Juré que no lloraría... Y no lo hice... Hasta entonces.
—Bas... Basta ¡No te atrevas a quitarme la ropa, estúpido!
—¿Te crees en la posición de ofendernos, zorrita?
Los protagonistas no suelen pedir por sus madres en situaciones como la que aconteció, pero yo lo hice.
No estoy apegado a ninguna de las características típicas de un protagonista.
«Si solo tuviera a mi mamá una vez llegara a casa, pensara en algo más que en mi propio orgullo y me mantendría a salvo» fue mi explicación para mis propias acciones de defensa.
Escupí al idiota de la faldita justo en la cara, la saliva cayendo por su mejilla en asquerosas burbujas.
—Zorra tu puta madre.
Resonó por todo el lugar, el primer golpe recibido en toda mi vida, en un cuerpo que estaba seguro, no me pertenecía. La mejilla ardió por el impacto de una mano grande en ella, seguro que en un rosa precioso. Porque con esa piel hasta los moretones se veían... Ya vale Jeon, concéntrate.
—Repítelo, sucio Omega.
Y lo hubiera hecho con todo el gusto del mundo, pues eso hubiera alargado el tiempo hasta, ¿quién sabe? El toque milagroso del timbre. Una campana que me salvaría de la mayor vergüenza de todas; mas no fue necesario.
El probable alfa de ojos rojizos agarró con una sonrisa de todo menos real —incluyan a ese todo el adjetivo caliente—, la prenda en el brazo de mi abusón.
—Yo me pido a la zorrita en falda, Kai, luego te hago llegar el dinero.
—¿¡Disculpa!?
El tal Kai miró a mi bully favorito con una ceja enarcada.
—¿Tú, Tae? No sabía que entrara en tus... —me miró sin asco pero curioso, y yo ahí de maniquí — Gustos.
Con aquel aspecto pan suave pero crujiente, ¿qué gustos podría tener?
Además, ¿Tae? ¿En serio? ¿El matón no pudo tener un nombre menos lindo? ¿Un tantito más masculino?
No sé, Salazar, por poner un ejemplo.
—Y no lo hace, pero estoy que la meto en cualquier agujero.
Y así, con esa frase tan puerca ordenó con una mirada al que me retenía los movimientos que me soltase. Antes de tener tiempo para procesarlo y qué decir de evitarlo, el tal Tae me agarró de las piernas y me subió a su hombro, clavando el hueso en mi abdomen.
—¡Suéltame, imbécil! ¿Quién te crees?
Le abrieron el camino justito como a Moisés, me sentí un sacrificio siendo arrastrado a su destino. Aunque... El camino no era tan aterrador, desde aquella posición veía un culito precio... ¡Que ya vale, Jeon!
—¡Déjame ir! ¡No me prostituyo, malditos proxenetas! ¡Si digo que no, es violación! ¿Te atreves a violarme, asqueroso?
—Si no quieres que te desnude aquí mismo, cierra la puta boca.
«Mierda... Qué bonito gruñido acaba de soltar» pensé distrayéndome por unos milisegundos, algo hipnotizado por las redondeadas nalgas que me quedaban cercanas a la nariz. Solo cuando parpadeé par de veces, pude pelear contra mis propias pensamientos. «¡No! ¡Soy inmune al encanto de este mundo de retrógrados!»
Así me la pasé engañándome un buen tiempo.
Despegué la mirada del suelo para intentar centrarme en las figuras que dejábamos atrás, decenas de ojos fijos en cada uno de nuestros movimientos. Ojos que estuvieron deseando dejarme desnudo para hacerme usar una pieza apta para estrella de porno... Algunos hambrientos de belleza, otros de vergüenza... Pero todos, sin ninguna excepción, esperando verme destrozado y con mi orgullo hecho trizas.
En lugar de protestar, simplemente dejé salir en un susurro
—¿Por qué?
ᝰ◌᮫۪۪۪۪᳝۟🎟️◌᮫۪۪۪۪᳝۟⑅៹
Me metió en el baño y cerró la puerta una vez dejó caer mis piernas al suelo; me dejó de pie frente a su mirada y salió del baño, cerrando nuevamente la puerta; me dejó solo, sin poder procesar lo que acababa de suceder, y mucho menos lo que pudo haber sucedido. Con las manos tranquilas por el shock me subí la bragueta y ajusté el botón de mi pantalón.
Lentamente miré a mi derecha sabiendo lo que me encontraría: Un espejo.
Hay personas que lo miran y se satisfacen, puesto que su aspecto les brinda la seguridad para encarar al mundo de la superficialidad formando parte de él; otras recuerdan en un espejo los mensajes dejados por el labial de una hermana o una madre ¿Saben lo que se siente que cada fragmento de cristal que encuentres te suene a una nota suicida?
A los espejos les tuve desinterés... Hasta la primera vez que ví en ellos un reflejo que no reconocía como mío.
Sentís asco por esa persona reflejada, asco por el ser de figura débil, tonificado pero tan vulnerable. Justo como las niñas en el negocio de tráfico de personas. Parecía delicioso de pervertir; más que alguien a quien amar, alguien a quien ensuciar.
Una muñeca que romper.
La vi cayendo, otra lágrima en un baño, una gota más que este mundo me hacía dejar caer.
Y entonces entró él, silencioso como siempre y de presencia solo detectable por el pesado aroma a café. Cerró la puerta a sus espaldas para centrar la mirada en mis ojos.
—Lava tu cara.
Tensé los labios y sin un mero asentimiento procedí a hacerlo, más por necesidad que por cumplir órdenes. El agua fría calmó el ardor tanto de la bofetada como del estrés; además de barrer el rastro de lágrimas.
—¿Ya lo sientes?
Con la cara aún mojada alcé la cabeza y le miré inquisitivo.
—¿Qué?
—El peso de tu insolencia.
Me incorporé a duras penas y cerré la pila de agua, mirándolo sorprendido.
—¿Pero tú de qué hablas ahora?
—Antes complacías a todos con esa naturalidad tuya que me ponía enfermo, porque ni siquiera eras hipócrita. Actuabas así porque creías firmemente que era lo que tenías que hacer. Sin embargo, ahora... Es gracioso pero me enfermas incluso más que antes.
Se cruzó de brazos y apoyó la espalda en la pared, mirándome con una chispa casi invisible de interés.
Me esforcé por no rodar los ojos, lo logré por la falta de fuerzas.
—No estoy para esto ahora...
—Antes lo veías todo rosa y tan superficial que me enojaba lo feliz que eras en toda tu mentira. Pero ahora no te entiendo, eso me molesta.
«Vamos que te da lo mismo rosa que negro, a ti nada te viene bien»
Sacudí las manos para acabarlas de secar contra el aire y me rasqué los ojos en un vano intento de espantar el dolor de cabeza.
—No quiero tu análisis... No quiero tu maldita atención.
—Ya, pues yo quiero que tú dejes de existir pero como ves no siempre se tiene lo que se quiere.
Ignoré el pinchazo en mi pecho cuando aquel desconocido me atacó a lo justo, como el arquero que toma puntuación perfecta en la diana.
—Yo también quiero dejar de hacerlo. No quiero existir aquí, si alguien quiere desaparecer, ese soy yo.
El brillo en sus ojos pasó seguido de una sombra, olfateé la amenaza antes de que el peso de su cuerpo colmase la carga sobre mis hombros.
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Against My Nature [Taekook]
FanficSoy un lector insaciable, lo reconozco, ¿qué aventurero no lo es? Mi vida es arriesgada y mi corazón amenaza con detenerse cada vez que se aproxima un signo de exclamación. Tengo tantos oficios como vidas secretas, soy un adolescente de ojos grandes...