CAPÍTULO 5

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-Por favor, señor Albert. Esta mujer está en la calle con sus hijas. Necesita de esa habitación- le pidió Zai'd, al dueño del edificio.

El señor no parecía muy interesado, ya que iba y venía detrás de su mostrador, acomodando la pila de papeles.

-Mira, hijo- se detuvo, observando tanto al muchacho que tenía en frente de él, como a mi madre -Yo también tengo una familia a la que debo alimentar. Asi que ya sabes como es esto, la mitad de la paga ahora, y el resto cuando finalice el mes- repitió -Y así pueden quedarse-

-Pero no tenemos dinero, señor....- dio un paso en frente mi madre -Le prometo que le pagaré en cuanto consiga un trabajo- le prometió, apretando su bolso con fuerza.

Mi hermana tomó mi mano, rogando que el señor se apiade de nosotras y....

- No se ofenda señora, pero la vida me enseñó que las palabras se las lleva el viento-

-Mi madre no es una mentirosa- dije, defendiendo a mi madre -¡Además, miré su rostro! ¿Le parece que mentimos?- me moleste.

-Vane...- me ragaño mi hermana mayor.

- No lo sé.... Pero tengo sesenta años en donde la desconfianza fue mi gran aliada- me señaló. Sin intención de seder.

-Aliada mi....- murmure entre dientes echándole una mirada desaprobativa.

-Bien. ¿Cuánto?- preguntó Zai'd, llamando la atención del viejo dueño -¿Cuánto por la habitación?- metió sus manos en el bolsillo de su jeans, sacando una billetera.

¿Qué?. No.

-Oh, no. No necesitas hacer eso- se acercó mi madre. Oponiendose.

-Mire señora... puesto que el señor  Albert no sedera, y que usted no tiene dinero. No queda de otra- soltó Zai'd, sin mirarla -¿Cuánto?- repitió, mirando fijamente al dueño del edificio.

Y sí.

Zai'd, no sólo nos pagó el adelanto, sino que pagó un mes completo de renta al viejo amargado. El dueño de este viejo edificio.
Mi abuela siempre decía que existen  personas que llegan en el momento menos esperado, pero más necesitado.
Personas que son como ángeles de aspecto humano y sin alas.

Ahora, le creo.

Lo que Zai'd hizo.... fue un acto muy noble de su parte. Y sin conocernos.

Estoy segura, que en este mundo, ya casi no existen personas como él. Me siento muy afortunada.

-Por aquí....- indicó Zai'd, cargando el bolso de mi madre.

Subimos por unas escaleras, hasta llegar al quinto piso. El edificio estaba en pésimas condiciones. Las paredes ni siquiera tenían pintura, tan sólo unos grafitis echos con aerosoles con frases y dibujos bulgares.

Pero es para el único que nos podría llegar a alcanzar, si es que conseguimos un buen empleo.

Tendré que tomar la dura decisión de dejar el ballet.

- Esté es- soltó Zai'd al detenerse en frente de una puerta.

La abrió e ingreso primero.

Lo seguimos.

Mamá encendió la luz a medida que Zai'd depositaba el bolso en el suelo.

-Muchas gracias por todo.... en verdad estamos muy agradecidos....- le agradeció mi madre.

Mi mirada recorrió el lugar, notando que es un departamento pequeño. Pero acogedor.

-No es nada señora- negó fijando su atención en ella- Estos departamentos sólo tienen dos habitaciones. No hay heladera- informó -Hay una lavandería a un par de calles de aquí. Es muy económica. Y si necesitan guardar cosas como carne, la vecina de al lado cuenta con una heladera. Es muy amable y no tiene inconveniente en prestarla- aconsejo.

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