Problemas económicos, la necesidad de obtener dinero rápido y la exigencia de cuidar a la familia... Son unos de los tantos motivos que han llevado a Tanjiro, Zenitsu e Inosuke a buscar trabajo desesperadamente en la ciudad, pero, ¿quién dijo que en...
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Zenitsu e Iguro se encontraban sentados en la mesa de juego de la antigua casa de Zenitsu, el rubio sonrió al notar que le estaba ganando a su padre, bueno, hasta que Iguro mandó a casa todas las piezas de ludo de Zenitsu.
— ¡Oye!, ¡yo iba ganando! — exclamó Zenitsu.
— Ibas, en pasado — respondió Obanai sacándole la lengua, Mitsuri estaba terminando la cena.
Después de haber salido del hospital estaban preocupados, principalmente porque según la investigación, había sido un cortocircuito y el seguro que ellos tenían no cubría eso.
Así que el pago de los daños sería enorme, sin embargo, Zenitsu ofreció la antigua casa donde vivía, la casa estaba sola, no les quedaba lejos de la escuela, ni de la sexshop y tampoco del restaurante.
— ¿Puedo preguntarte algo? — Iguro alzó la mirada, enfocando mejor a Zenitsu.
— Claro, ¿qué pasó? — el chico recostó sus codos sobre la mesa.
— ¿Estás seguro de que nos quedemos a vivir en esta casa? — indagó el azabache, todavía lo estaba procesando, recién ayer le habían dado de alta del hospital.
— Papá Obanai — comentó Zenitsu, Mitsuri los escuchaba en silencio —, primero, ustedes me llevaron a su casa sin pedir nada a cambio, me han cuidado desde que mi abuelo fue a un lugar mejor, aún sin conocerme del todo, ahora tienen muchos gastos con el bebé, reconstruir su antigua casa sería una eternidad y una deuda enorme sabiendo que mi antigua casa estaba sin nadie viviendo aquí.
Explicó el rubio, Iguro asintió, movió otra pieza del juego, se mordió el labio inferior.
— Sabes, por las cosas que dices, hubiera dado mucho para que fueras nuestro hijo biológico — comentó, Zenitsu sonrió ligeramente, nunca pensó en ganarse dicha confianza con alguien.
— Quizás no compartimos sangre, sin embargo, nos queremos como una familia común.
El suave llanto les llamó la atención, ambos miraron a Mitsuri, quien ya estaba llorando.
— Frijolito...tu papi y tú hermano se quieren mucho, que bonito, ay — la joven parecía una fuente de lágrimas —, ay, que lindos, debí haberlos grabado para el futuro.
Ambos se rieron mientras ella se acercaba a abrazarlos.
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