Capítulo 10

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Foto del comandante Daniel Baucel arriba. Hecha en Artbreeder.

Jake volvió una hora después. Yo lo había esperado sola en el living. Me miró. Suspiró.
-Supongo que ahora toca la charla.
-Diría que si. Pero no sé que decirte. Te toca hacer las preguntas.
-Está bien- dijo- para empezar, ¿Por cuánto tiempo lo supiste? Lo de tus... Habilidades.
-Desde que tengo catorce años- admití.
El parpadeó.
-Dos años. Eso es mucho. Y yo no me di cuenta. Érica, ¿Por cuánto tiempo estuviste haciendo esto?
-Por un par de meses.
El respiró profundamente.
-Está bien. Está bien.
-Jake, yo estuve haciendo por mucho tiempo, y se que no te dije pero...
-Érika- me interrumpió- te mentiría si te dijera que no me preocupo por vos. Pero no voy a prohibirte hacerlo. Digo, lo estuviste haciendo por un buen tiempo. Solo tratá de que no te maten. ¿Si?
Asentí.
-Ahora, si no te importa, me voy a dormir. Tengo un par de cosas de procesar, y, aparte, acabo de tener la mejor cena de mi vida.
-No lo dudo hermanito.
El se rió.
-Buenas noches, Eri.
Se fue a su cuarto.

Me sobresalté cuando el teléfono me sonó. Era Taylor. Suspiré. Esto iba a ser interesante.

-Hola- saludé.

-¡¿Por qué me cortaste la comunicación?!- gritó Taylor desde el otro lado- ¡Lo estaba amenazando!

-Justo por eso lo hice- dije- A propósito, ¿Donde están?

-En la casa de Diego. Nos estábamos divertiendo, así que me quedé un rato más- explicó.

-Ahh. Uyy, ¿Segura que fue solo por eso?- indagué, divertida.

-La cortás o te corto yo. Es solo mi mejor amigO.

-Está bien. Los dejo solos, entonces- y corté.

Me reí.

Esos dos eran el uno para el otro, aunque no se dieran cuenta. Y aunque Taylor fuera a matarme el día siguiente en el colegio.

Prendí la televisión de mi cuarto.

-En otras noticias- estaba diciendo el reportero- un nuevo villano está aterrorizando la ciudad.

-Por favor- murmuré- ni que estuvieramos en DC comics.

-Todavía no se tiene información de quien es este nuevo villano ni como detenerlo, aunque sabemos que hasta el momento asaltó dos bancos en cuestión de cuatro días.

Me atraganté con mi propia saliva mientras el reportero seguía.

-La verdadera pregunta es: ¿Donde están La Sombra y la Flama?

Llamé a Taylor.

-Estoy en eso- respondió en menos de un segundo- ya le avisé a Diego. Te quiero vestida, afuera y lista.

Me cambié rápidamente, agarré mis cosas y salí por la ventana.

-¿Que encontraron?- les pregunté a los chicos por el auricular.

-Ni idea de quien es el tipo, ni idea de como robó dos bancos en menos de una semana sin que nos diéramos cuenta y ¡No papá, no tengo tarea!

-Taylor está alterada- comentó Diego.

-Me di cuenta- resoplé- ¿Al menos saben cual es su siguiente blanco?

-En eso- volvió a resongar- estoy intentando encontrar un patrón y.... ¡Ya lo encontré! Me siento como Cisco Ramón.

-Eh, ni de cerca- se enojó Diego- En todo caso, yo soy Cisco Ramón. Vos podés ser Felicity Smoke.

-¡Pero Cisco es más épico! Por que no...

-Chicos, lamento interrumpir su magnífica discusión sobre quien es mejor- les corté- pero tengo que ir por el tipo.

-TIENEN que ir por el tipo- me corrigió Taylor.

-¿Ya llegó tu nuevo compañero?- preguntó Diego.

Me fije en el cielo nocturno para ver si venía volando al rascacielos, pero no había ningún tipo en llamas.

-No, todavía no llegó.

-¿Y no vas a esperarlo?

-Prefiero no arriesgarme a perder tiempo- dije- ¿A donde va a ir el roba bancos?

-Al banco de la esquina de Britsford- dijo Taylor- Voy a alertar a la estación de policía.

-Que buena idea- ironizó Diego- que la hija del jefe llame a la estación de policías, si señor. ¿Que si te preguntan como sabés a donde va a ir el asaltante?

-Diego, pensé que me conocías mejor. No voy a ser yo la que llame.

-Tenés un problema con el anonimato- comentó el.

-¡En este caso es necesario!

Los ignoré y fui al banco que me dijeron. Unos siete policías armados con pistolas y chalecos antibalas llegaron, aproximadamente, unos diez minutos después. El papá de Taylor era uno de ellos.

-Señorita- me saludó- estamos a su disposición.

-Lo mismo digo Dani...- me interrupí- comandante. Estoy esperando a alguien. ¿Alguno de ustedes no habrá visto por casualidad un hombre en llamas?- indagué.

El comandante Daniel alzó las cejas.

-Disculpe... ¿Que?

Miré al cielo. Sonreí.

-No importa. Ya llegó mi compañero.

Antes de que los policías pudieran siquiera mirar arriba, La Flama aterrizó en frente de nosotros.

-Te tardaste un poco ¿No te parece?- le molesté.

-No había visto las noticias- se excusó. Apuntó al comandante- No sabía que trabajábamos con policías.

-Primera vez.

Le pasé un auricular para que pudiera escuchar al equipo.

Un policía se me acercó.

-Disculpe, ¿Es usted compañera de La Flama?

-Si- el tipo del fuego sonrío- pueden llamarnos "El Súper Duo".

- Por favor, no nos llamen "El Súper Duo"- pedí.

-No seas aburrida.

-Chica- Taylor habló por el auricular- Pude localizar al asaltante. Está yendo.

-¿En cuanto tiempo llegaría?- pregunté.

-Treinta segundos.

-Comandante- le llamé la atención- Mis fuentes dicen que el asaltante va a llegar en unos veinticinco segundos.

-¡Todos en posición!- dirigió el- ¡Ya, vamos! ¡Vamos!

Flamachico y yo subimos al techo del banco para ver si podíamos verlo. Y pudimos. Venía en una moto. Era un tipo más o menos alto, tenía varias bolsas donde probablemente quería poner la plata, y un aparato bastante raro, parecido a una Pokebola.

Nos miramos y llegamos a un acuerdo silencioso. El se quedó arriba para poder atacar desde altura, y yo bajé para atacar desde abajo. Los policías prepararon las pistolas, pero pasó algo raro.

Cuando La Flama saltó del techo, los policías dispararon y yo me prebaraba para bloquear la salida, el tipo apretó tranquilamente su Pokebola, y nada se movió.

Mi compañero se quedó suspendido en pleno salto, las balas frenaron en el aire, como si flotaran, y los policías se quedaron en posición de disparo, pero no disparaban. Intenté encaminarme hacia el, pero yo tampoco podía moverme. Y para cuando pude moverme, el asaltante ya había entrado, robado, y salido.

Lo habíamos perdido.

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