Para Alba, su cumpleaños siempre ha sido su día más favorito del año. Y la ilusión que empieza días antes, culmina con una comida que siempre es especial, puede que, porque es el único día del año que siempre y pase lo que pase, toda su familia está junta.
Sin embargo, este año no se ha cumplido. Y, aunque en un primer momento, cuando se lo explicó su padre, le molestó. Cuando entendió que el motivo era la pequeña Estela, cualquier rastro de enfado se evaporó. De hecho, está esperando ansiosa tenerla de frente y atreverse a cogerla en brazos.
- Es que es muy pequeña- explica de nuevo a su hermano que la escucha con media sonrisa sin desviar la vista de la carretera.
- ¿Y a quién se parece?- cuestiona Hugo dejándola unos minutos pensativa.
- No sé- termina por decir encogiendo sus hombros pues le resulta complicado ver en ese pequeño ser humano algún parecido con los adultos- Aunque mi padre dice que es igual que Luna de pequeña y Ainara que cambia por días- añade riendo porque le hace mucha gracia imaginarse sucesivas transformaciones de Estela como supone su madrastra.
- Entonces seguro que es muy guapa- vaticina antes de poner el intermitente para aparcar a pocos metros del portal de Pedro y Ainara.
- Es monísima- le da la razón Alba gesticulando incapaz de contener la emoción que le produce.
Su ilusión aumenta a medida que se acerca el momento y casi se olvida de desabrocharse el cinturón antes de bajarse del coche. Insta a Hugo a bajarse rápido del vehículo para poder coger sus regalos del maletero y subir cuanto antes a casa de su padre para poder tener a su sobrina cerca cuanto antes.
Es imposible que la emoción de Alba no se le contagie a Hugo y, con la excusa de ayudarle con las bolsas con sus regalos, sigue a Alba para llamar al telefonillo, pues sus nervios han hecho que se olvidara las llaves en casa.
Sin embargo, unos pisos más arriba, el timbre no puede sonar en el momento más inoportuno.
Martín ha resultado ser la diana del pequeño reflujo que ha escapado de la boca de Estela, no sabe si por torpeza, o por su mala suerte habitual. Luna, en ese instinto sobreprotector que en apenas unos días ha desarrollado con la pequeña, no ha dudado en cogerla en brazos para cerciorarse de que todo está bien mientras Pedro acompaña a Martín a la habitación de Álvaro en busca de algo que le pueda servir.
- ¿Seguro que puedes?- se asegura Ainara antes de dejar a su hija sola en la cocina batallando con el llanto de la pequeña y la elaboración de un nuevo biberón.
Luna la incita convencida a que atienda la puerta. Al fin y al cabo, a pesar de que Estela apenas tiene dos semanas de vida, se ha visto en situaciones similares en más de una ocasión, pues la movilidad de Martín sigue no siendo la que ambos desearían.
- ¡Qué rápidos!- se sorprende al encontrar a Alba y Hugo al otro lado de la puerta- Pensé que eran Álvaro y Sara con la tarta- explica antes de abrazar a ambos- Muchas felicidades, cielo- felicita a la chica apretándola con más fuerza.
- Sé que no queríais muchas aglomeraciones, pero me han hablado tan bien de Estela que no me he podido resistir a subir a conocerla- afirma provocando la risa de Ainara.
- La fierecilla está con Luna en la cocina- señala mientras Alba la arrastra al sofá para enseñarle todo lo que le han regalado.
Hugo apenas tarda unos segundos en toparse con la escena de la que Ainara habla. Luna se balancea apaciguando el llanto de su hija mientras, con dificultad, trata de echar unos polvos a un biberón provocando que, en un intento por no perder la paciencia, resople haciendo volar un mechón que ha escapado de su trenza.
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Más allá de la Luna
RomanceLuna sabe a primavera y a luz, a esas risas sin sentido tirados en el sofá y a sus buenos días amargos. A noches enteras imaginando un futuro juntos en sus escasos metros cuadrados. A amaneceres después de haberle robado la luna al cielo. A futuro. ...