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No sé cómo me dejé convencer. Realmente no sé cómo. Demonios, la idea me parece sumamente absurda ¿en qué estaba pensando? ¿En serio acepté ayudar a organizar una fiesta de humanos solo para que una humana insignificante pase unos miserables años de felicidad junto a otro humano insignificante? Ok. Veamos. ¿Esa humana es la única que se ha acercado a mi desinteresadamente en los últimos siglos? Pues vale. Tiene sentido.

Decidimos saltarnos las clases de la tarde y me dirijo directamente a casa de Pam y Anton que parecen llevarse bien por algún motivo. O no, no bien, pero digamos que se toleran.

- Bien. Es hora. Vee y Antón se encargarán de la decoración. Dylan y yo nos encargaremos de las bebidas y lo demás. - ordena mi amiga emocionada.

- Creo que será mejor que eso lo hagamos Dylan y yo, mover muebles es trabajo pesado para chicas. - espeta Anton mirándome fijamente.

- De eso nada. Los hombres son pésimos en la decoración. Por eso se necesita un chico para el trabajo pesado y una chica para la creatividad. - defiende Pam su punto.

¿Será descarada?

Ella y Dylan se van a la cocina mientras me quedo con Anton en la sala.

- Hagamos esto cuanto antes. Mientras más pronto terminemos mejor será para ambos. - dice en un tono de voz que para nada me gustó y apartando la vista como si no deseara verme.

De pronto recuerdo la terrible humillación de ayer y de un momento a otro algo en mi cerebro me obliga a querer vengarme. ¿Quién se cree para rechazar a Victoria Blackwell? ¿Así era, no?

- ¿Por qué Anton? - pregunto acercándome a él hasta rozar su cuello con una de mis manos- ¿es que acaso no puedes estar cerca de mí?

Lo escucho tragar pesadamente mientras la vena de su frente se tensa y sobresale del resto de la piel.

- Si no te gusto no deberías sentirte incómodo. -me acerco aún más- ¿o sí?

Él toma mi mano con un brusco y furioso movimiento que solo hace que mi pecho y el suyo queden completamente juntos. Su rostro desprende ira y a la vez deseo.

- No me provoques Vee. Te puede ir muy mal. -su voz suena tan malditamente ronca y sensual que lejos de captarlo como una amenaza lo tomo como un reto.

- ¿Ah sí? -ahora rozo mi nariz con la suya, él aún sostiene mi mano- ¿cuánto?

Anton de un movimiento me atrae por la cintura hacia su cuerpo con la intención besarme pero soy mucho más ágil y me safo de su agarre apenas unos centímetros antes de que alcance a tocar mis labios.

- No deberías estar muriendo por besarme si no te gusto. - escupo lo suficiente lejos de él con una media sonrisa en los labios.

Su cara ahora es un dibujo pero de repente vuelve a tomar el control. Vuelve a abrazarme de forma brusca recuperando la anterior posición y reteniéndome con fuerza muy cerca de sus labios. Puedo sentir su aliento en mi cara.

- No... me... Provoques. -repite muy cerca de mis labios.

- Demasiado tarde. -susurro de la misma forma.

Sus ojos viajan de mis ojos a mi boca, pero no me besa. Solo me deja ir al cabo de unos segundos en los que parece debatirse si hacerlo o no.

- Estás jugando con fuego. - murmura muy serio cuando camino hacia la cocina dejándolo solo.

No digo nada. Solo le lanzo una malévola sonrisa justo antes de abandonar la habitación.

- Chicos necesito ayuda con algo. - digo entrando a la cocina justo antes de parar en seco al encontrar a Pamela y a Dylan a punto de besarse.

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