Cap.17

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-Eso tampoco sería justo -dijo ella confiando en la promesa que le había hecho de no tocarla-. Supongo que podríamos compartir...

-No -le cortó él bruscamente.

-¿Por qué?

-Estar cerca de ti cuando he prometido no tocarte es algo que va más allá de lo que un hombre puede soportar. A menos que realmente quieras hacerme sufrir...

-Un poco de sufrimiento tampoco te vendría mal -repuso ella con una sonrisa pícara.

Cuando parecía que comenzaba a surgir una cierta aproximación afectiva entre ambos, se oyeron unos golpes en la puerta. Era uno de los guardaespaldas.

-Discúlpame -dijo Zayn-. Pero tengo que dejarte.

-¡Si acabamos de llegar!

-Tengo un asunto urgente. Volveré más tarde -dijo pasándole una mano por la mejilla-. He dado órdenes al ama de llaves para que nos sirva la cena en la playa.

Le estrechó la mano y se fue. _____ se quedó mirándolo sorprendida. Luego se fue a pasear por la playa y a admirar los exuberantes jardines que había por detrás de la cabaña. Se sentía extraña allí sola en aquel lugar tan maravilloso. Al llegar a un jardín tropical, se quedó sorprendida al contemplar dos grandes y hermosos rosales. Eran las rosas favoritas de Zayn. Crecían de forma silvestre en aquella isla del Índico, a miles de kilómetros de Grecia. Con cuidado, para no pincharse los dedos con las espinas, arrancó una de aquellas pequeñas flores de color rosa. Volvió a la cabaña y la puso en agua en un florero que encontró en la cocina. Se pasó la mayor parte del día sola en aquella casa de lujo. El ama de llaves le sirvió la comida, y luego se puso a leer una novela mientras contemplaba la luz del sol reflejada en las aguas azules y cristalinas del océano Índico. Pero echaba algo de menos. O a alguien. ¿No sería a Zayn? No, eso sería una insensatez. Él era el hombre que la había secuestrado. Si de vez en cuando lo encontraba divertido, e incluso fascinante, era sólo para tratar de hacer un poco más llevadera la triste situación en la que estaba. Eso era todo. Recordó que, al final, Zayn se había portado bien con ella en el viaje en avión hasta allí. Le había hablado de su familia, de las costumbres griegas y la había escuchado con interés, cosa que nunca había hecho Lars. Pero no quería pensar en eso ahora. Sin embargo, ¿por qué había cortado su flor favorita de aquel jardín y la había puesto en agua?
El sol estaba a punto de ocultarse en el horizonte. Miró a la joven y robusta ama de llaves de pelo negro llevando la mesa de la cena a un lugar romántico de la playa. _____ se incorporó del sofá donde había estado leyendo, deseosa de dejar a un lado la cabaña, la novela y todos sus confusos pensamientos.

-¡Espere! ¿Puedo ayudarla?

La mujer, que por su aspecto debía tener sólo unos pocos años más que ella, negó con la cabeza. A _____ le pareció que estaba tratando de contener las lágrimas.

-Por favor, señora Vadi -insistió _____-. ¿No quiere que la ayude?

-No -dijo la mujer, echándose a llorar. Tras unos minutos de conversación, _____ se enteró de que la mujer estaba de luto por su marido, que había fallecido hacía seis meses, y que estaba muy preocupada por su hija de ocho años, a la que había dejado sola en casa con fiebre.

-No puedo perder este trabajo, señorita -exclamó la mujer- restregándose los ojos con la mano-. Lo necesito para mantener a mi niña.

-¡Váyase a casa! -le dijo _____.

-No puedo, señorita.

-No le diré nada al señor Malik. Es sólo un pequeño favor. Estoy tan lejos de mi familia que me gustaría al menos poder ayudar a la suya.

Novia raptada |ZM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora