Capítulo 12

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-¡Fueron los auriculares!- exclamó Taylor cuando nos sentamos a almorzar.

-Yo ya ni voy a preguntar- dijo Jake pasando de largo.

-¿Como que los auriculares?- pregunté.

-Ayer- empezó Diego, sentándose en la mesa y pasándonos unos jugos- cuando el tipo frenó el tiempo con su pokebola, lo hizo a través de ondas. Al parecer, los auriculares que llevaban vos y La Flama contrarrestaron esas ondas y hicieron que la parte cerebral de su cerebro no se detuviera.

-Altos auriculares- murmuró Taylor.

-¿Donde los conseguiste?- indagué.

-En el local de la esquina- dijo avergonzado.

Taylor se empezó a reír tan fuerte que la miró toda la cantina. Diego apartó la vista de ella, visiblemente todavía más avergonzado.

-¿Cómo es que...- intentó decir ella, entre risas- ... unos auriculares comprados en una tienda de segunda...- no pudo seguir, porque volvió a reírse como una loca.

-Ni siquiera es gracioso, Tay- la retó Diego, ofendido- y en respuesta a tu pregunta, no son los auriculares, es la pokebola; está hecha por un material que es contrarrestado por las ondas auriculares. Y por favor dejá de reírte antes de que nos echen de la cantina.

Taylor se calmó un poco.

-Ya. Entendí. Pero ¿Hay alguna forma de que los auriculares detengan algo más que mi cerebro?- pregunté.

-Podríamos probar. Pero tardaríamos unas cuantas horas, y sería bueno tenerlo hecho para esta noche- admitió Diego.

-¡Entonces pidamos un permiso para irnos!- sugirió Taylor.

-No- dijimos Diego y yo al unísono.

-No te preocupes- por experiencia y por las noticias, sabía que que los policías no pudieran detener a un criminal potencialmente peligroso implicaba que el barro estaba en alerta de seguridad- Tres, dos, uno...

-Buenas tardes alumnos- la encargada de estudios me interrumpió por los parlantes- por motivos de seguridad, las clases quedan suspendidas hasta nuevos avisos. Por favor, les pedimos que procedan a marcharse tranquilamente cada uno a...

Su voz fue ahogada por la avalancha de adolescentes que corrieron a la puerta de la cantina.

Nosotros tres nos dirigimos a la casa de Diego. Después de unas dos horas, en las que Diego hacía magia de armas, Taylor hacía magia de computadoras, y yo los miraba asombrada sin saber muy bien qué hacer, los auriculares parecían prometer más éxito que el de la noche pasada.

-Bueno- murmuró Diego- A ver que se hace.

-¡Mucho!- le aseguró Taylor- vas a ver.

-No creo- continuó el- no se si están bien calibrados...

-Basta- le interrumpió ella- tu trabajo es increíble. Te merecés el título de Cisco Ramón, aunque me cueste admitirlo.

Diego la miró, incrédulo.

-No tanto como vos, Tay. Lo que hacés con la computadora es impresionante.

-Bueno, yo mejor les doy privacidad. Nos hablamos después. Díganme si localizan al ladrón.

Y aparecí en mi cuarto.

Y casi me da algo cuando vi a Jake ahí. En mi cuarto. Cuando yo acababa de aparecer. Pero por suerte estaba de espaldas. Y me había olvidado de que el sabía mí secreto

-¡Érica! ¿De donde saliste?

-Acabo de volver.

-Ah. Cierto.

-¿Y vos qué hacías en mi cuarto?- pregunté.

-Estaba buscándote, por eso de que suspendieron las clases, pensé que estarías en casa, pero no diste indicio de estarlo.

-Es que estaba con Taylor y Diego, tratando de hacer auriculares mágicos. Bueno... Ellos los hacían.
-Eh, ¿Por que?
-Porque el nuevo villano frena el tiempo.
-Está bien. Eh... Bueno.
-Ya se que es raro.
-Ah, que suerte, porque estoy re perdido.

El llamado de Diego lo interrumpió. Atendí, para que no siguiera interrogándome.

-Hola, Die...

-Andá afuera ahora- me cortó.

-¿Ahora? No lo veo muy posible...

-Y, mirá, está yendo al banco Stanmount AHORA, así que, a menos que quieras otro robo, ¡Si, ahora!

-Bueno, ya voy, nos vemos en tu casa- y le colgué.

Jake me miró, alzando una ceja.

-Me tengo que ir. Nos vemos.

-Eh, bueno.

Me dirigí a la puerta de salida, salí y aparecí en la casa de Diego.

-Te tardaste un poco ¿No te parece?- me molestó Taylor.

-Culpá a mi hermano- me defendí- ahora pasame los auriculares.

Ahí estábamos, otra vez, frente a un banco, pero esta vez, ganaríamos

. . . . . . . . . . . .

Diría que la pelea fue larga y que fue difícil vencer al tipo, aún sin la pokebola temporal, pero estoy para presumir: fue facilísimo.

El llegó, apretó su aparato, su aparato no funcionó, y lo vencimos en cuestión de dos minutos.

-Me arrestaron a mi- nos dijo mientras lo metían en la patrulla- pero no van a encontrar al jefe. ¡Nunca encontrarán al jefe!

Y se lo llevaron.

-Ahora tengo algo de miedo- admitió La Flama.

-Es Alquimia- dijo Taylor por el auricular- Es Alquimia. Les aseguro que "El jefe" es Alquimia.

-¿Que es "alquimia"- preguntó el Flamachico.

-No puedo trabajar con este tipo- se lamentó.

Yo no hice caso a la obsesión de Taylor con Flash. Estaba preocupada. Si ahora los malos tenían jefe, la cosa podía ponerse más fea.

Sombras y FuegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora