Ahora sí demos un buen salto en el tiempo, directo al punto en que, a mis ojos, todo empezó a salirse de control.
—Debido al crecimiento de la población mundial, los supresores y el material para su fabricación han ido en descenso. Se ha visto una alteración en el nacimiento de omegas y alfas, los números de individuos nacidos por día de dicha estirpe ha llegado a cifras descomunales...
«¿Qué... Estoy soñando? ¿¡Esta molestia del Omegaverse hasta me interrumpe el sueño, pero qué les sucede!?» pensé al procesar superficialmente el monólogo del sujeto que quedará nombrado para la posteridad, como muchos: Sujeto X.
Abrí los ojos con la pereza ralentizando mis movimientos. Tras abrirlos levanté la cabeza de la mesa y miré a mi alrededor, me situé en mi salón de clases, el profesor de Sexología diciendo palabras ajenas a mi interés puesto que por sus agrietados labios no decía más que datos de omegas, alfas... En fin, de ser un sueño, uno insoportable.
Miré mis uñas y me sorprendí del poder de mi imaginación e inconsciente; máximos detalles, veía las fisuras en mis cutículas maltratadas, dato que me hizo fruncir el entrecejo porque yo NUNCA me he metido los dedos en la boca, ni siquiera en períodos de ansiedad. La duda se desplazó de mi mente por la intensa y repentina picazón en la nariz, decenas de olores me pegaron con fuerza y el desconocer al setenta por ciento de los que pude discernir, fue la leña al fuego de mi confusión.
Lo primero con lo que tuve que lidiar, fue con la asquerosa mezcla de todos arremolinándose en mi nariz. Como respuesta empecé a boquear y me tapé el aparato olfativo con la punta de mis dedos.
—Estudiante Jeon, ¿tiene algún problema?
Alcé la cabeza ante la pregunta del profesor, y, mirando a mi alrededor me percaté de que la atención del alumnado estaba encima mío.
Regla número uno de los opositores a las relaciones de compañerismo: Siempre siéntate al final de la clase, en el justo agujero donde el profesor no te vea.
Contraria a mi reacción natural, contesté.
—Sí lo hay, aquí apesta —mi voz era tan sensiblemente aguda como siempre, mas un gruñido en su trasfondo me dificultó reconocerla completamente como mía.
Algo molesto por lo realista del sueño, me puse de pie sin apartar la mano de mi nariz.
—¿Cuánto aromatizante puso el conserje? Por Dios...
—¿Qué pasa, Kookie, se aproxima tu celo?
Giré la cabeza y encaminé mi mirada al fondo del salón, el propietario de la voz no lucía grosero, simplemente fue un comentario... Pero conmigo nadie hablaba, gracias.
—¿Te conozco?
Un murmullo se extendió de boca en boca, justo como lo hace la pólvora en el aire y yo puse los ojos en blanco, a rebosar de incredulidad.
«¿No que en los sueños se vive en tercera persona?» pregunté para mis adentros.
—Ha interrumpido un punto crucial de mi clase, estudiante. Le pido que tome asiento.
—¿Disculpe? Ha sido usted quien se me dirigió, además, menudo coñazo de charla. ¿Es que no existen las noticias?
«¿Si armo lío saldré de aquí más pronto?»
—Pe... Pero, ¿cómo se atreve a...?
—Claro, claro, hasta nunca, voy a tomar aire, en serio apestan. No se coloquen tanto perfume, por favor.
Metí las manos en mis bolsillos con indiferencia y simplemente me encaminé a la salida, con al menos dos decenas de ojos encima mío.
El baño fue mi primer refugio en aquel lugar tan conocido como ajeno a mi persona, pensé que debía estar bien para que me dejasen desaparecer sin interrupciones; no quería contacto con ningún otro mundano que pusiera a prueba mi humor de oro.
Admiré la limpieza del instituto y el olor plenamente... Agradable, al menos ya no me picaba la nariz. Escuché las clases provenientes del otro lado de las puertas cerradas a cada extremo del pasillo, doblé en una esquina y tras dos puertas me topé con el lavabo masculino. El espejo a lo largo del cuarto, con tres puertas que brindaban privacidad a los báters y en la pared del fondo la hilera de urinarios, cinco en total.
Era un baño espacioso, los recursos de la escuela lo podían mantener. De un vistazo me vi reflejado en el espejo y la impresión fue tal que me olvidé de cerrar la puerta.
«¿QUIÉN ME ARREBATÓ MI PRECIADO ASPECTO DE OTAKU MUGRIENTO?» pensé en un agudo grito que a cualquiera le hubiese hecho cerrar los ojos.
Me encontré con una imagen que me hizo dudar si se trataba realmente de mí.
Mis labios seguían con su característica forma, el superior absurdamente pequeño mientras que el otro era mullido por ambos; un brillo rosa los resaltaba por encima de mi pálida piel, la cual se encontraba mucho más cuidada, como si el acné no hubiese importunado nunca o como si la crema ocupase el primer lugar en mis prioridades. Mi cabello era de un tono castaño más claro, tal vez por los tratamientos que lo mantenían tan molestamente perfecto, tan sedoso y bien peinado, lo de exacto para que me resultase irreal. Busqué desesperado mis anillos, mis preciados anillos de One Piece y mi querido Sinsajo... Pero no estaban.
«Espera Jungkook, no te alarmes hombre, es solo un sueño» intentaba con unas palmaditas mentales en la espalda.
La ansiedad me alcanzó con otro pensamiento—: «No... No es un sueño, ¡es una pesadilla!»
Era cierto que mis cutículas estaban algo irregulares, pero... Por Dios ¿A qué se debían aquellos anillos de plata, tan sencillos y elegantes? ¿Por qué razón mis manos han reducido su tamaño y las venas, en lugar de resaltar masculinas trazaban delicados canales bajo mi pálida piel?
Las siguientes horas las pasé pensando en lo mucho que quería salir de allí.
ᝰ◌᮫۪۪۪۪᳝۟🎟️◌᮫۪۪۪۪᳝۟⑅៹
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Against My Nature [Taekook]
FanfictionSoy un lector insaciable, lo reconozco, ¿qué aventurero no lo es? Mi vida es arriesgada y mi corazón amenaza con detenerse cada vez que se aproxima un signo de exclamación. Tengo tantos oficios como vidas secretas, soy un adolescente de ojos grandes...