二十三

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Volver al departamento donde convivía con su hermano se sintió otro sacudón. Las fotografías, las decoraciones, todo comenzó a tomar otro color. Los rostros en las fotografías comenzaron a tomar un nombre, un sentimiento.

Naru se quitó los zapatos e inmediatamente subió las escaleras, dejando a los nadadores atrás.

Haru miró a Rin por encima de su hombro, lo vio morderse su labio inferior lleno de impotencia, como si estuviese batallando consigo mismo sobre que hacer al respecto.

— Dale tiempo.

— No lo entiendo. —espetó fastidiado como si su silencio hubiese tocado un límite— ¿Pasó algo todos estos meses que ella estuvo aquí? ¿Conoció a alguien más?

El azabache intentaba asimilar toda la preocupación de su amigo, lo comprendía, la inseguridad, el no saber que es lo que pasa por la cabeza de aquella persona que significa mucho para ti, pero simplemente no se sentía en el lugar para acotar con respecto a los sentimientos de su hermana, los cuales no dejaban de ser un alboroto luego de esa recaída.

—Ella tiene amigos nuevos, pero no sé decirte con certeza si alguno de ellos movilizó su corazón a ese punto. Naru siempre fue una persona abierta, es dulce y atenta con quienes le rodean, siempre fue así. —lo miró una vez más— Esto es algo que tienes que hablar directamente con ella, pero dale más tiempo, por favor.

El pelirrojo suspiró pesado y abrió la puerta dispuesto a marcharse, pero no sin antes decirle algo más al darle la espalda.

— La esperé dos años, le daré todo el tiempo que necesite. Después de todo, le juré lealtad eterna.

Naru tragó pesado desde la cima de la escalera, ella había escuchado todo mientras el anillo que estaba enredado entre las cadenas de un collar reposaba en la palma de su mano y siempre llevaba consigo porque sí, porque era bonito. Lo presionó con fuerza al mismo tiempo que su mente comenzó a escupir recuerdos nublados donde su sonrisa era tan brillante acompañada del vaivén de dos manos unidas y el sonido del océano chocaba contra sus oídos.

Sacudir la cabeza bruscamente para volver a la realidad fue la mejor opción. Tenía que hacer algo al respecto.

Su hermano entró al rato con dos tazas de té y casi pierde las mismas ni bien puso un pie adentro.

— ¿Qué estás haciendo? —su cara de preocupación extrema ante tal desorden y una valija llenándose de ropa le cortó la respiración.

La muchacha guardó la última prenda y cerró la cremallera. Agarró una de las tazas y le dio un sorbo.

— Mhm ¿Vacaciones?

Siguió como si nada y Haru respiró hondo antes de perder los estribos. Es cierto que la Silver week estaba cerca, pero no podía estar hablando enserio.

— ¿Vacaciones? Acaban de darte el alta ¿A dónde crees que puedes ir?

El tono de su voz no estaba siendo nada paciente por más de que lo intentara. Naru dejó de escucharlo en el momento en el que una pequeña caja cayó sobre sus manos al abrir una de las puertas altas del ropero. No recordaba haberla visto alguna vez.

— ¿Qué es esto? —susurró para si misma.

Haruka se acercó para comprender de qué estaba hablando, aprisionando por unos segundos su alteración. La misma tenía un pequeño candado el cual podía ser abierto con una llave.

— Esa caja la desempaqué junto con tus cosas de Australia. Me había olvidado completamente de ella.

— ¿Estaba entre mis cosas? —lo miró con una notoria confusión en sus ojos, él asintió seguro.

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora