi Furudate.
Excepto algunos extra que agregare a las historias.
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Relación unilateral. Básicamente, podríamos agregar esta palabra a el diccionario de Suzuki (yn). Y conocer a Iwaizumi Hajime desde que tiene memoria, tampoco ayudaba demasiado a poder bien la realidad. La realidad, en la que Hajime, no se encontraba enamorado de ella, como ella de él. Pero era muy cobarde como para revelarle sus sentimientos. A parte, el azabache, por culpa de Oikawa, y Makki había conseguido novia. Pero un día, dejó de importarle.
En el patio trasero de la casa de la chica, estaban tirados, observando la noche, bueno, el único que observaba el espectáculo nocturno, era Hajime, ya que (yn) estaba sumamente nerviosa, jugueteando con sus dedos. Pensando el momento ideal, para confesársele. Había visto este tipo de declaraciones en varios manga shoujos, y películas. Pero aún, le causaba escalofríos.
Volteó para ver a el chico, por el que bien, había estado enamorada por más de tres años. Odiaba que consiguiera novia, odiaba que el tiempo juntos cada vez fuera menos. Odiaba no decírselo antes. Está vez sería su oportunidad, y le rezaba a todos los dioses inexistentes, que saliera bien.
— La luna está hermosa, ¿no crees Iwa? — juntó todas las fuerzas que tenía, acumuló el aire en sus pulmones y su pulso se aceleró al dejar salir esas palabras.
El azabache engrandeció los ojos, frunció su ceño, y trató de asimilar lo que acaba de escuchar, claro que sabía lo que significaba esa frase. Sus sentidos auditivos lo habían captado completamente. Pero no la iba a hacer volver a repetirlo. Tomó aire. Y la fémina vio como se levantaba un poco del pasto, con un semblante algo serio.
— ¿Quieres un vaso de agua? Ya regreso. — se sacudió un poco el pantalón, y le ofreció una diminuta sonrisa, haciendo oído sordos, como si nada, absolutamente nada había pasado.
— Sí...— el susurro de la de orbes miel salió tan bajo, casi inaudible.
La había rechazado, y sabía que probablemente reaccionaría así, pero confirmadlo, era el doble de doloroso. Al menos, se lo había dicho, y eso, era como quitar una gran carga sobre sus hombros. No lloró, no gritó, y lo comprendió de la mejor manera posible.
Entraron a la casa, después de ese vaso de agua. La fémina lo despidió con la mejor sonrisa que le pudo mostrar. Sabía que no era culpa del chico no corresponderle. Y no quería hacerlo sentir mal, después de todo, eran mejores amigos. Y ella, fue la única que lo arruinó.
A los siguientes días después de aquella incomoda confesión, Iwaizumi, se comenzó a distanciar un poco de Suzuki, no estaba enojado, estaba confundido, y aturdido, simplemente, para él, ella era como la pequeña niña que siempre iba a cuidar, al igual que Oikawa.
