十 一

1.2K 147 13
                                    


La larga noche en la Prefectura de Miyagi comenzaba a ser devorada por los tenues rayos de un sol madrugador. Era muy temprano para que las chicharras canten, pues el graznido de los cuervos era más intenso a esas horas.

Naru lanzó un largo bostezo mientras los niños a su lado no querían soltar sus manos ni dejarla cruzar el umbral de la puerta.

— ¿Estás lista?

La miró desde adentro del auto Ukai al notarla parada allí con los ojos semi-cerrados.

Se había pasado toda la noche jugando voleibol, pero no se arrepentía de aquello, pues realmente le daba curiosidad y deseaba aprender sobre aquel deporte que sus amigos tanto aman.

Naru asintió volviendo a la Tierra y se soltó de los niños para sacudir sus cabellos con cariño.

— Me divertí mucho. Gracias por enseñarme a jugar.

Los pequeños dejaron escapar otro bostezo como si estuvieran sincronizados.

— Si ¡fue divertido!

Brincó el de cabellos oscuros. Nanase sonrió divertida y llevó sus pupilas hacia las del anciano.

— Muchas gracias por todo, Ukai-san. —dio una pronunciada reverencia — Quiero que sepa que no olvidaré sus palabras.

Una pizca de orgullo apareció en su sonrisa al oírla tan decisiva. Su nieto desde el coche no comprendía la charla, pero sabía que su abuelo era alguien duro pero sabio.

— ¡Regresa para jugar con nosotros de nuevo, Naru! 

Gritó el de cabellos castaños a la par que sacudía su mano en el aire despidiéndose una vez que ella subió al vehículo.

Nanase sintió escalofríos por un instante...

.
.

« ¡Ven a jugar con nosotros, Naru! »

Rogó un pequeño de cabellos azabaches alocados.

« ¡Naru! »

Acompañado de otros cabellos azabaches más calmos.

Y otra vez aquel balón de color verde, blanco y rojo flotaba frente a sus ojos formando un eclipse con el sol.

.
.

Un flash la devolvió a la realidad y Keishin la veía con cierta preocupación.

— Esos niños te aniquilaron ¿cierto?

Sonrió con sorna y ella lo miró cambiando rotundamente su concentrada expresión. Sacó medio cuerpo por la ventanilla mientras el motor comenzaba a rugir.

— ¡Volveré en las próximas vacaciones! ¡Lo prometo!

Los pequeños volvieron a brincar felices y desaparecieron de su vista.

.
.

Las largas horas de viaje hasta Saitama fueron suficientes para que Narumiko recuperara energías en una siesta. El club de voleibol de la preparatoria de Karasuno también optó por descansar.

Todos eran super energéticos. La recibieron con los brazos abiertos y la llenaron de preguntas, una de ellas:

« ¿Eres la hermana perdida de Kageyama? »

Resultaba que el setter de los cuervos tenía un aire muy similar a ella y ni hablar comparándolo con Haruka. Antes de caer todos rendidos en los brazos de Morfeo, el viaje había sido muy entretenido.

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora