二十六

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Habían pasado cuatro semanas de aquella competencia donde Nanase Narumiko se había vuelto portada de noticias en el mundo del deporte y el Fukurodani había recibido llamadas de muchas universidades y hasta de Australia mismo habían intentado contactarla. Todo se había revolucionado en la vida de la joven muchacha que sólo necesitaba descansar su mente, acomodar sus ideas y tomar decisiones.

Se miró en el espejo una vez más acomodando su uniforme, la coleta alta de su peinado y tras un suspiro salió de casa. Ese día Haru se había marchado temprano, por lo que la vuelta a clase como la vieja Narumiko tendría que enfrentarla sola sintiéndose tan nerviosa y ansiosa.

Si bien no había vuelto a tener contacto con sus amigos porque respetaron el espacio y tiempo que ella necesitaba para analizar nuevamente su vida y posición, Akaashi sabía que ella regresaría ese día, por lo que la esperó fuera de su salón cuando ya todos estaban dentro esperando a su profesor.

Al encontrarse, Naru le miró con nostalgia y algo de pena por haberlo preocupado tanto. En su lugar, Keiji le recibió con una sonrisa y con un lento e inesperado cálido abrazo que la llenó más de nostalgia aún. Ella no recordaba que alguna vez el azabache se haya comportado así con ella, siempre había mantenido su distancia, pero ambos sabían que ese abrazo era muy necesitado por ambos.

— Bienvenida de regreso, Nanase-san.

Naru sonrió agradecida y juntos entraron a clases. Le sorprendió que sus compañeros no hayan hecho un escándalo ante su presencia y estaba segura de que eso había sido a que seguramente Keiji les había advertido que no la acosaran ni molestaran con preguntas. Ella no deseaba llamar más la atención, así que agradecía internamente que todos escucharan a su presidente y la siguiesen tratando tal como la chica normal que conocieron.

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— ¿Estás lista para enfrentarte al final boss?

Le cuestionó Akaashi cuando sonó la campana de salida y Narumiko carcajeó sabiendo perfectamente a que se refería.

—Créeme que estoy muy ansiosa por verlo también.

Keiji sonrió divertido.

— Bien, porque no podré controlarlo.

No terminó de decir aquello que Bokuto atravesó corriendo la puerta del salón y frenó en seco frente a ambos estudiantes de segundo. Ambos lo miraron sorprendidos, porque no decía nada, solo lloraba en silencio sin despegar los ojos de la peliazul como si estuviese buscando las mil y un maneras de controlar sus emociones sin querer hacerle sentir incomoda, sin saber como podía llegar a reaccionar esta Narumiko que el capitán no conocía.

— Si no... si no... —Keiji observó con sorpresa esta vez el tartamudeo de la muchacha— ¡Si no dejas de llorar y me abrazas ahora mismo seré yo quien llore, tonto!

Aquel grito de la muchacha fue suficiente para que el mayor rompiera con su silencioso llanto y se lance encima de la chica como si el mundo fuese a acabar allí mismo.

— ¡Tu eres una tonta! ¿Por qué siempre tienes que irte sola? ¿Por qué no nos dejas acompañarte en los momentos duros también? ¡A mi me gusta pasar tiempo con Naru! ¡Me gusta ir a comer y tomar café con Naru! ¿Por qué nos haces a un lado así? ¡Te extrañé tanto!

Una vez que el búho mayor guardó silencio, bueno, no realmente, solo dejo de gritar pero seguía llorando pegado como garrapata a quien sonreía con pena y desprendía algunas lágrimas también dando un espectáculo a los estudiantes que rondaban por allí. Algunos reían, otros sintieron empatia y lloriqueaban como si estuviesen viendo una película.

— Lo siento, mi Bokutin. Pero realmente necesitaba reencontrarme a mi misma y reconocerme nuevamente. También te extrañé mucho. No te das ni una idea de la falta que me hicieron tus gritos y berrinches y risas. No volveré a irme, lo prometo.

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora