Reconocimiento

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Sentí su dedo pulgar trazar mi ceja derecha, viajó por mi sien y rodó por el pómulo más cercano. Veía sus ojos grabar cada segmento del rostro que ya sabía, era solo una versión más delicada del original; me estudiaba con detenimiento, los quince minutos habían pasado y la privacidad era cuestionable. Una de sus manos acariciaba mi cabello, al encontrarse mi cabeza sobre su brazo; la otra trabajaba con los dedos que descendieron por mi nariz y quedaron acariciando mis labios.

—Entonces tú... ¿Estás aquí en contra de tu voluntad?

Fue lo primero que preguntó, elevé las comisuras de mis labios y suavicé la mirada si eso era posible.

—Estaré en contra de mi voluntad en cualquier sitio que no estés tú, tonto Tae.

Sus hombros parecieron destensarse, pero continuó insistiendo, era su turno de oro para indagar cuanto pudiera de la persona en quien confiaba.

—Pero también necesitas a tu madre, ¿cierto?

—Lo hago...

La mano que se encontraba en mi cabello llevó con delicadeza mi cabeza cercano a su rostro, susurró con su nariz rozando la mía de a momentos.

Si pudiera quedar encerrado en aquel instante, con mi cuerpo protegido del frío por sus brazos; con su aroma desprendido en cálido humo a nuestro alrededor, y más importante aún, sus ojos fijos en los míos, mirándome el alma misma. Lo haría sin pensarlo dos veces.

—Haremos lo que sea para conseguir estar los tres juntos.

Y esa afirmación, esa promesa escrita a fuego en la pared de nuestro pasado, fue todo lo que necesité para estar de pie tranquilo en medio de la tormenta. Sus labios encontraron los míos y aquel beso nos proclamó enemigos de todo lo divino.

El beso lento y ardiente como el fuego en los ojos de Taehyung, profundo como sus dedos en mi piel y tan real como el eco de su palpitar en mi pecho; ese beso se llevó todo el tiempo que los alfileres no se podían permitir. Eran enemigos del tiempo porque no tenían control sobre él, pero Taehyung los tenía en sus manos porque no le importaba el tiempo, y por eso, era nuestro mayor aliado.

Arrastró sus manos por el interior de mi ropa y enterró el rostro en mi cuello, sin ansias de morder, pero con deseos de ser mordido. Yo me puse de su lado, enterré los colmillos en su piel extendiendo el momento a mi antojo, sintiéndolo temblar en mis brazos.

—No importa... No importa si para ser reconocido por ti deba ser marcado por cien cuerpos. N—no importa si... —sentí sus dedos cerrarse en la tela de mi pijama, aferrado a un sostén que le guiase al final de la frase, una que le costaba pronunciar por mis dientes en su piel—... Si viajas por cientos de cuerpos, siempre serás mío donde sea que estés. Y siempre... Y siempre serás tú sin importar la piel que ocupes, y te voy a amar, Jungkook, sean cuales sean las condiciones.

Me concentré en lamer la herida, única en su cuello pues necesitaban apenas tres días para sanar. Le devolvía las caricias en mi cabello con cálidas lamidas por su piel. Quedamos abrazados el resto del día, Seokjin no hizo acto de aparición al día siguiente.

Estábamos solos y no sabíamos por qué, tampoco estábamos seguros de si eso nos convenía, lo que significaba.

Pero estábamos preparados para enfrentar lo que fuera.

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Al sol le quedaba camino por recorrer para anunciar el día cuando Taehyung se había salido de la cama. Sus pasos le guiaron con presencia zombie al interruptor y pude escapar por los pelos  de la luz desprendida en la habitación, ocultándome bajo las mantas. Continué en lo mío mientras lo escuchaba a lo lejos, incluso cuando apenas metros nos separaban, mover quién sabía qué cosas; cambiarlas de lugar, cerrar cajas, abrirlas de nuevo, revisar y rehacer el ciclo.

Against My Nature [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora