Nuestro Infinito

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Salieron disparados hacia la pista.

El corazón tanto de Langa como de Reki comenzaron a latir a un ritmo acelerado. El peliazul llevó su mano directo a su pecho y esbozó una sonrisa. Adoraba esa sensación.

Miró de reojo al pelirrojo, este también sonreía. Tan solo que de manera más notoria.

–No me estarás dando ventaja ¿Eh, Langa?– le lanzó su amigo una mirada burlona.

–Eso te gustaría– tomó más impulso y lo pasó sin ninguna dificultad.

–¡Oye!– gritó y lo imitó.

Pasaron las curvas y saltaron por el acantilado. El cielo estaba repleto de estrellas y la luna estaba en cuarto creciente. Voltearon a ver la ciudad, las luces se veían bellísimas.

Cayeron de nuevo en la pista y se dirigieron a la fábrica abandonada. Langa tenía una enorme ventaja, pero Reki se esforzaba por lograr alcanzarlo. Aún así, terminó perdiendo.

–Esa fue una buena carrera– soltó para después tenderle el puño.

Langa lo chocó e hicieron su saludo que acaba formando el símbolo del infinito.

–¿Quieres una revancha?– tomó su tabla.

–Me encantaría, pero mamá dijo que saldría esta noche y debo ir a cuidar a mis hermanas– respondió –Oye ¿Por qué no me acompañas?–.

–¿Uh?–.

–Quédate a dormir, no habrá ningún problema–.

–¿Estás seguro?–.

–Claro. Solo avísale a tu madre o lo que tengas que hacer– lo abrazó por los hombros –Tendremos una noche de chicos– le dio un ligero golpe –¿Te parece?–.

–Suena asombroso– suspiró.

Cuando ambos estuvieron listos, se dirigieron hacia la casa de Reki.

–¡Ya llegué!– anunció el chico.

–¡Hermanote!– le saltaron las gemelas encima, así derribándolo.

–Llegas tarde– canturreó la tercera hermana.

–¡Por favor, no le digas a mamá, Koyomi!– suplicó el chico.

–No lo haré– se cruzó de brazos –Siempre y cuando tú me enseñes a andar en skate–.

–Ya hablamos de esto muchas veces– giró los ojos –No puedes solo aprender y después dejarlo–.

–¡No haré eso!– gritó.

–Pues no te enseñaré hasta que lo demuestres– le sacó la lengua.

–¿Tú también estás interesada en el skateboarding?– preguntó el invitado.

–¡Langa!– sonrió la chica –Que gusto verte ¿Viniste a dejar a tu novia a casa?– se burló.

–¿¡Disculpa!?– soltó su hermano.

Koyomi se carcajeó –Solo era una broma. Es que siempre están juntos–.

–Pues claro, somos mejores amigos– explicó Reki –¿Cierto, Langa?– lo miró.

Este asintió.

–Se quedará a dormir– explicó –Así que más les vale portarse bien– les lanzó una mirada asesina a las menores –¿Entendieron ustedes dos?–.

Más allá del infinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora