Capítulo 31

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Diego explicó que al parecer, mis habilidades aparecerían cuando les diera la gana, así que solo nos quedaba esperar y ver. Taylor y yo habíamos venido a mi casa. Diego no podía porque, justo cuando íbamos a irnos, apareció su mamá (una señora muy... especial) y dijo que tenía que estudiar, a pesar de que no teníamos ningún examen en las siguientes semanas, y a pesar de que mi amigo tenía un promedio de nueve. Porque Diego tenía que tener promedio de diez y nada menos. Por supuesto.

-Ese lugar de las cámaras de sombra era increíble- dijo Ty después de tomar un trago de agua.

-Sí- concordé- sólo que todavía tengo que dominarlo. Y también tengo tarea. Y probablemente nos pongan un trabajo en grupos- ella hizo un gesto con la cabeza, dándome la razón- a veces estaría bueno poder clonarme.

Acto seguido, mi sombra se alzó, y empezó a tomar forma. Una adolescente de alrededor de 1,55 de altura, pelirroja, con ojos marrones, y un brazo todo enyesado... Tenía la mirada perdida y el rostro inexpresivo. No dijo nada.

Tay se atragantó con su agua.

-Ahí tenés a tu clon. ¿Podés regresarla? Realmente no quiero tener un problema con clones que se vuelven malos.

La miré. No, me miré. ¿Nos miré? Ya no se. Estaba quieta, mirando a la nada. Sin decir nada. Si no se hubiera notado que estaba respirando, hubiera pensado que era una estatua o un maniquí.

-No creo que tenga malas intenciones- murmuré- Ni siquiera se si tiene intenciones- miré al clon- ¿Hola?

Ella me miró, con la misma inexpresión.

-Hola- contestó con voz calmada.

-Habla- comentó mi amiga, alzando las cejas- ¿Quien sos, exactamente?

-Soy la sombra de Érica Montes.

Tay la miró sospechosamente.

-¿Tenés intenciones de controlar el mundo reemplazando a las personas con sus sombras?

-Me temo que, en sentido literal, tanto yo como todas las sombras, somos incapaces de tener opiniones propias. Yo solo puedo hacer lo que mi humana comande.

-Es bastante horrible. No poder hacer algo a voluntad- dije, apenada.

Ella me dedicó una débil, amable sonrisa.

-En el mundo corpóreo solo puedo hacer lo que tengo permitido. En mi mundo, sin embargo, puedo hacer lo que yo desee, menos salir. Solo podemos salir cuando un humano nos convoca. Y, aunque podamos hacer lo que queramos, en los dos mundos tenemos las mismas emociones que nuestros humanos, aunque podemos tomar distintas decisiones de las que nuestros humanos tomarían, pero solo en nuestro mundo, claro.

-¿Tomarías alguna mala decisión?- Tay ya sonaba como una mamá.

-Creo que nunca haría una decisión que se que provocaría daño o desgracia a otra persona o sombra.

La apuntó.

-Tu sombra me cae.

Yo concordé.

-¿Tenés nombre?- Tay le preguntó a mi sombra.

Ella negó con la cabeza.

-Per suelen referirse a mi como "La sombra de Érica", así que ustedes también pueden.

Taylor y yo suspiramos al unísono.

-No se- dije- me da la impresión de que te vamos a estar viendo bastante.

-Y te merecés un nombre con onda- concordó Ty- ¿Qué te parece Clara?

-Me encanta- dijimos Clara y yo al unísono.

Entonces Jake entró al cuarto.

-Érica, ¿Tenés una...

La vio a Clara y después me miró a mí, boquiabierto.

-Decime que no me olvidé de que tenía dos hermanas. Porque te podría prometer que no estuve presente durante los últimos dieciséis años de alguna de las dos... Es eso, o me estoy volviendo loco.

Me reí.

-No, no. Jake, esta es Clara... mi sombra. Clara, saludá a Jake, mi hermanito mayor.

Clara se volteó hacia el.

-Hola Jake.

Mi hermano alzó las cejas.

-Ah. Eh... Hola. Nunca voy acostumbrarme a esto- murmuró- ¿Alguna de las dos tiene una birome?

Le pasé una.

-Gracias, y- miró a Clara- un gusto.

Se fue confundido.

Ty se rió.

-Tu hermano vale oro.

Asentí, sonriendo.

-Ahora- se dirigió a Clara- vamos a tener que presentarte a Diego.

Sombras y FuegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora