Cap.12

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Zayn la tomó de la barbilla, obligándola a mirarle a la cara. Luego se acercó a ella, hasta que _____ sintió sus ojos miel despidiendo un fuego que pareció consumirla por dentro.

-Quería asegurarse de que ningún otro hombre pudiera poseerla.

-Me siento patética -exclamó tapándose la cara con las manos.

-_____... Lo siento. No tenía derecho a llamarte ingenua ni anticuada -dijo tuteándola-. Simplemente confías en la bondad y en la buena voluntad de la gente y eso es una buena cualidad muy poco común.

Ella sintió entonces el calor de sus brazos alrededor del cuerpo. ¡No! No podía dejar que la tocara. Si le dejaba, se derretiría en sus brazos. Se echó hacia atrás, apartándose, y le miró a los ojos indignada.

-Si de verdad piensas eso de mí, déjame llamar a mi familia y decirles que estoy bien.

-Estoy seguro de que Lars ya les habrá informado -replicó él.

-No. Necesito hablar con ellos ahora.

-Ya sabes mi respuesta. No -dijo él, levantándose de la cama-. Hay una buena colección de vestidos en el armario. Elige el que más te guste y disfruta de tu desayuno.

Salió del dormitorio y _____se quedó mirando por unos instantes la puerta .Con un suspiro de cansancio, se levantó de la cama y se dirigió al armario. Tal como él le había indicado, había una buena colección de vestidos nuevos, perfectamente planchados, y en una amplia variedad detallada.

Pasó las manos por aquellos vestidos, colgados de las perchas, acariciando sus finas telas. Luego miró en la parte baja, donde había un buen número de zapatos muy bien ordenados. Había trajes de todos los estilos posibles que una mujer pudiera desear, desde bikinis y vestidos de noche hasta pantalones deportivos y camisetas. Desde ropa de andar por casa hasta modelos exclusivos. Todo lo contrario que con Lars, que había tenido siempre una idea preconcebida de cómo le gustaba que fuese vestida. No le había permitido siquiera que se quitara el traje de novia y se pusiera otro más indicado para la fiesta. «Tú estás espléndida te pongas lo que te pongas, cariño», le había dicho. «Pero prefiero que lleves las joyas y las pieles que te mereces». Ella había tratado de decirle más de una vez que no se sentía cómoda con esas cosas, pero él nunca la escuchaba. Llena de tristeza, se volvió a la cama y se sirvió un poco de café caliente en la taza de porcelana que había en la bandeja.
Bebió un sorbo y se miró en el espejo del tocador.
Tenía un aspecto horrible. Las ojeras la hacían parecer un fantasma de Halloween. Estaba pálida y delgada. Y además el maquillaje y el rímel se le habían corrido por toda la cara. Bebió otro sorbo de café. Se fijó entonces en el vestido de novia, arrugado y medio roto, tirado en el mismo sitio en que lo había dejado Zayn la noche anterior. Cruzó la habitación descalza, recogió aquel vestido de alta costura con dos dedos y lo arrojó a la basura. Se sintió mejor. Incluso tenía hambre. Volvió a tomar la bandeja de desayuno y se echó tres cucharadas colmadas de azúcar en el café y un buen chorro de leche. El café adquirió una fragancia dulce y cremosa. Lo bebió con gusto. Estaba delicioso. Luego, dio buena cuenta del resto de los cruasanes, untados con mantequilla. Dejó a un lado la bandeja, se quitó el sostén y las braguitas que Lars le había comprado y los tiró al suelo. Miró durante unos segundos aquellas delicadas prendas de lencería fina. Luego, les dio una patada y las echó también a la basura. Entró en el cuarto de baño, que estaba dentro del propio dormitorio, y abrió el grifo de la ducha. Se puso debajo del chorro de agua caliente y se lavó la cara hasta borrar todos los restos del maquillaje. Salió y se secó con una toalla. Luego tomó mecánicamente el secador del pelo, pero se detuvo antes de ponerlo en marcha .No. No más secadores. No más pinzas, ni rizadores, ni...Volvió desnuda al tocador, abrió un cajón y encontró un sostén normal y unas bragas blancas de algodón muy cómodas. Echó una ojeada luego al armario. Pasó por alto los lujosos vestidos de noche de satén y escogió una sencilla falda de algodón y un suéter de punto. Después de vestirse, se volvió a mirar en el espejo y respiró profundamente. Había vuelto a recobrar su aspecto de siempre. Volvía a ser la _____ Linden de California, la chica que trabajaba de camarera para conseguir graduarse en la universidad, la hija cariñosa que llevaba pasteles a sus padres los fines de semana, y que cuidaba de sus sobrinos los viernes por la noche.

Sin joyas, ni pieles, ni diademas. Sólo ella misma. Sus ojos sí parecían diferentes. Estaban hinchados por las lágrimas derramadas, pero había realmente algo más.
Aunque ya no era una novia, seguía siendo virgen, pero sabía que ya no volvería a ser nunca más la chica idealista y romántica de antes. Con aquella ropa informal, sin ningún tipo de maquillaje, y dejando que se le secase el pelo al aire, se sintió más libre. Se dirigió a la mesa que había junto a la terraza.

Descorrió las puertas de cristal y se asomó para ver el mar mientras terminaba lo que le quedaba del desayuno, la fruta fresca, las patatas fritas y las pastas. Se sintió bien. Una oleada de libertad corría por su cuerpo, fresca y refrescante como la suave brisa marina que se filtraba por la ventana. Dejó la taza de café y los platos vacíos en la bandeja y salió a la terraza a contemplar el azul del mar Egeo. El aire era cálido y olía a sal y al aroma de flores exóticas venidas de tierras lejanas. La noche anterior había sentido miedo. La villa le había parecido poblada de sombras y oscuridades. Pero aquel día, a la luz del sol, la encontraba hermosa, con sus parterres de flores de color rosa al borde de aquel mar tan azul y luminoso.

Cerró los ojos para disfrutar mejor del placer de sentir en su cuerpo la brisa de la mañana, y se puso de cara al sol para recibir el calor de sus rayos como una flor que se hubiese visto privada de él durante años. Por primera vez en tres meses, no se sentía nerviosa ni estresada. Se sentía feliz.

-¡Compra! -dijo la voz de Zayn llegando desde abajo-. Pero espera a que el precio baje a cuarenta. Para entonces habrá cundido el pánico entre los accionistas y no les quedará más remedio que vender.

_____ miró hacia abajo y le vio paseando por la arboleda que había junto a la piscina mientras hablaba por su teléfono móvil. Ofrecía un aspecto impresionante con aquella camiseta sin mangas y aquellos pantalones cortos que dejaban al descubierto la musculatura de sus brazos y sus piernas. Le pareció un hombre diferente. La luz del sol, matizada a través de la masa de nubes grises, contribuía a suavizar la dureza de sus facciones. No le pareció ya tan terrible como el día anterior, sino un hombre apuesto de facciones muy varoniles. ¿Es que ya no le tenía miedo? En realidad, no tenía derecho a hacerlo. Si Zayn no la hubiese raptado del castillo, ella se habría entregado esa noche a Lars, creyendo que ser su esposa. Y habría cometido el mayor error de su vida.

-Bien -oyó decir a Zayn por teléfono.

Él alzó de improviso la cabeza y miró en dirección a la terraza donde ella estaba. Conteniendo la respiración, ella dio un paso atrás tratando de ocultarse en las sombras. Un instante después, oyó el ruido seco de su móvil al cerrar la tapa.

-_____-la llamó él desde abajo, con una media sonrisa- Te estoy viendo.

Ella dio un paso adelante, roja de vergüenza.

-¡Ah! ¡Hola! -dijo ella, esforzándose por aparentar normalidad-. No te había visto.

-Venga, baja -replicó él con una sonrisa-. Quiero enseñarte algo.

Novia raptada |ZM|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora