XXVIII

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*Isabella*

Termino de maquillarme y me detengo frente al espejo admirando el resultado. No estoy acustumbrada a esta sensación. En realidad a ninguna. Pero entre ellas ver mi piel sin manchas y moretones es lo que más me sorprende. Diría que a lo que menos me acostumbro pero eso es a la comida, por favor amaba el chocolate, y la sangre iush, siempre me ha dado impresión, y ahora es como si el cuello de cada persona me atrajese.

Suelto el cabello una vez maquillada para que caiga en ondas sobre mis hombros, como está más brillante y luminoso he decidido dejarlo suelto. El color de mis ojos son un problema, así que agregué unas lentillas verdes que me van geniales con mi vestido escoltado de espalda completamente desnuda.

Marcus sale de la ducha y al verme se queda atónito, es más casi se muere por segunda vez. No puedo evitar sonreírle al espejo con malicia.

- ¿Aún no estás listo? -enarco una ceja mirándolo a través del reflejo.

- Lo siento. Me retrasé un poco.

- Es evidente. -disparo una sonrisa ladeada en su dirección- El gran Marcus retrasado, pensé que no viviría para verlo, -volteo para esta vez quedar de frente- vaya, parece que ahora sí tendré mucho más tiempo para ver más cosas.

Vuelvo a sonreír y giro sobre mis tacones dejándolo solo en la habitación. Él no demora mucho tiempo en salir vestido, lleva un traje y aún así se marcan sus músculos y se ve jodidamente sexy.

Muerdo mis labios al recordar la forma en la que me hizo el amor en Italia. Por los santos cielos, si no fuera un vampiro ahora mismo estaría sonrojada. Él se da cuenta que me mordí el labio y detiene su mirada un poco más en mi boca, probablemente recordando lo mismo que yo.

- Ya podemos irnos. Nos esperan.

Asiento una vez y camino hacia él, que me toma de la cintura y me acerca a su cuerpo, sus dedos juegan un poco en la piel desnuda de mi espalda hasta percatarse de lo que hace y enseguida retoma su postura de desinteresado y frío.

Cómo si funcionara.

Llegamos al sitio previsto donde hay una gran mesa de unos 12 comensales. En un extremo el señor Rodríguez, acompañado de su mujer a su izquierda y de quien supongo ser su hijo a la derecha, a quien le sigue una chica más joven, su otra hija, en frente de ella Dylan seguido de Cristal y Víctor, frente a Anton y Pamela, luego Vee en frente de mí, concluyendo el extremo de la larga mesa con Marcus.

Antes de tomar mi asiento mi marido como todo un caballero desliza mi silla hacia atrás y luego me incorpora en mi sitio una vez ubicada, antes de tomar su puesto. Solo faltábamos nosotros por llegar.

Vee sonríe cuando me mira y le hago una seña para que se comporte.

- Lamento haberlos hecho esperar. -se disculpa Marcus con elegancia.

- No fue larga la espera. Tiene usted una hermosa familia, mientras ya tuve el placer de conocerlos. -devuelve el señor Rodríguez- Les presento a mi esposa Eva, mi hijo mayor Sebastián y mi hija Rubí.

- Es un placer. Usted también tiene una hermosa familia. Les deseo mucha salud.

Esta vez Vee rueda los ojos ante tanta cordialidad y no puedo evitar sonreír. El tiempo pasó lento, entre pláticas sobre negocios y preguntas formales sobre qué estudian nuestros hijos, y qué planes tienen a futuro. Pienso para mis adentros -¿es que los ricos no hablan sobre temas más interesantes?- cuando miro a Vee sé que está pensando lo mismo por su expresión de aburrimiento.

Intento sonreír en respuesta pero un calambre en el estómago me detiene, un hambre voraz acompañada de un dolor tan fuerte que jamás pensé sentir de nuevo.

Oh no, no, no, no, no, no. Ahora no por favor. Ella hace una expresión de preocupación pero me obligo a sonreír para calmarla. No creo que haya funcionado.

Cuando pienso que nada puede ir peor traen la comida. Langostinos y otros mariscos. Doy un sorbo de mi vino para tranquilizarme e ignorar las náuseas que me provoca. Nada. El vino cae como si me hubiera tragado un pedazo de vidrio. Mi cuerpo no lo acepta. Joder.

Calma, respira. Solo respira. Vacía tu mente.

- ¿Señora Blackwell? -una voz me trae de regreso. Eva me habla- Puedo tutearte ¿cierto?

- Claro. Por supuesto. ¿Qué me decía?

Puedo escuchar su sangre recorriendo sus venas. Siento su olor. Su corazón. Por favor no me hables, no me hagas que te mire. Estoy salvando tu vida ahora mismo.

Marcus me hace un gesto con la mirada para saber si estoy bien. A lo que asiento fingiendo parecer tranquila.

No! No estoy nada bien. Contrólate Isabella. Tienes que controlarte.

Por debajo de la mesa mis manos en puños sobre mis piernas, arrugando el vestido. El dolor es cada vez más insoportable. Hambre... Tengo mucha hambre...

- Te preguntaba que en dónde se conocieron Marcus y tú. Si no es una indiscreción.

No mires su cuello. No respires.

Y para colmo tengo que inventar una historia creíble. Por dios no tengo creatividad ahora. Necesito salir de aquí o esto va a terminar mal. Muy mal.

- Fue en verano. -comienzo a decir pero una mano sobre mis rodillas me detiene de seguir hablando, es Marcus, me mira muy nervioso y Vee me hace una seña <tus colmillos>

- Lo siento. -digo poniéndome rápidamente de pie, estoy respirando con mucha dificultad y fuera de lo que yo tomo como posible, estoy temblando- Regreso en un momento. -anuncio antes de salir corriendo con Marcus pisándome los talones.

A lo lejos escucho decir a Vee:
- Son náuseas. Los aviones siempre le hacen sentir mal.

Llego a un sitio apartado y oscuro. Y me recuesto a la pared, jadeando y con los colmillos completamente fuera de mi control. Si alguien me ve en este estado sería a un gran problema.

O si yo veo a alguien.

Una mano me sostiene con fuerza y una mirada preocupada me estudia.

- ¿Desde cuándo no te alimentas? - su voz es grave y fuerte, de regaño.

- Desde la mañana, tomé una copa. -gimoteo, mi estómago duele mucho. Por favor que pare no lo soporto.

- ¿Estás loca? Nos pones a todos en peligro. Qué hubiera pasado si... -Marcus comienza a regañarme pero al ver mi nuevo gemido de dolor muerde su muñeca y automáticamente la pone en mi boca seguido de un <Maldita sea, Isabella>

Me gira en sus brazos de forma que quedo de espaldas a él, con la cabeza descansando en su pecho y me sostiene con una mano alrededor de la cintura, y la otra aún en mi boca alimentándome. Su sangre inunda a raudales mi garganta seca.

Su cuerpo tan cerca del mío, es algo que extrañaba, como si estuviera viva de nuevo, su aliento pasea mi oreja y mi cuello, si mis nervios funcionaran seguro mis piernas se habrían tambaleado. Se siente malditamente bien estar junto a él, por un nanosegundo olvido el dolor tan intenso en sus brazos. Y es la primera vez que no me da asco la sangre, que de hecho sabe bien. Me llena una sensación de calma y tranquilidad, y por primera vez desde que soy un vampiro me siento en paz.

- Tranquila, -su voz suena más dulce ahora- estoy contigo en esto, todo estará bien, -besa mi pelo y me rodea aún más con su brazo libre- te lo prometo.

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Vaya para que me crean dos capis juntos 🥰🥰🥰🥰 les gustó?






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