Más allá de la Luna

Capítulo 23

Después de tantos días siguiendo el vaivén de la realidad desde dentro de la protección y el olor aséptico del hospital, no puede negar que se le hace extraña la sensación de abandonar ese lugar momentáneamente. Sus médicos han considerado que se encuentra en condiciones de poder irse a casa, aunque tenga que volver a diario para sus sesiones de rehabilitación. Compartieron con él la noticia deseándole una feliz Navidad rodeado de los suyos.

De momento, se han despedido en la puerta del hospital de sus padres y él ahora viaja en la parte trasera del coche de Álvaro, que se ofreció a pasar a por ellos y acercarlos a su casa. En cierto modo, agradece que Luna y su hermano mantengan una conversación animada que refleja la felicidad de dejar de pasar días enteros en el hospital. Pero Martín, desde los asientos de atrás, no puede evitar sentir algo de vértigo al verse sentado en un vehículo como el que le ha arrebatado tiempo que jamás podrá recuperar. Aunque no puede negar al mismo tiempo que la sonrisa cada poco tiempo de Luna girándose hacia él desde el asiento del copiloto le hace feliz.

Cuando el coche se detiene, Martín mira algo confuso la calle en la que Álvaro ha conseguido aparcar. Desde luego que ahí no está su estudio y un nuevo pinchazo le recorre el pecho al no recordar ese lugar que supone es su hogar. Y, sobre todo, al no recordar un momento que supone es tan importante como la primera vez que pisó ese apartamento de la mano de Luna teniendo la certeza de que era un buen lugar para iniciar su familia.

Aunque está esforzándose mucho y las sesiones de fisioterapia son largas e intensas, su cuerpo aún necesita de algo de ayuda para ejecutar ciertos movimientos a los que antes ni siquiera prestaba atención. Así que una silla de ruedas, que espera abandonar muy pronto, se ha convertido en su fiel compañera a la hora de desplazarse.

Luna se baja del coche en cuanto su hermano lo detiene y saca la silla de ruedas del maletero dejándola cerca de la puerta de Martín. Álvaro resopla y se acerca rápido a su hermana, que ya se ha pasado el brazo de Martín por los hombros y le ayuda a salir y ponerse en pie.

- Luna...- se queja Álvaro cuando la chica rechaza su ayuda.

- Puedo, no seas pesado- resopla algo cansada por el esfuerzo- Además, tengo que acostumbrarme- se encoge de hombros sabiendo que, haber vuelto a casa, también significa que ya no contarán con la ayuda de las auxiliares ni celadores. Pero ese pensamiento no borra su sonrisa, porque Martín va a estar con ellas, con ella y su bebé en casa. Al fin los tres, como siempre debió ser.

Álvaro niega con la cabeza consciente de que no va a poder contradecir a su hermana y se apresura a sacar una caja del maletero.

- Para que celebréis la vuelta a casa- indica tendiéndoselo a Martín.

- ¿Es una tarta de queso?- pregunta Luna reconociendo la caja relamiéndose- Dale las gracias a Sara de nuestra parte- le agradece, a lo que Álvaro asiente con la cabeza antes de despedirse y meterse en el coche de nuevo- Vas a flipar, está buenísima- anticipa a Martín ya en el portal- Sara es su novia- señala ya en el ascensor alzando las cejas lo que provoca una sonrisa en Martín- Aún no quiere que la conozcamos, pero se le ve muy contento- añade buscando las llaves en el bolso.

Antes de que Martín pueda comentar nada, descubre que, al otro lado de la pared, está esa familia elegida que grita al unísono "sorpresa" en cuanto Luna vuelve la puerta. Aunque todos han pasado horas haciéndole compañía en el hospital, nadie quería perderse la celebración de lo que parece un paso firme hacia recuperar la normalidad y su vida de antes.

- Bienvenido a casa- murmura Luna agachándose a dejar un beso en su mejilla radiante porque la sorpresa haya salido incluso mejor de lo que esperaba, porque Martín parece realmente sorprendido y apenas reacciona- Eso sí, me han prometido que se irán pronto para que podamos descansar- aclara sabiendo que Martín nunca ha sido un chico de grandes fiestas.