二十四

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La piedra lanzada levemente en el aire para caer una y otra vez sobre su mano, la corriente del río Sumida en una calma que procuraba ser la previa a la tormenta. Rin la lanzó finalmente al río creando un perfecto tiro de tres piques antes de hundirse. Guardó sus manos en los bolsillos de su jean y observó de reojo a la persona que estaba de cuclillas sobre el pasto a su lado. Kuroo no había despegado la vista de la calma del río, ni siquiera cuando la piedra que el pelirrojo había lanzado había generado turbulencia en el agua, porque sabía que era la clara representación de lo que estaba por suceder, al menos en su corazón.

— Voy a ir directo al grano. —se giró el pelirrojo hacia él— ¿Cuáles son tus intenciones con Narumiko?

Kuro cerró sus ojos por unos segundos pensando en que respuesta darle. Ni siquiera él la sabía, estaba tan confundido y aterrado luego de darse cuenta de que Naru podría haber recuperado su memoria, que no importara lo que él sintiera, si ella volvía a darle la espalda, era el final.

— Soy un amigo de la infancia que le tiene mucho aprecio y cuidó de ella desde que regresó. No hay más que eso.

Las palabras sabían tan amargas en su boca. Rin no había dejado de observarlo y aunque su respuesta había sido limpia, pudo sentir mucho pesar en ella. Por lo que se vio en la necesidad de ser simple y conciso.

— Cuando Narumiko se fue a Australia no estuvo sola en ningún momento. Yo cuidé de ella y ella de mi, nos aferramos tanto el uno al otro que nos enamoramos y nos comprometimos. Vamos a casarnos. Así que voy a pedirte por favor que te mantengas al margen a partir de ahora ya que yo estoy aquí.

Casarnos.

Aquella palabra retumbó como eco en su mente. Narumiko había avanzado bastante en su vida tanto personal como profesional cuando abandonó Japón, cuando lo dejó a él atrás, y está vida estaba volviendo por ella, había venido a buscarla para poner todo en su lugar. Y su lugar era al lado de Rin. Lo que significaba el final para él en la vida de la muchacha.

Kuroo se puso de pie después de un buen rato de silencio y ni siquiera se tomó la molestia de mirar a los ojos al pelirrojo que no dejaba de observarlo desafiante.

— Me alegra saber que Naru no ha estado sola y ha tenido en quien apoyarse estos años. Solo no puedo evitar preguntarme porque no has vuelto a Japón con ella y recién ahora lo haces. —suspiró ante los nervios que destallaron en los ojos del otro— No soy quien para recibir explicaciones, pero te voy a pedir por favor, que cuides bien de ella y que sea tu prioridad a partir de ahora.

"Yo hubiera abandonado todo con tal de seguir a su lado cada día." Pensó Kuro para si mismo. No tenía que porqué abrir su corazón en ese momento con la persona que menos confianza le generaba.

Se marchó de allí a paso firme sin esperar alguna respuesta, aunque su cabeza era un completo desastre. No quería aceptarlo después de todo. No quería aceptar que Narumiko iba a volver a desaparecer de su vida en cualquier momento, para siempre.

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El cielo completamente despejado y el sol rasgando la tierra, eran clara señal de que el verano estaba tocando la puerta. El abanico en sus manos, los diez vasos de limonada que yacían vacíos a un lado de ellos era muestra de que ni así saciaban las altas temperaturas.

—Naru-chan~ ya no soporto este calor.

Se quejó el pequeño de cabellos naranjas tirado a su lado.

— Mhm... si está horrible, no dan ganas de hacer nada así.

— Tu has ayudado mucho a Ukai-san con los trabajos de la casa, pero ¿en verdad viniste sólo a eso? Tengo mucha curiosidad, llevas semanas aquí.

Naru lo miró sorprendida por el inesperado cuestionamiento, pero pudo ver preocupación en los ojos del menor, lo que la llevó a sonreírle con dulzura.

— Nada malo ocurre, Shouyo. Es solo que necesitaba tomarme unas vacaciones y acomodar mis ideas. —Y sentimientos...— Aunque no estoy todo el tiempo encerrada aquí, también hago otras cosas.

– Entonces ¿Es verdad lo que dijo Kageyama? ¿Vas a volver a nadar profesionalmente? Aunque no creo que Ukai-san te pueda ayudar con eso.

Nanase escupió una carcajada. Pues claro que el dúo de Karasuno estaba allí por entrenamiento de vóley, pero su entrenamiento allí era más mental que físico.

– Ukai-san es una persona muy sabía ¿verdad?

Entonces Hinata lo entendió, asintiendo con firmeza y volviendo a recostarse sobre las piernas de la muchacha que rápidamente comenzó a abanicar sobre la cara del menor.

— No te acomodes mucho que cuando Kageyama vuelva de la tienda tienes que volver a entrenar.

Le recordó divertida y Hinata chilló derretido a causa del sofocante calor sobre ellos.

— Nanase-san. —le llamó otra voz a sus espaldas. El viejo Ukai estaba ahí con una media sonrisa— Pude abrirlo.

Narumiko abrió sus ojos enormes y prácticamente lanzó a Hinata al suelo para salir corriendo al taller del viejo en busca de aquella misteriosa caja que había encontrado en la casa de su hermano.

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Tres meses después.

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Akaashi Keiji ya no sabía que hacer con un Bokuto Korato con extrañitis aguda. Ya no sabía que decirle a su mayor en consuelo a la falta de su amiga. Habían pasado tres meses, ni un mensaje, ni una llamada, como si la tierra se la hubiese tragado. Sabían que no había vuelto a Australia, eso era lo único que les había dicho Haruka Nanase, que ella estaba bien, pero que tampoco sabía cuando iba a regresar a Tokyo. Tampoco querían molestarlo mucho, porque sabían que el muchacho se estaba preparando para una importante competencia internacional que se llevaría a cabo en la ciudad ese mismo día.

Ambos caminaban juntos hacia la salida luego de un largo día de clases, con el sol escondiéndose en el horizonte a sus espaldas y los cuervos eran los únicos que hacían ruido en el lugar. Keiji leía el boletín semanal de deportes de su instituto y al leer cierta novedad, detuvo su paso mientras un estruendoso "¡Qué!" escapa de su boca.

Obviamente, Bokuto a su lado se alteró y pegó su rostro al suyo intentando leer también que era lo que él otro había visto.

— ¿¡Qué viste, Akaashi~!?

Keiji no llegó a responderle que varios gritos y cánticos salieron del pabellón de Natación, que los miembros de club abandonaban con banderas, silbatos y cornetas.

Keiji se acercó rápidamente a ellos arrastrando a un Bokuto que aún no entendía nada.

— Disculpe, capitana. —le habló el pelinegro tratando de mantener la calma y esta le miró atenta— ¿Entonces es verdad lo que acabo de leer aquí? Ella va a...

Miyako sonrió irradiando un orgullo enorme que obligó al pelinegro callar.

— Increíble ¿verdad?

✨️

He vuelto y en forma de fichas!!!
Con un capitulo corto, mil perdones por dejar morir esta historia tanto tiempo.
Pero he vuelto para darle su merecido final el cual seguramente ya sea el próximo o en dos  episodios más.

Algunos lectores ya me conocen y saben que aún así no me quedo quieta así que esta novela tendrá su epilogo y sus extras, así que no me maten aún.

Desde ya gracias por seguir acá y por darle tanto amor ♡

Saya~

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora