Las Cataratas del Niágara

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Langa caminaba a máxima velocidad jalando a Miya del brazo.

–Aquí está su hijo– se lo lanzó a Cherry y Joe –Llévenselo–.

–¿Todo bien?– preguntó Joe.

–Solo está enojado porque dormí en la misma cama que Reki y él no–.

–Esperaba tu apoyo en ese sentido– hizo un puchero –Pero me traicionaste–.

–Juntarte con Adam te ha hecho muy dramático– hizo una mueca –Como sea, ya vete con él y se feliz– se cruzó de brazos –Pero si sigues sin declararte pronto te lo van a quitar. Y cuando eso pase me voy a reír–.

–Veo que vuelves a ser el de siempre– sonrió Cherry –Oye, Kojiro y yo conseguimos boletos para ir a un parque de diversiones ¿Te parece?–.

–¿¡De verdad!?– le brillaron los ojos –Son los mejores– los abrazó –Te veo en la noche, Langa– se despidió con la mano.

–Suerte hoy– le dio el peliverde un ligero golpe en el hombro.

–Sólo iré a ver a mi padre– hizo una ligera sonrisa.




Nanako y Reki esperaban fuera del cementerio.

El pelirrojo era un notorio manojo de nervios. No sabía con exactitud qué hacer.

Jamás hubiera imaginado que se encontraría en una situación así ¿Debería saludar al estar frente a la tumba? ¿O tal vez quedarse callado hasta que olviden que existía?

–Perdón por tardar– apareció Langa. Se dio cuenta del estado de Reki y soltó una risita –Tranquilo– tomó su mano –Sólo quédate a mi lado–.

Entraron. Reki se veía asombrado por la diferencia de tumbas entre Japón y Canadá. No se dio cuenta en el momento que se detuvieron.

Se sentaron.

Leyó la lápida "Aquí yace Oliver Hasegawa. Amado padre y esposo"

–Hola, papá– habló el peli celeste –Esta vez traje a Reki, como te prometí la vez anterior– tomó la mano de su mejor amigo –Es asombroso ¿No lo crees? Ayer le enseñé snowboard y ganó una competencia–.

–Eso fue un accidente– rio el pelirrojo.

–Pero lo hiciste. Y eso es lo que cuenta– lo apretó –¿Quieres hablar con él?–.

–¿Con él?– señaló la tumba –Creo que eso es...

–No seas tímido, tal vez parece raro, pero créeme que es terapeútico–.

–Ok– tragó saliva –Hola, señor Hasegawa, soy Reki, pero creo que Langa ya le contó eso– se rascó la nuca –Emm, me gusta el skateboard, con eso me hice amigo de su hijo. Fue muy divertido. De hecho, Langa es asombroso– murmuró –Es el primer amigo de verdad que tengo en mucho tiempo– se sonrojó –Y enserio me gusta–.

–¿Qué?– lo miró.

–¡ME GUSTA SU COMPAÑÍA!– corrigió de inmediato.

Nanako soltó una carcajada.

Se quedaron una media hora charlando y riendo entre ellos. Al caer la tarde, fueron hacia las famosas cataratas del Niágara. Donde se encontraron con toda la pandilla.

–... Y también me compraron un algodón de azúcar y este juguete– presumía Miya su nuevo robot.

–Eres un niño mimado ¿Te lo han dicho?– soltó Reki.

Más allá del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora