Problemas económicos, la necesidad de obtener dinero rápido y la exigencia de cuidar a la familia... Son unos de los tantos motivos que han llevado a Tanjiro, Zenitsu e Inosuke a buscar trabajo desesperadamente en la ciudad, pero, ¿quién dijo que en...
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A diferencia de Tanjiro y Giyuu este par no era para nada de pensar antes de actuar, era una de las razones por las cuales estaban los dos comiéndose la boca. Zenitsu estaba sentado en el regazo del albino mientras se estaban dando besos como si no hubiese un mañana.
Uzui estaba quitándole la camisa a Zenitsu, pero por alguna razón del destino sus enormes manos no podía soltar los pequeños botones, otra razón por la cual estaban partidos de risa.
— ¡Que inútil me saliste! — se quejó Zenitsu entre risas por lo divertido que estaba siendo el asunto.
— Shhhh... ¡A la verga te compro otra después! — dicho esto arrancó la camisa de golpe asustando a Zenitsu, ambos se quedaron mirándose unos instantes para comenzar a reírse fuertemente —, ay dios, parecemos focas retrasadas.
El rubio asintió dándole la razón al albino, los ojos de Zenitsu tenían un brillo especial, un brillo que ahora sí podía mostrar frente al hombre frente a él. Uzui de la nada le dió una nalgada al rubio, tan fuerte que le sacó un gemido.
— Mgh — volvió a gemir ante los besos en su cuello —, esto me gusta sabes.
— A mí también me gusta hacer esto — dejó una pequeña mordida en la clavícula derecha, después de eso sonrió y lamió los labios del chico.
Por más que ambos intentaban tomar con seriedad el asunto que estaban haciendo, no podían, entre el beso que se estaban dando Uzui explotó en carcajadas y Zenitsu igual. El albino hizo un mal movimiento por ende se cayó del mueble con Zenitsu en el pecho.
— Ay, que pendejo me saliste — comentó Zenitsu entre pequeñas risas, el rubio estaba que lloraba de la risa, no sabían porque se reían tanto de la situación.
— Mejor hagamos eso cuando haya mayor seriedad — dijo Uzui acariciando el cabello del más pequeño —, pero ya, en serio, ¿Quieres ser mi novio?
Las mejillas de Zenitsu estaban rojas como un par de tomates. Uzui le miraba espectante, esperando la respuesta del joven.
— Si quiero — respondió suavemente, se inclinó hasta los labios del albino y dejó varios besos —, tu boca sabe a cereza.
— La tuya a miel, la mía sabe a cereza porque me coloco vaselina con sabor a cereza para cuidar mis labios — explicó Uzui calmado, con sus manos acarició la cintura desnuda de Zenitsu, bajó más las manos y le dió una nalgada.
— Está potente el asunto — Zenitsu dijo aquello por la fuerza de la nalgada, aunque por alguna razón le prendía, le gustó la fuerza utilizada.
