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El pobre albino estaba entrando en desesperación, no había visto las llamadas de Iguro y Mitsuri ya que en esos momentos, él estaba en la universidad, también tuvo una reunión importante con su padre, le prestó atención a todo menos a su teléfono. Estaba como loco buscando al rubio por todas partes, eran alrededor de las diez de la noche cuando él estaba dando vueltas por allí buscándolo, una idea cruzó por su mente.

— ¿Y si está en su antigua casa? — se preguntó a si mismo, con rapidez condujo hasta llegar a aquella casa, al llegar vió las luces encendidas, el corazón se le llenó de calma.

Estacionó el auto con tranquilidad, bajó de este y fue corriendo hasta la puerta, tocó suavemente. La puerta fue abierta por el rubio, que estaba con los ojos lagrimosos, Uzui por instinto lo abrazó y cargo como a un koala.

— Hola — saludó Zenitsu, el albino acarició el cabello dorado delas joven, hizo una mueca al verle cabizbajo.

— ¿Qué sucede? — preguntó, se adentró más a la casa, cerró la puerta principal con el pie y se sentó en el mueble con el rubio en brazos, Zenitsu se escondió su rostro en el cuello de Uzui tratando de ocultar un fuerte sonrojo.

Nunca había estado en dicha posición con nadie, nunca se había sentado en el regazo de otra persona que no fueran su abuelo, Tanjiro, incluso Genya e Inosuke. La sensación que tenía ahora era muy diferente, sentarse en las piernas de un familiar o personas que son casi como hermanos era algo común para él, no había nada malo, ni siquiera llegaba a sentirse incómodo, en cambio, estar sentado en las piernas de Uzui era algo diferente, sentía un cosquilleo en la boca de su estómago, las manos le sudaban y su rostro se sentía muy caliente.

También sentía un nerviosismo al estar cerca de él, mirar los ojos profundos de Uzui le hacía daño según él, ya que solía perderse mientras le miraba, quizás el mayor ya se había dado cuenta de esto.

— Quería limpiar la casa y estar un rato aquí, me hacía falta la casa — dijo tímido, el albino sonrió comprendiendo la situación de su menor, de nuevo acarició el cabello y la espalda del chico.

El pobre Zenitsu creía que si Uzui seguía dándole esas caricias en el cabello lograría hacerle vomitar, el cosquilleo en la boca de su estómago aumentaba cada vez más y le causana náuseas.

— No te preocupes, te entiendo, pero para la próxima no asustes a Kanroji e Iguro — luego de decir eso dejó un pequeñísimo beso en el hombro izquierdo de Zenitsu, el joven abrió la boca queriendo gritar por culpa de aquella electricidad que sintió en todo su cuerpo.

Little Boys | Uzuzen, Giyutan, SaneIno. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora