Confianza

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Taehyung y yo acabamos encerrados en una burbuja que no entendía de tiempo ni peligros, me había olvidado que aquel no era mi cuerpo ni mi mundo; acepté sin querer su aroma y particularidades. Las mordidas cariñosas resultaron un chispazo de vida y prendía sus ojos en verdes destellos de amor. Tanto él como ese instinto animal que vivía en sí, aceptaron que yo era un ser incompleto, una moneda con una de las caras borrosas.

Y lo peor de todo era que Taehyung era plenamente consciente que una vez la cara de la moneda se aclarase, nada agradable sería visto.

El cielo estaba tan despejado, como el mar, seco; el humo de cigarrillo se acumulaba en la atmósfera y dibujaba filamentos y filamentos de nubes grises. La bufanda roja de Taehyung parecía ser el único color en el día, su brazo rodeaba mis hombros y me resguardaban de la frialdad, camino a las clases, fuera de los establecimientos educativos; alejados del mundo en esa burbuja que mencioné.

—Tu madre me recuerda a la mía—. Confesé con una sonrisa nostálgica.

De a momentos sentía un escalofrío nacido de mi propia conciencia, tenía miedo de ese arranque que a veces me sobresaltaba en medio de mis silencios. De a momentos, sentía que me despedía de ella.

Y me daba terror hablar en pasado.

—¿En serio?

Murmuré un asentimiento y me humedecí los labios antes de explicar—: Siento que, a pesar de que mi madre nunca ha tenido la necesidad de dirigir una revolución o hacer ni el cinco por ciento de las cosas que ha hecho la tuya, siento que mi mamá las podría hacer, ¿entiendes? Mi mamá es una persona tan... Misteriosa. A veces la veo forrada en ese delantal, intentando que le funcione la más sencillas de las recetas, y me digo que ese no es su lugar. Es una mujer asombrosa.

Taehyung permaneció mirando hacia adelante, guiándome bajo su brazo conforme avanzábamos por la acera.

—Yo no creo...

—¿Qué? ¿Tienes miedo de que mi madre sea más cool que la tuya? —. Pregunté con una sonrisa burlesca.

Ese tema se había vuelto normal entre ambos, creo que en ese sentido, nadie sobre la faz de la tierra podía comprenderme como Kim Taehyung. Por eso una duda flotaba en mi cabeza mientras me entretenía en evitar pisar las rayas del asfalto.

—Es que puedes amar mucho a tu mamá, pero la señora que vi cuando fui a tu casa no me inspira nada de lo que dices.

Sentí su tensión y juro que pude leer los pensamientos que no podía esconder tras el telón de su mirada. Quería bloquear toda posible comparación entre la sosa señora Jeon y su madre. Y lo comprendí tan bien que enterré el tema con un—: No entenderías.

Esa duda de la que sentí debía desprenderme antes de que el momento de separarnos por la presencia del alumnado lleguase, me hizo pegarme más a su torso y cuestionar sin mirar sus ojos.

—Tae, ¿tú...? ¿Tú confías en mí?

Guardó silencio unos segundos y al despegar los labios la que brotó no fue la respuesta que esperaba—: Confío en tu capacidad para hacer lo que sea, confío en tus sentimientos hacia mí... Tendrás que ser más específico.

—¿Confías en mí? —. Reiteré mirándolo directamente y sus ojos pasaron a debatirse entre el camino frente a nosotros y los míos.

—Confío en que no sé nada de ti aparte de lo que ya he dicho —cuando me sintió con ganas de separarme de su cobijo, reforzó el agarre—. Así como confío en que tendrás una buena razón para mentir como lo haces.

Tragué con fuerza y el aroma artificial que regaba por su piel fue una pared invisible que me impidió recibir la seguridad que la canela me proveía.

—Aún si te dijera la verdad, no me creerías.

—Tampoco te creo cuando me mientes. Prefiero una verdad increíble antes que una mentira lógica. La única diferencia entre una y la otra es que con la primera no te queda cargo de conciencia, depende de mí creerla o dejar que me reviente en el rostro con el tiempo. Pero eso depende de mí.

La firmeza de su voz me dejó entrever que este tema había viajado como sombra los pasillos de su mente más de lo que yo imaginaba. Y justo ahí, en el parqueo de la escuela, donde su brazo debía dejar de protegerme del frío, quise soltarlo todo. Todo a lo que ni siquiera yo le hallaba explicación ni sentido, decirle todo lo que sabía con seguridad, que era bien poco y que incluso dudaba de su veracidad.

—Tae, yo...

Y sus ojos color cobre me esperaban abiertos y sin cortinas, esperando. Abierto a la fuerza por sus ganas de confiar en mí, de conocerme.

Pero el tiempo apremiaba y fue el timbre que anunció la apertura de las puertas lo que me hizo separarme de él, fue extraño el cruel retortijón que sentí al cortar con navaja filosa el hilo que nos unía por la cercanía. La burbuja comenzó a evaporarse y ascender a la atmósfera para formar parte del cielo gris.

—Me basta con que confíes en mi capacidad para hacer las cosas, y principalmente, en que mis sentimientos son sinceros. Nos vemos en la tarde.

Consideré su asentimiento despedida suficiente e intenté volverme invisible para pasar por las puertas de aquel infierno.

Es inútil intentar pasar desapercibido en un lugar en que todos te esperan, la trampa preparada con el mimo y cuidado de un cazador hambriento y amante de su trabajo.

La sombra que nos precede había crecido de tal forma que incluso el sol permaneció escondido tras el cielo de cenizas todo el tiempo que duró mi tortura.

Against My Nature [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora