Against My Nature [Taekook]

Prejuicios

«Muy bien Jeon Jungkook, piensa, usa tu mente prodigiosa... Vale, ya estoy divagando»

Habían pasado dos días desde la conversación con Yoongi, una tan fructífera como árbol de manzanas en país tropical.

Encuentra a una persona de la que no te diré el nombre, influye en ella para que haga algo que no te diré qué es porque no quiero eh, de poder puedo. Y suerte con ello.

Resumen de la misión: Revisado.

En fin, en esos días pude percatarme de varios datos.

En primer lugar: Las burlas se habían intensificado.

Una vez el olor a café desapareció de mi sistema los buitres regresaron al instante. Eran realmente molestos parloteando de aquí hacia allá. No podía continuar mi trabajo o siquiera empezarlo con tantas distracciones.

Debía hallar una forma de resolverlo, y lo peor de todo es que sabía precisamente cuál.

En segundo lugar: Todos necesitaban ayuda.

Luego de darle unas cuantas vueltas decidí llevar el método más simple... Tal vez demasiado simple.

—Hola ¿Necesitas ayuda? ¿Algo desastroso sucede en tu vida? ¿Es acaso que vives una tragedia tan grande que los "ángeles" consideren intervenir y salvarte?

No dio resultado.

Acabé encontrándome libros y anuncios de ayuda psicológica encima de mi segmento de mesa, tarjetitas de recomendaciones a Psiquiatras... En fin, mis compañeros se preocupaban por mi salud mental, que bonitos.

Inhalé y exhalé antes de permitir que una palabrota tomase forma en mis pensamientos y alcé mi cabeza en dirección al profesor. Presioné el nacimiento de mi nariz con la yema de los dedos en un intento desesperado de aliviar mi malestar. La clase menos impartida pero jodidamente más molesta: Clase de sexología.

—Como algunos han visto en las noticias, los científicos están trabajando de forma ardua para elaborar un suplente de los supresores, un sustituto. El caro material que ya escasea a números alarmantes, el tiempo invertido en conseguir el producto final; ambos factores son la principal causa del por qué del trabajo para obtener un semejante al supresor.

Este mundo estaba pasando por una crisis la cual, luego de décadas de haberse visto pasar desapercibida, se disparaba impactándoles en las caras. El nacimiento de betas era de dos por cada diez individuos. La sobre—población de omegas y alfas estaba haciendo temblar el mundo principalmente por la escasez de supresores, importantes para el control de este frágil orden en el sistema de estirpes.

Violaciones, homicidios, secuestros, descontrol en los pedófilos y crecimiento del ingreso de los proxenetas. Los millonarios continuarán ganando millones cuando los mismos millonarios comiencen a comprar a precios exagerados los supresores y así controlar sus instintos. Todo el avance de la humanidad en estos seres que compartían con una naturaleza salvaje retrocedería... Triste, pero el marco figuraba una cruel apocalipsis zombie. Los alfas tomando a la fuerza agujeros en los que enterrar su órgano sexual y los omegas, entre la desesperación por defenderse y por aliviar su dolor, acabarían lastimados de una manera u otra.

Dejé salir un suspiro que por suerte esta vez el profesor ignoró e hice garabatos en mi libreta vacía, dejando mis pensamientos dirigirse a ningún sitio en particular.

Mi celo debía estar al llegar, por primera vez experimentaré ese infierno de hormonas descontroladas. La madre de Kookie me quitó parte de la preocupación al afirmar que tenía supresores para al menos tres celos más. En los libros y materiales que he estudiado se mostraba cierta conexión entre el lado humano y la parte de bestia (vamos que algo así son) pero el lobo de Kookie era como si no existiese. Dicha ausencia me hacía sentir nervioso.