Una reunión más, un compromiso más, una cuesta arriba más que subir. O eso le parece a Luna.
Cada vez le cuesta más concentrarse en esas tareas en las que, anteriormente, aunque no fueran sus favoritas, lograba disfrutar de ellas. Sin embargo, en esa reunión con los accionistas de "Bruixa" se siente un monigote que no consigue ejecutar bien su papel.
Más de la mitad de la reunión se la ha pasado mirando el reloj, ha delegado su voz en Emma más veces de las que son aceptables e incluso ha tenido que ausentarse para hacer esa llamada a los padres de Martín que ha intentado evitar hasta el último minuto.
Aún queda mucho trabajo por hacer y es cierto que este tipo de reuniones son lo que menos le gusta de su puesto, pero son inevitables para que el resto de engranajes funcionen. Y, aunque ahora suponga un lastre, es también parte de ese sueño con el que tanto fantaseó.
- Siento que no hayas podido ver a Martín-le acaricia el brazo Emma antes de arrancar.
- Al menos hemos dejado todo esto medio cerrado-trata de buscarle el lado bueno, aunque no puede evitar sentirse culpable por no haber llegado a tiempo a esa visita.
Cuando se han quedado solas sabiendo que no habían ganado esa batalla al reloj, que ingenuamente veían factible cuando organizaron la agenda, Emma le ha propuesto acompañarla a su piso y cenar con ella. Aunque Luna tenía pensado dar un largo paseo sola, termina aceptando porque no está dispuesta a rechazar su compañía entre esas paredes que cada vez se le acercan más.
Lo que no espera es que al girar la llave todos sus amigos estén en el piso y la saluden entre abrazos entonando un "sorpresa".
Al principio le cuesta reaccionar, pero enseguida una lágrima se desliza por su mejilla mientras Daniela la aprieta con sus brazos. Cada vez es más difícil juntarse todos porque irremediablemente la vida de cada uno les ha llevado por distintos derroteros, así que es doblemente especial que estén todos en ese espacio reducido dispuestos a sacarle una sonrisa y tratar de animarla.
- Sois increíbles- es lo único que consigue decir aún entre los brazos de Emma y apoyada en su hombro sin llegar a entender cuál es el motivo de ese despliegue.
- Tú sí que lo eres, Lu. Y no te preocupes, que antes de irnos dejamos el piso más limpio de lo que está-le asegura Víctor dejando una caricia en su cabeza.
- Esta es la fiesta de despedida oficial del mini piso- aclara Mar señalando una ingente cantidad de comida que han colocado sobre la mesa y que probablemente haya preparado ella misma, ya que ahora dirige el restaurante familiar.
No hay sillas suficientes, así que acaban sentados en el suelo alrededor de la mesa baja del salón. En realidad, a la fiesta no le falta detalle porque han colocado hasta alguna decoración que llena de vida las paredes y estantes vacíos debido a la mudanza y de la que no duda que se ha encargado Lía, que le sonríe sentada frente a ella con su rodilla chocando con la de Víctor.
Luna sabe que debería estar contenta y agradecida por estar rodeada de gente que siempre la ha apoyado en los momentos más difíciles y brindado con ella en los más especiales. Está haciendo un esfuerzo enorme por no pensar en lo mal que se siente por no haber ido a ver a Martín por la tarde, pero le cuesta mucho dejarse llevar.
Tampoco ayuda que las veces que ha imaginado despedirse de ese piso, lo hacía con Martín al lado y, ahora, no puede parar de machacarse con que lo último que le pidió fue algo con chocolate cuando ahora se da cuenta que lo que en realidad quería era simplemente que volviera.
Ni siquiera consigue centrarse del todo en el relato de Diego, al que hace meses que no ve, ya que no pudo ir a la boda porque estaba trabajando en el extranjero.
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Más allá de la Luna
RomanceLuna sabe a primavera y a luz, a esas risas sin sentido tirados en el sofá y a sus buenos días amargos. A noches enteras imaginando un futuro juntos en sus escasos metros cuadrados. A amaneceres después de haberle robado la luna al cielo. A futuro. ...