El Viaje

826 114 97
                                    

Las manos de Reki temblaban frente a la puerta. Era la primera vez que iba a casa de Langa. Acordaron de juntarse para poder estar seguros de que el chico llevara todo lo necesario para Canadá.

Tocó.

–Reki– abrió su madre la puerta –Que bueno que llegaste bien– le sonrió –¿Se te ofrece algo? ¿Un vaso de agua?– lo dejó pasar.

–No es necesario, señora Hasegawa– se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa –¿Y Langa?–.

–Salió a comprar unas cosas ¿Seguro qué no quieres nada?–.

–Bueno, tal vez un vaso de agua no me vendría mal–.

–De acuerdo– le guiñó un ojo y fue a buscarlo.

El chico comenzó a pasearse por el lugar. Era una casa muy linda. Había varios retratos familiares por muchas partes. Se paró frente a uno donde Langa no parecía tener más de cuatro años. Soltó una risita. Apenas y se podían ver sus ojos por la bufanda que tenía. A su lado estaba un hombre.

–Ese era mi Oliver– apareció la mujer a su lado.

Reki dio un salto por el susto.

–El padre de Langa, supongo– murmuró.

–Te hubiera adorado– dijo con una dulce sonrisa –A cualquiera que haga feliz a nuestro Langa. Además, a lo que mi hijo me cuenta eres muy apasionado. Una cualidad que siempre apreció.

El menor se sonrojó.

–Sé que ya es muy tarde para esto, pero enserio lamento su perdida– suspiró –Sé lo que se siente perder a un padre– se forzó a sonreír.

–¿Qué? Pero si tu madre lo ha mencionado varias veces–.

–Ah, él no es mi padre, es de las chicas– explicó –El mío se fue cuando tenía 2 años. Solo nos dejó– se le cristalizaron los ojos –Pero mamá se enamoró de nuevo– Y siendo sincero, creo que acabé con más figuras paternas de las que creo necesitar– bromeó.

La mujer iba a responder, pero fue interrumpida por la puerta de entrada.

–Ya llegué, mamá– dijo Langa mientras ponía unas bolsas en la mesa –Hoy hace mucho calor– empezó a quitarse la camisa.

–Cariño...

–¿Si, mamá?– fue entonces que notó a pelirrojo –Reki– se sonrojó e intento ocultar un poco su abdomen con sus prendas –Ya llegaste–.

–Hola, Langa– respondió también sonrojado.

–I-iré a cambiarme. Ya vuelvo– caminó a paso rápido hacia su habitación.

–Ahora sí necesito ese vaso de agua– se apresuró a decir Reki.

Cuando el peli celeste regresó, empezaron a revisar la maleta del pelirrojo.

–¿Sólo usas calzones morados?– le preguntó con una ceja alzada.

–¡Claro que no! También tengo verdes, pero esos los estoy usando ahorita–.

Soltó una risita y siguió mirando –¿No llevas chaquetas?–.

–Llevo mis sudaderas–.

–Vamos a un lugar enserio frío. Deberías llevar algo más abrigado–

–No tengo esa clase de chaquetas gruesas. Nunca ha estado tan helado aquí–.

–Tal vez pueda prestarte alguna entonces–.

–Y tal vez también debas abrazarme. Digo, si enserio es tan frío como tú dices– se rascó la mejilla.

–Siempre que lo necesites– respondió con un ligero sonrojo.

Más allá del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora