Capítulo 35

1 0 0
                                    

Esperé unos segundos para ver si era un tipo de chiste, como solía hacer de vez en cuando, pero, además de que no cuadraba con la situación, era permaneció inmóvil, con su pelo rubio sobre la cara por más de diez segundos. Si había algo que mi amiga no toleraba, entre varias otras cosas, era tener el pelo en la cara.

-¿Taylor?- me acerqué y le sacudí el hombro, pero no reaccionó.

Le corrí el pelo de la cara y dí un salto para atrás. Sus ojos estaban completamente abiertos, pero sin enfocarse en nada. Si no hubiera sido por el visible hecho de que estaba respirando, hubiera pensado que estaba muerta. Parecía muerta.

-¿Que le pasa?- le pregunté a Diego.

Su cara reflejaba una preocupación extrema.

-No se. Hasta hace dos minutos estaba...

Se interrumpió a sí mismo, abriendo los ojos como platos. Miré lo que estaba mirando, que era a Taylor, y no puedo decir que me haya quedado mucho mejor. Sus ojos estaban brillando, en el sentido literal, con un tono naranja rojizo.

-Esto no es normal en las pérdidas de conciencia, ¿No?

Él negó lentamente con la cabeza.

Entonces Tay inspiró bruscamente y se incorporó.

-Santa madre de las cabras.

Diego y yo casi nos caemos para atrás.

-Gracias al cielo- murmuró él- me asustaste, Tay.

Ella nos miró con desconcierto.

-¿Que pasó?

-Em, no estamos seguros- dije- te desmayaste, pero con los ojos abiertos, y estaban... Em... Brillando.

Frunció el entrecejo.

-Ajá, y esto es Matrix.

-Es lo que pasó, Tay- concordó Diego- estábamos hablando de, eh, John y...

-Pará, pará, pará- nuestra amiga lo interrumpió- ¿Que dijiste?

El la miró más confundido.

-Que estábamos hablando de John Baucel, y entonces te...

-John- dijo en voz baja- yo...- nos miró- vi a John.

La miré, boquiabierta.

-¿Como que viste a John?- conseguí preguntar.

-Lo vi. Estaba hablando con ustedes y hubo como un flash y lo ví...

-¿Lo viste como... actualmente?

Taylor negó con la cabeza.

-No, John está muerto. Estuvo muerto por tres años, y no entiendo por qué ahora...

No terminó de decir la frase, pero estuvo claro.

-¿Y que viste?- preguntó Diego.

-Lo vi como cuando tenía quince- empezó- estaba saliendo de un partido. Habían ganado y estaba festejando en el hotel con sus compañeros, pero entonces le sonó el teléfono.

"-¿Quien es?- le preguntó uno del equipo.

Él se encogió de hombros.

-Dice "número privado".

-No contestes- le dijo una de las animadoras- probablemente te quieran vender algo, o cobrar algo, o...

-No te preocupes Maggie- le dijo- no pierdo nada contestando. A lo mejor es importante.

Se alejó hacia el pasillo y contestó la llamada.

-¿Hola?

-John Baucel...

-El mismo. ¿Con quien tengo el placer?

Mi estúpido hermano con su estúpido buen humor hasta con los números privados.

-Te estuvimos observando...

Él se acercó más el celular a la oreja.

-¿Es esto una oferta de beca, señor?

-...No.

-Ah, disculpe.

-Señor Baucel, deje de interrumpir, por favor.

En ese momento yo ya me había dado cuenta del tono (distorsionado) de amenaza que tenía el que llamaba, pero John simplemente se rio un poco y dijo:

-Disculpe señor, continúe.

-Te estuvimos observando, John...

-Ajá.

-... A vos y a tu familia.

Silencio.

-Disculpe (risa nerviosa), creo que lo escuché mal. ¿Podría repetir?

-Me escuchaste bien Jonathan.

Ya no se rió más. Su sonrisa se le borró de la cara. Se puso serio.

-Disculpe, ¿Quién es usted?

-No es importante que sepas eso ahora, pero lo que si importa es que los estuvimos vigilando, especialmente a tu hermanastra, y a sus amiguitos ¿Cómo se llamaban? Ah, Érica e Iván, creo.

-¿Quien es usted? ¿Que quiere?

-No es importante ahora...

-A mi me parece que si es bastante importante- no se quien era ese tipo, pero estaba logrando que John perdiera la paciencia- mire señor, mi papá es policía y usted está admitiendo estar vigilándome no solo a mí, si no a mi familia y a dos chicos de trece y catorce años, señor. Así que, si usted copera, a lo mejor la sentencia sea menor a todos los años que le corresponderían.

-Más bien usted va a cooperar conmigo, señor Jonathan, porque yo tengo ojos y oídos en todas partes y si me llego a enterar de que llamó a su padre, le aseguro que se van a enterar sus personas queridas de la mala manera lo que quiero.

-¿Y qué si le informo a la policía? ¿Qué va a hacer?

-Bueno, su hermanastra es una chica muy capaz ¿No le parece? Y muy joven, también, apenas empezando su adolescencia. Sería una pena que algo trágico le pasara solo porque usted no me quiso escuchar, ¿No le parece, señor Baucel?

John no dijo nada. Su expresión era una mezcla de horror, desconcierto y desesperación.

-Callado. Así me gusta.

-... ¿Qué quiere de mi, señor?- dijo con un hilo de voz.

-Ah, no hay mucho que usted me pueda dar, señor Jonathan, pero sea paciente. Hay un tiempo para cada cosa, y cada cosa a su tiempo. Solo le quería advertir que deje sus investigaciones y que no indague más en lo que no le corresponda.

Y se colgó la llamada.".

Sombras y FuegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora