El poder de la desobediencia

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El aula se había vaciado y yo permanecía reticente a salir por las puertas de la institución, no niego que temía lo que podría suceder. Sin embargo, estaba tan entregado al dibujo entre mis dedos manchados de cristal azabache, que ninguna amenaza futura adquirió importancia en el momento.

Me reconocí en el papel, mi mandíbula marcada por la buena alimentación, ejercicios y genes. Pude verme en los espejuelos redondos situados casi a la punta de mi nariz, con el peligro de caerse impulsándome a arrugar el rostro. Mi mirada en el dibujo estaba fija al frente, mis labios entreabiertos y los ojos despejados. Tenía la esperanza de que Taehyung viera en esos ojos los mismos con que lo miraba a la mínima oportunidad; estaba concentrado en las sombras y detalles cuando los altavoces anunciaron que la escuela cerraría en breve.

A pesar de mi miedo, no me escondería de aquella forma; eran capaces de encontrarme en la escuela y ahí sí estaría solo. Por eso recogí mis cosas y salí con la cabeza en alto, sintiendo ojos mirándome desde todas direcciones. Taehyung se había despedido hacía dos horas, dándome un beso en la frente y apretándome el hombro.

Si las cosas se tornaban potencialmente feas, podría llamarlo de la forma en que conocemos; o eso pensaríamos, en realidad esa era la opción más vetada de todas.

Taehyung era un omega que se hacía pasar por alfa para engañar la sociedad y protegerse. Incluso con toda su astucia para dejarlo de incógnito tras más de cinco años, resistiendo por sí mismo los celos —no podía asistir a nadie, menos aún comprar supresores; ¿un alfa comprando supresores para omegas? Demasiado sospechoso—. Yo no llegaría a tirar todo su esfuerzo por la borda, porque podría hacerme una idea de su reacción a lo que se podía encontrar; sus ojos verdes y aroma descontrolado, lanzándose a protegerme en un círculo de alfas mientras él soltaba feromonas que le delataban...

No, estaba solo.

Pero también estaba preparado para usar todas mis cartas a mi favor.

El cuerpo del Jungkook omega era pequeño y débil, pero ágil y muy flexible; como líder de las porristas al fin, se podrían hacer una idea. El cuerpecito tenía poder, y yo tenía técnica. Aún no me había acostumbrado a moverme con piernas de tan poco alcance, pero estaba listo.

No para llorar, como esperaban. No para entregarme a mi suerte con las manos atadas.

Sino para resistir... Resistir para cumplir mi objetivo.

La institución educativa ya se había hecho pequeña a mis espaldas, mis ojos estaban fijos al frente, sin dejarme provocar por los entrecalles a mis costados, esos espacios que se volverían más oscuros una vez la luz natural desapareciera en los que calculé como quince minutos.

—¡Hey, Jungkook!

Apreté mis dedos alrededor de las correas de la mochila, así contuve ambos, mi estremecimiento, y el temblor que amenazó con azotar mis rodillas.

«Si pienso en azotes ahora me hago pipí»

Giré el rostro a la voz que me llamaba, otro de muchos personajes Xs que encontrarán en esta historia. Respondió con una sonrisa a mi ceja inquisitiva.

—¿Te molestaría venir un momento?

Me llamaba desde uno de esos espacios, llamados entrecalles bajo la luz diurna, nombrados callejones tras la retirada del sol.

«Ni de coña, si van a asaltarme al menos háganlo bien, no soy una carnada que pique con cualquier cosa; un poquito de respeto»

Bufé y continué mi camino, algo decepcionado para ser sinceros. Pésimo servicio villantesco.

Against My Nature [Taekook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora