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— Lamento no presentarme como corresponde. —espetó una vez que él terminó de bajar la persiana de la tienda— Mi nombre es Nanase Narumiko. Estoy muy agradecía por su ayuda y atención, no sé como pagarle.

Extendió su mano y él hombre la estrechó con gusto.

— Soy Ukai Keishin. Y olvida eso de "pagarme", me alegra poder ayudarte aunque sea un poco.

— ¡No diga eso! Es una ayuda enorme, de verdad.

Ukai le sonrió satisfecho y le indicó dónde estaba su coche. Una vez abordo Nanase encendió el celular cargado e inmediatamente recibió las veinte llamadas perdidas de su hermano. Tragó saliva con pesadez y marcó su numero. Una milésima de segundo pasó hasta que contestó del otro lado, poniéndose totalmente nerviosa.

— ¡Lo siento, Haru! Mi celular se había muerto y no podía comunicarme contigo.

Ni siquiera un «Hola», sabía que él iba a estar furioso.

¿Acaso quieres que muera de un infarto?

Bien, no estaba a los gritos pero así podía ser Haruka, seguramente su voz sonaba tranquila pero detras del teléfono sus ojos ardían en llamas.

— Claro que no...

¿Dónde estás? ¿Por qué no estás en casa aún? Estaba a nada de llamar a la policia pero imaginé que estarías con tus amigos. Tienes que pasarme el teléfono de alguno de ellos.

Su cabeza dolió de oírlo hablar sin parar, pero lo que cruzó por ésta fue muy egoísta.

— Si, lo haré ahora mismo, te enviaré un mensaje con el celular de Akaashi. —rió nerviosa y se aclaró la garganta lista para ponerlo al tanto de la situación — Me quedé estudiando hasta tarde en la biblioteca y verás... —dudó— Me pidieron ayuda en el club de voleibol para el campamento de entrenamiento que se hará en Saitama, así que me ausentaré... toda la semana... a partir de mañana.

El silencio del otro lado de la línea y la mirada confusa y de desaprobación por parte de Ukai desde volante la hizo sentir terriblemente mal.

Y el silencio de Haru cada segundo que pasaba se hacía mas extenso, torturándola más aún.

¿No pasarás la noche en casa?

Pudo sentir una pizca de tristeza en su tono de voz, la culpa comenzaba a hacer presencia tajante.

— No, me quedaré con las mánager del club a terminar los preparativos. Lamento que sea algo tan repentino pero no te preocupes, te llamaré todos los días para que sepas que todo está bien ¿Si?

Otra vez un eterno silencio.

Prometelo, y promete también que te cuidarás mucho.

Narumiko asintió como si él estuviera frente a ella en ese instante. Sonrió con calidez, una que dolía.

— Lo haré, te quiero.

Yo igual.

Cortó la llamada sin darle tiempo a procesar una despedida. Naru despegó el celular de su oreja y esperó por la mirada acusatoria de quién estaba conduciendo.

— ¿Qué fue eso?

Su voz ronca y seria, sonaba como un padre pidiendo explicaciones y ella no se atrevió a levantar su mirada.

— Sólo no quise preocuparlo de más. Conociéndolo es capaz de tomarse un Taxi y venir a buscarme aquí.

Ukai lo pensó unos segundos.

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora