25| Mandatarios

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El mundo mágico se había oscurecido, las muertes incrementaban cada día más cuando Erick Grindelwald se enojaba por algo, alzaba su varita y al menos se recogían veinte cuerpos que eran el alimento de Nagini.

La familia Ryddle quedó en lo más bajo, después de haber gobernado e impartir terror en el mundo mágico ahora era la familia menos mencionada y más mencionada con burla. Tom había muerto al igual que su esposa Bella, y el aire de magestuosidad de los mellizos Ryddle había acabado, ahora, solo eran dos estudiantes más llenos de sangre y débiles.

Harry Potter, el salvador ahora necesitaba ser salvado, Ron Weasley se había suicidado junto su novia Pansy Parkinson cuando después de tanto esperar abandonaron la esperanza de ganar una guerra que tenían perdida y tomaron la decisión que los salvaría.

La familia Malfoy podía considerarse extinta, Lucius había quedo demente ante la tortura de Grindelwald, Narcissa murió en un atracado con un hombre lobo, Atanea y Agatha murieron ahogadas en el lago negro y Draco Malfoy, el último en quedar vivo murmuraba cosas sin sentido recargado en la pared de la celda, dejó caer el cuchillo que había logrado conseguir y sus muñecas chorreaban sangre, sonrió con demencia sabiendo que su final llegaría muy pronto, la salvacion de su vida y su alma.

Los profesores murieron, los seres mágicos fueron decapitados, Hagrid al mirar lo que más amaba muerto tomó la misma decisión y se dejó morir.

El mundo mágico estaba sumido en una completa oscuridad, sangre de inocentes derramada por todos lados y una sonrisa amplia se colocaba en los labios de Grindelwald mientras observaba quemar el escudo de la escuela de Hogwarts.

Pero la felicidad de Erick Grindelwald no duró lo suficiente, cuando menos se dio cuenta, se encontraba frente a su madre quien había llegado reclamando títulos que nos les correspondía desatando una guerra interna.

-Hola, hijo- habló la mujer y le sonrió ampliamente mostrando su sonrisa blanca.

Detrás de la mujer venía un hombre de cabello negro y ojos del mismo color, el hombre le sonrió de lado y extendió su mano hacia el joven.

-Yo soy..

-Tu no eres nadie- negó Erick sin tomarle la mano, sus ojos brillaron con intensidad- Ninguno de los son nadie, solo lo somos mi padre y yo, ahora, arrodillate ante tu rey.

AVADA KEDAVRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora