23| Peones caidos

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Gallert Grindelwald no podía estar más que orgulloso cuando se encaminaba todos a la Mansión Ryddle seguido de motifagos, hombres lobos, hadas y demonios.

-Tu los mata papa-  ordenó Erick mirando a su padre, Gallert alzó una ceja mirándolo.

-¿Vas a darme órdenes?

-Es lo que me has enseñado hacer- le recordó.

Gallert sonrió y abrieron el gran portón de la Mansión Ryddle.

-Destruyan y maten a todos-ordenó Gallert hacia sus hombres- Pero déjenme al matrimonio Ryddle.

Los hombres asintieron con una gran felicidad destruyendo todo, Gallert miraba al último horrocrux que mantenía vivo a Tom Ryddle y se acercó a la serpiente. Nagini abrió los colmillo y Gallert estiró su mano, había escuchado que la fidelidad de un horrocrux podía cambiar, le convenía tener a esa gran serpiente de su lado.

-Hola Nagini- saludo el hombre, los ojos largos de la serpiente lo miraban fijamente- Te han tratado muy mal, se que eres y te puedo liberar. Unete a mi.

Nagini lo observaba fijamente.

-Estabas en un circo ¿recuerdas? Yo te vi, pero luego Tom te cautivo en esto. No puedo liberarte pero puedes unirte a mi y ser la serpiente más temida de todo el mundo mágico.

Los ojos de Nagini brillaron con intensidad.

***

Cuando Bellatrix y Tom descubrieron que estaban siendo atacados fue muy tarde, Erick logró matar a Bellatrix de un hechizo y miró a Tom con una sonrisa.

-Grindelwald - susurro Tom cuando su esposa cayó al piso, la miró morir y luego miró al joven - ¿Pero que estas haciendo?

-¿Sorprendido? - preguntó alzando la varita y sonriendole- Sabes, odio la competencia y ustedes siempre lo serán para mi familia.

Tom negó con la cabeza y sonrio.

-Sabes que jamás podrás matarme, sabes que yo vivo por...

-¿Horrocruxes? - preguntó y alzó la Diadema de Rowena Ravenclaw, el hombre abrió sus ojos- Nunca debiste confiar en nosotros.

-Gallert... - susurro el hombre.

La diadema fue destruido y con el Tom Ryddle. Nagini llegó hasta la habitación y miró a sus amos muertos, luego, subió por el cuello de Erick. El joven sonrió ampliamente mirando a sus padre.

AVADA KEDAVRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora