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— Todavía me pregunto cómo es que conseguiste el partido de práctica en tan sólo una semana.

Kenma repitió por octava vez en el día. Kuroo sonrió con satisfacción a su lado mientras con todo su equipo ingresaban a la academia Fukurodani.

Pero esa sonrisa se borró al instante, tomando por seria la situación.

— Ahora tenemos que encontrar el momento indicado para buscarla sin llamar tanto la atención.

Kozume rodó sus ojos dando ese hecho por complicado.

— Sólo esperemos que esté en algún club, sino todo esto ha sido en vano.

Por supuesto, no fue algo que hayan pensado en su momento. Sí no pertenecía a algún club lo más probable era que ya esté en su casa.

Kuroo llevó una mano a su frente tratando de ya no ponerse negativo. ¿Siquiera sabían por donde empezar a buscar? Fukurodani tenía un enorme establecimiento.

— Muy bien ¿Quienes serán los voluntarios esta vez en llenar las botellas de agua?

Antes de darse cuenta, las manos de ambos muchachos ya estaban alzadas, llamando así la atención del resto.

— ¿Kenma te sientes bien?

Fue lo primero que cuestionó el Ace del Nekoma, Taketora. El rubio no pudo evitar ruborizarse ante eso y bajar la mano inmediatamente como efecto secundario. Miró dudoso el suelo buscando una excusa.

— Lo tomaré como precalentamiento. Así no tendré que trotar luego.

Sus compañeros sonrieron aceptando la astuta idea del colocador. Kuroo no necesitó justificarse.

Tomaron las cuatro canastas de botellas vacías y se separon de su equipo en busca de las canillas. Es obvio que eso no sería lo primero que harían. Se desviaron totalmente del camino hacia el resto de los pabellones.

— Sabes por dónde empezar ¿Cierto?

Le consultó el azabache con demasiada obviedad. Kenma solo asintió siguiéndolo y comenzó la búsqueda.

El pabellón del club de natación estaba en acción. Muchas chicas y chicos que pertenecían a él nadaban en ida y vuelta. Otros practicaban clavados, cambios, etcétera; pero ella no estaba a la vista.

— ¿Qué hacen aquí?

Una risueña voz los alertó a sus espaldas. Por un instante sus almas abandonaron sus cuerpos, hasta que se dieron vuelta y se encontraron con Bokuto y Akaashi mirándolos curiosos.

— Kuroo, traidor ¿Estás mirando chicas sin mi?

Le acusó el búho mayor con su dedo índice, ruborizando y encabronando al susodicho.

— ¡Claro que no, idiota!

Akaashi ignoró la escena patética de celos y miró a Kenma esperando una respuesta.

— Buscamos a alguien.

Respondió Kozume como si le hubiese leído la mente.

— ¡Es cierto! Tal vez ustedes puedan ayudarnos. —Kuroo desesperó como si estuviera a nada de encontrar el diamante más preciado de la Tierra — De causalidad ¿Supieron de alguien que haya sido transferido de Australia?

— ¿Australia? —se extrañó Akaashi creyendo en una obvia coincidencia.

— ¿Que acaso Narumiko no dijo venir de Australia?

Esta vez cuestionó Bokuto a su compañero cerciorándose de estar en lo correcto. Keiji asintió y prestó atención a lo boquiabiertos que habían quedado los chicos del Nekoma sin despegar la mirada de Koutaro.

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora