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Terminó de cambiarse su ropa deportiva y abrigarse bien para enfrentar el frío fuera de los vestuarios. Por fin la práctica de su club de voleibol había terminado y no veía la hora de estar en su casa tapado hasta el último mechón de pelo jugando con su ps portátil.

— Kenma ¿Estás listo?

Habló Kuroo al verlo salir. Así como iban juntos a clases también estaban acostumbrados a regresar ya que sus casas eran vecinas. Lo han hecho por años creando así una amistad desde muy pequeños.

— Esta vez no te acompañaré. Mamá me pidió que vaya a buscarle unas cosas.

Kuroo sonrió con sorna leyendo su mente, más allá de sus palabras.

— Ah ¿Si? Y ¿Cómo se llama ese nuevo videojuego, quiero decir, recado que tu madre quiere que compres, es decir, que traigas para ti, digo para ella?

Kenma lo miró con efecto cansino. Definitivamente era su mejor amigo. Lo conocía demasiado bien como para creerle esa estúpida excusa ya que el semirubio apenas salía de su casa para ir a clases y a entrenar, mismo obligado por él.

— No contestaré a eso.

Selló y comenzó a caminar ignorándolo. Kuroo siguió sonriendo victorioso.

— Me encantaría acompañarte, pero mi madre si me pidió que la ayude con algunas cosas.

A Kenma la verdad no le interesaba, pero Tetsuro parecía querer seguirle el juego para variar.

— Tu humor cambió desde ésta mañana.

Le recalcó como para no quedarse atrás. Kuroo recordó sus sentimientos encontrados y se lo tomó en serio.

— Si, pero aún tengo un extraño presentimiento.

Kenma lo quedó observando, ahí estaba de nuevo esa aura depresiva rodeándolo, no era algo normal.

« ¿Qué se supone tiene que decir un amigo en estas situaciones? »

—Mañana se te pasará en el examen de química.

Kuroo se sorprendió ante ese inesperado comentario y escupió una carcajada. El idiota amante del voleibol y la química.

— No te pierdas en Akihabara.

Se dio media vuelta el azabache ya despidiéndose, otra vez sonriendo, y Kenma comenzó su camino indiferente.

.

Akihabara era su paraíso, y la edición deluxe de "The legend of Zelda" estaba siendo furor en el país. La cola de gente que había en cada tienda por obtenerlo era absurda a su antojo y no pensaba estar ahí por mas de dos horas o su madre lo matará.

Caminó y caminó, se metió hasta en los callejones mas recónditos esperando el milagro de que el juego estuviese en una de esas tiendas, y lo tuvo. Una pequeña, que parecía tener los videojuegos más viejos de la era Sega y Family, lo tenía. Pero se topó con la mala suerte de que la última que quedaba, estaba en manos de alguien más.

Una muchacha de cabello azul largo estaba leyendo la trama del juego. Un toque asesino inspiró a Kenma, pero ordenó sus cabales y se acercó con cautela a preguntarle, como correspondía, si iba a comprarlo ya que no parecia alguien desesperado por obtenerlo, como el resto, y como él.

— Disculpa ¿Vas a llevarte ese? Es que es el último que queda.

Ella lo miró con curiosidad y regalándole una sonrisa le dijo que no y se lo ofreció, pero Kozume quedó helado.

Recuerdame cuando llueva en Noviembre | Kuroo TetsuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora