Luna resopla mirando el reloj. No tiene ni idea de quién puede encontrarse al otro lado de la puerta puesto que nadie la ha avisado de que fuera a pasarse por allí.
A pesar de que últimamente está más despistada de lo normal, puede ubicar a su familia y amigos en diferentes quehaceres. Lo que desde luego no espera encontrar, son unos ojos esmeralda que no se ha atrevido a enfrentar en los últimos días.
Casi por inercia, se hace a un lado dejando que Lía entre, aunque lo cierto es que tiene prisa y pocas ganas y fuerzas para afrontar una conversación con ella.
Como un torbellino, como es ella, Lía avanza hacia la cocina con Luna a unos cuantos pasos por detrás intentando adivinar el porqué de su presencia. Cuando se detiene, traga saliva y mira a su amiga. A su hermana de otra madre. Luna, por su parte, no se atreve a levantar la mirada del suelo cuando se para frente a ella.
- Siento mucho lo del otro día- empieza a decir Lía sorprendiendo a Luna. A fin de cuentas, la última cree que es ella la que tiene más motivos para disculparse- Creo a que a día de hoy eres una de mis pocas amigas y no quiero estar así contigo-confiesa a media voz porque estar enfadada con Luna es un extra a una situación horrible en la que lo que deberían hacer es apoyarse mutuamente- Y menos ahora que me tengo que ir.
Luna niega con la cabeza sintiéndose culpable hasta que procesa la última frase y alza la mirada que inevitablemente se le inunda ante la expectativa de una nueva despedida. De una ausencia más en su vida.
- ¿Tan pronto? Pensé, pensé que igual...-balbucea sintiendo que no levanta más de dos palmos del suelo y que de repente, la poco estabilidad que había logrado alcanzar se tambalea de nuevo- De verdad que lo siento muchísimo, estaba muy sobrepasada y perdí el control totalmente-trata de justificarse, aunque es la verdad- Dije cosas que no pensaba y tu madre...-consigue disculparse entre sollozos.
- Está siendo un poco acaparadora-la interrumpe porque sabe que en parte, es cierto lo que dijo Luna- pero es su hijo, tienes que entenderla-indica encogiéndose de hombros.
Para nadie es un secreto que Martín es el ojo derecho de Aitana, siempre han tenido una conexión especial, casi única y, desde hace unas semanas, camina como si le faltara la mitad del cuerpo.
- Lo entiendo, de verdad que lo entiendo-le asegura sorbiéndose la nariz.
Porque de verdad lo hace, a pesar de la ambivalencia de emociones que despierta la vida que crece en su vientre, no quiere ni puede imaginar ponerse en la situación de Aitana.
Lía alza una mano para limpiarle las mejillas sintiendo que su propia mirada se inunda. Luna se abraza a su cuerpo con fuerza para aferrarse a ese ancla a tierra que lleva tanto buscando y Lía la estrecha entre sus brazos. A pesar de que están acostumbradas a pasar temporadas separadas, hasta ahora Luna nunca ha echado de menos tanto el refugio que supone el pecho de su amiga.
- Menos mal, Lu- suspira aliviada Lía cuando se separan dejando una caricia en la mejilla de Luna antes de limpiarse las lágrimas a sí misma- No llores, boba- trata de tranquilizar los sollozos de Luna acariciando su espalda y sintiéndose incapaz de retener ella misma sus lágrimas.
- Es que no quiero que te vayas-confiesa sin soltarla.
- Ni yo, Lunita, pero será por poco tiempo. Te lo prometo-le asegura tratándose de convencer que de verdad será poco tiempo a la par que acaricia sus mejillas- Te he echado de menos estos días- confiesa sin reparos- Además, te prometí que iba a pasar contigo estos primeros días aquí, pero quería dejarte tiempo y...
- Gracias por darme espacio- le agradece interrumpiéndola.
Ese va a ser su hogar, o al menos su casa de ahora en adelante y tiene que asumir que los demás no pueden ser sus niñeras siempre que lo necesite o no se atreva a dar pasos sola. Y aunque no puede decir que fue fácil, pasar ese mal trago sola era algo que tenía que hacer tarde o temprano.
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Más allá de la Luna
RomanceLuna sabe a primavera y a luz, a esas risas sin sentido tirados en el sofá y a sus buenos días amargos. A noches enteras imaginando un futuro juntos en sus escasos metros cuadrados. A amaneceres después de haberle robado la luna al cielo. A futuro. ...