XVII

294 40 4
                                    

*Anton*

Es de madrugada apenas, termino de salir de la ducha para irme a la cama. Ha sido un día muy jodido y solo quiero dormir, la casa está completamente vacía y aprovecho para relajarme a pierna suelta sin nadie que hable, nadie ruidoso, nada, solo silencio.

Tener que encontrarme con Vee es algo que me fastidia a diario. Pensé que era distinta y caí en sus redes pero solo es como las demás. Pero lo que me jode para ser realistas no es que me haya jugado esa broma, es que me gusta más de lo que quisiera y eso me saca completamente de mi zona de control.

Me lanzo a la cama justo cuando suena el teléfono. Decido ignorarlo pero es mucha insistencia. Respiro profundo maldiciendo por haberlo dejado tan lejos de mi.

Joder.

- ¿Qué quieres? -digo a penas descolgar.

- Anton... Por fa...vor a-ayuda... Ayúdame. -logra decir entre jadeos y me sobresalto, adiós modo zen.

- ¡Pamela! ¡No cuelgues! ¿Estás bien? ¿Qué pasa maldita sea?

Siento incluso las venas de mi cuerpo palpitar. Ella salió con Vee esta noche qué mierda pudo pasarles.

- Se... ellos se la llevaron. A Vee. Yo... Logré huir. I-iban a vendernos Antón. Nos drogaron.

- ¿Se llevaron a Victoria? ¿Quiénes? ¿Cuántos son?

Cierro el puño de mi mano libre con fuerza. Estoy muy furioso, tanto que podría hincharme producto de insuficiente espacio para tanta furia.

- S-Son tres. Apresurate. Anton. Por favor.

- Pamela no cuelgues voy a rastrear tu ubicación. Voy para allá tranquila. No te muevas de ahí.

¡¡¡No!!! No puede ser joder. Joder. No pueden habérsela llevado los voy a matar a todos. Lo juro.

La ira recorre mis venas como si fuera oxígeno. El cerebro no deja de enviarme imágenes de distintas formas de asesinarlos como le hayan hecho daño a mi hermana y peor aún a Vee. Y en el fondo tengo miedo y mucho. Conozco este tipo de gente. No dudan en matar y temo que ya sea muy tarde.

Vee. Resiste por favor.

Llamo a Dylan para que venga con su auto, él se altera en cuanto escucha que Pamela estuvo a punto de ser vendida, sinceramente no sé qué pasa con ellos pero bueno, no es el momento de indagar en su privacidad. Ahora mismo hay cosas más importantes.

Él llega enseguida y nos dirigimos a las coordenadas del GPS del móvil de Pam. Dylan maneja a toda velocidad, está muy alterado, a tal punto que se pasó con la luz roja. Aprieta el timón con tanta fuerza que tiene los nudillos blancos. Y yo no pienso en otra cosa que no sea asesinar. En sangre.

Mi amigo detiene el auto de repente haciendo que ambos nos vayamos bruscamente hacia adelante. Este sitio es desconocido. De hecho no sabía que existía.

Casi atropellamos a Pamela que se lanzó frente a nosotros al reconocer el auto de Dylan. Nos bajamos del carro y nos dirijimos a inspeccionarla en busca de alguna herida o algún daño.

- ¿Estás bien? -inquiere Dylan tomándola de los hombros y mirándola a los ojos. Se ve muy asustado, respira casi tan irregularmente como ella.

Ella asiente una vez con la cabeza. Está hecha un manojo de nervios y no deja de temblar. Sus dientes chocan entre sí imposibilitándole el habla.

- Pamela escucha, -la tomo de la mano- tienes que respirar, por favor dime dónde está Victoria. ¿Y quiénes eran esos tipos?

Ella respira profundamente y comienza a hablar como puede entre jadeo y jadeo.

SentenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora