Lía tiene la ligera sospecha de que su superior en Ghana ha intercedido para que la dejen volver antes de lo previsto. Trabajar en una ONG tan grande, aunque da muchas oportunidades, también te hace esperar interminables lapsos de tiempo con la burocracia. Es por eso, y porque no ha pasado desapercibida para ella la manera en la que le sonríe y cómo se entretiene con ella cuando pasa a hacerles una visita, por lo que está casi convencida de que ha sido él.
Es agradable, educado y tiene unos ojos bonitos. Podría decirse que para nada es una mala opción, de hecho, conociéndose, estaba casi convencida de que acabaría lanzándose a sus brazos después de regresar a Ghana y el desastre que provoca en ella Víctor. Pero, cuando el chico fue a buscarla al aeropuerto e insistió en comer juntos, Lía se dio cuenta de que, lo primero, no estaba bien usarlo para borrar las huellas de Víctor por su cuerpo y, segundo, que no quería acabar con esa amistad que sentía sincera como hizo de algún modo con Darío. Aun así, apunta mentalmente escribirle un mensaje en cuanto consiga cargar su teléfono, que se ha apagado hace ya un buen rato.
Así que piensa que tiene que ser una broma cuando las puertas de la terminal se abren dejando a la vista sonrisas que esperan nerviosas y encuentra entre ellas a Víctor. Los labios de Lía se fruncen levemente pensando en lo caprichoso que es el destino a veces. Lo más seguro es que esté esperando a otra persona irónicamente en el mismo instante que ella vuelve a pisar suelo español, así que trata de desviarse de su trayectoria, pero es demasiado tarde porque Víctor también la ha reconocido y le corta el paso.
- ¿Qué haces aquí?- pregunta seria envolviéndose en esa coraza que ha tenido que reconstruir durante las últimas semanas.
- He venido a buscarte-se limita a afirmar en un tono de voz en el que Lía reconoce cierto nerviosismo.
- ¿Qué?-cuestiona incrédula antes de negar con la cabeza- No. Viene mi padre-sentencia porque era eso en lo que habían quedado cuando aún tenía los pies sobre el continente africano.
Es quizá porque conoce a su padre que, el hecho de no divisar siquiera su sombra, a pesar de esa conversación hace apenas unas horas, el que, sumado a las palabras de Víctor, provocan un escalofrío que recorre su cuerpo porque no entiende nada y ni siquiera puede contactar con nadie ya que se ha quedado sin batería.
- Me ha pedido Luna que viniera a por ti- aclara Víctor para que Lía no piense que se ha convertido en un acosador o algo parecido.
Pero son esas palabras las que reavivan el escalofrío y una sensación desagradable que vapulea su cuerpo dejándola helada por debajo de ese jersey que lleva y que no es acorde a las temperaturas de principios de diciembre.
- ¿Qué ha pasado?-balbucea con la mirada llena de miedo-¿Es Martín?-se atreve a preguntar sintiendo cómo la tensión se va condensando en lágrimas- ¿Ha pasado algo que...?- el gesto también confuso de Víctor no le hace presagiar nada bueno así que niega con la cabeza apretando los labios- No.
- No lo sé, Lía- acaba diciendo algo confundido.
Es cierto que, cuando Luna le llamó, apenas pudieron hablar, pero pensaba que Lía tendría más información que él. Inocentemente no sopesó las posibilidades más amargas y, ahora, por mucho que quiera deshacerse del temor que oscurece la mirada esmeralda de Lía, no tiene más información que ella
- No me ha dicho nada, estaba nerviosa y apenas hemos hablado-explica sintiéndose culpable por cómo Lía se mueve nerviosa en el sitio sin encontrar consuelo en sus palabras.
La chica pasa las manos por sus brazos en un vano intento de darse calor y, al mismo tiempo, impedirse a sí misma buscarlo en un abrazo de Víctor, que es lo que ahora mismo necesita. Eso y tener la certeza de que todo está bien.
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Más allá de la Luna
RomanceLuna sabe a primavera y a luz, a esas risas sin sentido tirados en el sofá y a sus buenos días amargos. A noches enteras imaginando un futuro juntos en sus escasos metros cuadrados. A amaneceres después de haberle robado la luna al cielo. A futuro. ...